Empezó a tomar color y forma la ayuda del Tesoro estadounidense para Argentina. El jueves, el Banco Santander hizo público que compró pesos por cuenta y orden del organismo. Poco después, el Secretario del Tesoro, Scott Bessent, confirmó la especie mediante una publicación en la red social X. Las cotizaciones de bonos y acciones se dispararon, y el tipo de cambio cayó casi 100 pesos en pocos minutos.
Se trata de una acción sin precedentes, y difícil de comprender si se la mira de manera aislada. En su mensaje, Bessent dio a entender que se hizo para ayudar al gobierno de Milei a atravesar un problema de iliquidez aguda; se quedó a centímetros de informar que lo hizo para que llegue tranquilo a las elecciones.
Bessent también confirmó que el Tesoro estadounidense ha acordado un esquema para ejecutar un intercambio de monedas (swap) con el Banco Central de la República Argentina (BCRA) por 20 mil millones de dólares. “Ha acordado un esquema”: no lo ha ejecutado. En una entrevista posterior, Bessent explicó al público estadounidense que está “comprando pesos baratos, para venderlos caros”. Si nos miramos mucho al ombligo, no vamos a entender que este tipo de ayuda tiene un límite: si afecta la popularidad de Trump, no está claro que sea tan ilimitada como Bessent proclama.
No se sabe cuántos pesos compró, o cuántos dólares vendió, el Tesoro estadounidense. Por lo pronto sabemos que el mercado de cambios operó poco más de 500 millones de dólares el jueves. Es el menor nivel de los últimos 5 días. Sabemos también que el Tesoro argentino se desprendió de unos 60 millones de dólares. Sumando y restando, no parece que Bessent se haya embarrado demasiado. Su jugada parece haber sido más verbal que efectiva. Por ahora funcionó bien.
En un intercambio de monedas, las partes no ponen dinero fresco. De hecho, desde 2009 el BCRA tiene con el Banco Popular de China (BPC) un swap por un monto similar al que se está negociando ahora con el Tesoro estadounidense. A pesar de ese acuerdo de 2009, Argentina no evitó la pérdida continua de reservas, el default de 2020 o la devaluación brutal del peso durante estos 16 años. Vale repetirlo, porque hay mucha desinformación: un swap no significa que nos entregan 20 mil millones de dólares. El mensaje de Bessent ni siquiera confirma que se haya ejecutado. Todavía los pies no están en el plato.
Da la sensación de que el la ayuda del Tesoro estadounidense tiene un horizonte de dos semanas, para que Milei llegue a las elecciones con el dólar tranquilo. La obsesión, o el fetiche, se nutre de la idea de que, con el dólar calmo, la inflación se plancha, aumenta la confianza en el Gobierno y el caudal de votos posibles para La Libertad Avanza. El 26 de octubre se verá si la obsesión tenía asidero.
Bessent y su par argentino, Luis Caputo, se deben entender: ambos son traders y acordaron una transacción a corto plazo. Cuesta creer que después del 26 de octubre el Tesoro estadounidense siga comprando pesos al tipo de cambio que marcan las bandas de flotación.
Que EE.UU. quiera ayudar a un gobierno aliado no sorprende. Que lo haga quemando de manera ilimitada fondos de los contribuyentes estadounidenses es improbable. Lo más creíble parecería ser que vayamos a esquemas de política cambiaria y monetaria nuevos luego de las elecciones, y que el FMI y el Tesoro de los EE.UU., ahí sí, ayuden a que la volatilidad de las cotizaciones dentro de un nuevo esquema, que sea más sostenible, no sea extrema.
Fuente: El Entre Ríos