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Mauro Ezequiel Lombardo, conocido artísticamente como Duki, ha estado en boca de todos, y no es para menos. El jueves 30 de noviembre, en una conferencia de prensa por su tan esperado concierto en el Monumental, el trapero protagonizó un emotivo momento al repasar todos los hitos de su carrera hasta el presente. Entre lágrimas, logró abrirse hacia aquellos periodistas que le causaban rechazo en algún momento de su carrera, y expresó lo siguiente: “Uno ya vive tan rápido y de repente tengo 27 años y ya hice dos River y cuando me pregunto qué sigue ya no tengo respuesta; entonces, eso de verdad me genera bastante angustia”.

La vulnerabilidad con la que dio este mensaje, refleja el miedo de un joven a no tener un motivo para seguir haciendo lo que le gusta o, quizás, a odiar aquello que aún ama, que es hacer música, y que sus canciones solo se vuelvan un producto que fabrica para satisfacer a las masas y no a su temple artístico.

Sin dudas, hay un tinte de oscuridad y frustración en el discurso de Duki que captan la atención no solo de sus fanáticos sino de la juventud argentina, quienes creemos que artistas con el nivel del propio Duki, de María Becerra, Emilia o Tiago Pzk tienen una felicidad asegurada y absuelta de cualquier inseguridad o gajes emocionales, pero no hay nada más humano que esto.

El éxito no te excluye de los golpes que puede darte la vida y el cantante es un ejemplo de ello; atravesó una dura adicción a las drogas, en uno de los momentos más épicos de su carrera. En el año 2017, sufrió una fuerte sobredosis y a partir de este suceso, tomó consciencia de que aquello que le daba “adrenalina”, consumía poco a poco su vida. Duki expresó su temor de haber quemado etapas y personalmente, este miedo es fruto de haber alcanzado logros de manera ininterrumpida durante estos años.

Quizás es el monstruo de la industria de la música y la fama, que consume a los cantantes y los deja sin recursos emocionales para afrontar nuevos desafíos o, a lo mejor, son los artistas quienes se han creído esta narrativa y necesitan un cambio en sus carreras.

Duki logró dos cosas en su noche en River: colmó el estadio en las dos fechas y dio un sentido mensaje hacia sus fanáticos sobre salud mental: "La tristeza no es un momento feo, no es un sentimiento feo. Sí, nos duele, pero la tristeza nos hace fuerte, no está mal sentirse triste. No importa cuánta plata tenga, lo importante es cómo te sentís por adentro. Si estás triste hablalo, contalo, decíselo a la gente. No tengan miedo de estar triste, estar triste es lo que te hace fuerte. Yo soy hombre y lloro desde que nací y gracias a eso me hice fuerte. Asique todos los que dicen que llorar y estar triste está mal son todos unos cagones y no tienen huevos"..

Duki no solo deslumbró artísticamente en el escenario del millonario sino que mostró con crudeza y total sinceridad a Mauro, el pibe que no encajaba en la escuela y que soñaba día y noche con ser cantante y que ahora frente a un sueño cumplido, miró hacia atrás y abrazó a esa parte de él, que por mucho tiempo estuvo silenciada y que, ahora se enfrenta al interrogante ¿Qué hay después de haberlo logrado todo?.
Fuente: El Entre Ríos

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