Cuando el buque del presidente entró a navegar por el río Uruguay, Alvear dirigió un telegrama al presidente uruguayo ingeniero José Serrato, expresándole que el río "une nuestros pueblos vinculados por la tradición de los esfuerzos comunes por la libertad y el progreso", a lo que el destinatario respondió en términos fraternales.
A las 10 llegó el Presidente a Uruguay siendo recibido entusiastamente. Desde el puerto se dirigió a la Catedral, donde estaban depositados los restos del organizador del país, siendo recibido a su entrada por el obispo diocesano, monseñor Bazán y Bustos, quien lo saludó conceptuosamente, contestando el distinguido huésped con expresiones admirativas para el héroe que fueron agradecidas en breves palabras por su hija Teresa Urquiza de Sáenz Valiente. Alvear depositó una ofrenda floral en la tumba. Después de participar en diversos actos reinició su viaje a las 17, para llegar a Colón, bajando a tierra durante una hora en que recorrió la ciudad.
Al día siguiente, desembarcó en Concordia entre tropas militares que le rindieron honores, autoridades y una multitud congregada para recibirlo, mientras la cañonera "Rosario" hacía una salva de 21 cañonazos. Se dirigió, entre aclamaciones, a la Casa Municipal, desde cuyos balcones habló al pueblo, y, de ahí, continuó hasta el Arroyo Yuquerí Grande. Sobre este arroyo se inauguró el puente, que fue bendecido por monseñor Bazán y Bustos. El puente lleva el nombre del presidente Alvear.