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Oriunda de Rosario del Tala, Silvia Encinas tienen 61 años y hace 12 le detectaron cáncer de pulmón, del que pudo recuperarse. Hace dos años y medio le extirparon una mama para evitar nuevos problemas de salud. Desde entonces supo que sufriría una serie de dolores crónicos en el hombro, la espalda, el brazo, el pecho.

Dispuesta a sostener su calidad de vida y sabiendo de los beneficios del cannabis medicinal, optó por el autocultivo para elaborar ella misma el aceite que la ayudara a paliar cualquier malestar.

Se contactó con médicos, investigadores e integrantes del grupo Mamá Cultiva Entre Ríos, quienes la guiaron para lograr un producto de calidad. “Empecé a cultivar hace dos años y medio, cuando recibí el diagnóstico con cáncer de mama y me indicaron que había que extirparla, por mis antecedentes anteriores”, contó. Y afirmó que cuando comenzó a tomar el aceite enseguida notó los resultados y llegó el alivio.

“Hay dolores que disminuyen no solo en el cáncer, sino en cualquier otro tipo de patología de huesos, en el caso de la fibromialgia, en la epilepsia refractaria y cualquier tipo de convulsión que aparece como consecuencia de otra enfermedad. Eso está probado”, sostuvo.
Reniega de la clandestinidad
Si bien sabe que en Argentina la Ley nacional Nº 27350 de Uso Medicinal de la Planta de Cannabis y sus derivados aún no se reglamentó por completo y no autoriza el autocultivo, decidió no someterse a la clandestinidad.

“Planté más en mi casa, haciéndome cargo de lo que me pudiera suceder. Sé lo que se siente cuando nos dan un diagnóstico que no es favorable y cómo el aceite de cannabis ayuda a mantener la calidad de vida; por eso empecé a regalarlo a distintas mamás que no podían acceder a él. Algunas fueron aconsejadas por médicos, que lo indican a los chicos con convulsiones, siempre que conozcan su procedencia”, refirió.

Silvia reniega de la clandestinidad porque en la actualidad se generó un mercado negro, en el que se lucra y no siempre se asegura un aceite con las cualidades que precisa quien atraviesa una dolencia. Al respecto, afirmó: “La maceración en alcohol es la forma más económica de hacer aceite de cannabis y es la que habitualmente se encuentra en el mercado para la venta. Todos los que cultivan son clandestinos y lo fabrican de esta forma en una primera etapa y después recién con aceite de oliva, que es lo que usamos nosotros desde el principio”. Sobre este punto, lamentó: “La suelen vender a un precio absolutamente excesivo y la gente por desesperación la compra. Hay gente que hasta hacía rifas para poder llegar a comprarlo”.

“Como pasa generalmente con lo prohibido o lo que es ilegal, se conforma un mercado negro, donde no se garantiza que el aceite esté bien hecho o que no tenga algún efecto adverso. Por eso vengo bregando por el autocultivo y que las propias mamás puedan hacer la medicina para sus hijos, con calidad”, dijo.

Comentó, además, que en ocasiones hizo analizar algún preparado de los que se venden y confirmó que existen adulteraciones: “Además de ilegal es perverso, porque hay quienes mienten o hacen un negocio con esto, justamente porque es clandestino. Por este motivo decidí que iba a plantar más y regalar el aceite a quien lo necesite. No se necesita tener hectáreas, sino que de una planta se puede obtener una aceite para unos seis meses”.

Que Silvia regale el aceite sorprende a muchos: “Para los demás puede parecer un acto de generosidad, pero en realidad es una lucha social la que entablo para que se legalice el autocultivo”, confió, y aseguró: “Mi agradecimiento, mi retribución, son los buenos resultados en quien necesita el aceite de cannabis. Por otra parte me alegra y me llena la confianza que la gente deposita en mí y ver que su hijo se alivió, o su hermano o su papá”.
Busca que se legalice el autocultivo
Silvia reivindicó el artículo 19 de la Constitución nacional, que establece que “las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están solo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrado”, y aseguró que a partir de esta premisa compartió con sus nietos adolescentes la información de que cultiva cannabis: “Bajo ese análisis les hablé y les expliqué, aunque no fuera tan fácil, que la abuela cultiva marihuana”, señaló con humor, y afirmó: “Afortunadamente tuve la mejor recepción de parte de ellos”.

A riesgo de tener inconvenientes legales por cultivar cannabis en su casa, no baja los brazos y con fuerza defiende su propósito, que es compartido por quienes con su testimonio pueden dar cuenta de los beneficios de consumir el aceite y por quienes entienden que el uso medicinal de esta planta ayuda a lograr verdaderos resultados y mejorías: “Sabemos de casos en que los jueces que por ahí no están informados de los beneficios y del uso terapéutico medicinal del cannabis ordenan allanamientos, detienen a la gente, destruyen sus plantas y eso produce una demora en el tratamiento, que debe ser continuo”, comentó.

En su caso, asegura que nunca recibió ningún tipo de hostigamiento policial y judicial en su ciudad, y confió: “Creo que lo entienden”.

Silvia explicó que a las personas que la llaman para consultarle y que requieren el aceite, se los facilita hasta que puedan cultivar su propia planta. “De todas maneras, hay mucho miedo, y es entendible. Porque si en un allanamiento a una mamá le sacan la planta, la dejan sin la medicina de su hijo y su cuidado”, expresó.

“No tengo miedo”, manifestó enfática, y señaló: “Esto es para mí y para la gente. No es generosidad sino que voy por la salud pública. Los medicamentos son caros y hay una corporación médica farmacéutica que hace presión para que no se regularice ni se legalice el cultivo casero”. Y agregó: “Si se sumaran muchos más que cultivan y además lo hicieran para otros, prontamente el palpitar de los pacientes y de la sociedad en su conjunto harían posible la legalización y la regulación del cannabis medicinal”.

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