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Después de un largo tiempo en el ostracismo, Moya asistió a la audiencia que estuvo presidida por el juez de Garantías y Transición, Carlos Ramón Zaburlín, en la que se conoció el planteo que busca que se extinga la acción penal. Los abogados del cura entienden que el pedido encuentra respaldo "en el Código Penal y los años que transcurrieron después de denunciados los hechos".

En esos términos explicó la medida preliminar el abogado Néstor Fabián Nicolás Paulete. Junto a Rubén Germanier ejercen la defensa técnica del acusado, luego de la renuncia de Gustavo Amílcar Vales. Consultado por el antecedente que representa el caso Ilarraz, el letrado negó que "existan similitudes" y se mostró confiado en que la petición tendrá una respuesta favorable.

Una madre devastada


La mamá de una de las víctimas se acercó ayer hasta el edificio de tribunales, en calle Balcarce, para expresar su repudio al cura Marcelino Moya. Apenas divisó a Moya se le puso a la par para increparlo y este como respuesta le devolvió una sonrisa. Le dijo que le había arruinado al hijo, pero mientras le reprochaba su conducta un grupo de seis personas armaron un cerco humano para proteger al cura. Lo volvió a tener cara a cara después de mucho tiempo, cuando era maestra catequista en la misma iglesia que el sacerdote construyó su carisma y sus dotes como payador.

Mercedes de Huck, mamá de Pablo, descargó todo su dolor e indignación en palabras, emulando la valentía de su hijo que se animó a romper el silencio sobre los aberrantes hechos que padeció siendo menor de edad.

"Ellos presentaron un escrito en la audiencia de remisión a juicio de la causa y donde además se depuraron algunas pruebas", explicó el querellante, Florencio Montiel.

La querella reconoció que esperaban este planteo de la defensa, incluso en forma extraoficial se pudo conocer que el abogado Vales también estudiaba la misma posibilidad. "Los nuevos no miraron el expediente, pero ahora se valen de este artilugio legal. ¿Cómo van a hacer esta presentación para un delito que supuestamente no se cometió?", se preguntó Montiel.

Para el profesional se trata de un tema que habilita una amplia discusión, y que tiene como más inmediato antecedente la causa contra el cura Justo Ilarraz. En este punto Montiel, señaló que el Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos equiparó los delitos contra la integridad sexual de menores con delitos de lesa humanidad y agregó que "esas víctimas fueron niños en un ámbito de desprotección, muy similar a lo sucedido en el caso Ilarraz, con la diferencia de que en ese expediente hubo más denunciantes. Aunque estimamos que con Moya hubo más víctimas".

Cómo sigue la causa


El Código de Procedimientos fija tres días para resolver en cuanto a los planteos de las partes. Por un lado, el juez Zaburlín deberá expedirse en cuanto al pedido de la defensa que reclamó la prescripción, y por el otro, el pedido de elevación a juicio promovido por la fiscal Benedetti y los querellantes. "Vamos a fundamentar nuestra posición, y responder a la presentación de excepción formulada por la defensa", adelantó el abogado Montiel.

El 18 de mayo, la fiscal Nadia Benedetti había pedido la elevación a juicio de la causa, después de casi dos años de la investigación penal preparatoria. La misma funcionaria había admitido que todo ese trámite se había demorado por el deterioro de estado de salud de Moya. El religioso estuvo internado a fines de diciembre en el hospital San Martín afectado por un cuadro que hasta ahora se mantiene en reserva. Ni siquiera el pedido de los abogados querellantes, Florencio Montiel y Juan Pablo Cosso, para que se levante el secreto médico de las profesionales que atendieron al cura pudo develar el verdadero diagnóstico.

La primera denuncia contra el cura payador se conoció en junio de 2015, cuando Pablo Huck relató en primera persona lo que había padecido cuando era monaguillo, entre 1992 y 1996. Otra de las víctimas habló en los mismos términos ante el fiscal de Paraná Juan Francisco Ramírez Montrull, aunque la investigación fue remitida a los tribunales de Villaguay por cuestiones de jurisdicción.

Payador y capellán


Moya, además de párroco en la parroquia Nuestra Señora de Lima, en Villaguay, también se desempeñó como capellán en la guarnición del Ejército en la misma localidad. Siguió vinculado al ámbito militar, en Kuwait, donde fue capellán de los Cascos Azules de la ONU. Luego, retornaría para convertirse en el jefe de capellanes de todos los institutos militares del país con sede en Campo de Mayo. Finalmente, por sorpresa, regresó a Entre Ríos para ejercer su ministerio, primero, en San Benito, después en Villa Urquiza y, por último, en Seguí.
Fuente: Diario Uno

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