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Admito que no me resulta fácil buscar en la bandeja de entrada los correos de Mario Alarcón Muñíz. Siento que estoy ingresando a un territorio sagrado, a palabras que son como manifestaciones de ese noble corazón entrerriano del que brotaron y que me cuesta creer que haya dejado de latir. Prefiero imaginarlo levantando vuelo al infinito con forma de Calandria.

Confieso también que me hubiera gustado conocerlo más. Es que por esas cosas de la vida, apenas si alcancé a tratar con él en alguna que otra charla. Aún así, me alcanzó para captar qué clase de persona tenía la Gracia de cruzarme. Como si fuera hoy, recuerdo que lo fui a ver a su departamento, donde los libros, el mobiliario, los objetos antiguos, todo parecía un retrato extendido de su forma de ser.

Aportó a El Entre Ríos, durante dos años y de manera siempre puntual, sus columnas de opinión, siempre sensatas, respetuosas y a la vez incisivas. El día en que nos avisó que no podría continuar con los envíos, lo hizo fiel a su estilo. Era el 22 de enero de 2016 y en su mensaje decía: "Estoy terminando mi descanso, pero eso es relativo, pues estuve presentando el festival de Diamante y ahora me espera Federal. Eso sí, serán los últimos -quizá el último sea Feliciano en marzo- porque he considerado que debo retirarme de los escenarios. Ya he sumado muchas madrugadas. TE RUEGO que de esto no digas nada porque ni los organizadores lo saben, a nadie se lo he dicho, pues quiero hacer todo en el mayor silencio, sin ruido, ni despedidas, menos aún homenajes ni diplomas, nada de eso. Es una decisión personal y por lo tanto privada, para adentro".

Me erizo cada vez que releo este párrafo. Las mayúsculas del "TE RUEGO" son de él. Y fue por eso que me frené, me quedé callado, no publiqué nada, respetando esa privacidad y esa humildad que de manera diáfana trasunta este como otros miles de gestos de Mario. Siempre tuvo claro que su misión no era hablar de él sino contar e incluso enaltecer todo lo que acontecía en esta bendita provincia, sus poetas, sus aves, sus costumbres, su política, su gente.

Se despidió de El Entre Ríos con un texto titulado "Espacio para entendernos", en el que se esperanzaba con la vuelta al diálogo político tras las elecciones generales de 2015 y con el trabajo codo de los gobiernos nacional, provincial y municipales ante las inundaciones de diciembre de aquel año. Mario sabía de qué hablaba cuando impulsaba el diálogo respetuoso porque toda su vida lo puso en práctica.

Quiso el destino que en aquella última columna para El Entre Ríos, se ocupara de otro grande que ya no está entre nosotros: el cura Andrés Servin. Y también, como al pasar, deslizó una crítica por las promesas incumplidas del gobernador que recién había terminado su segundo mandato.

Aquí, los últimos párrafos escritos por Mario Alarcón Muñiz para El Entre Ríos, aludiendo a las inundaciones de diciembre de 2015:

"Hacer frente a una situación tan angustiante, es una obligación que sobrepasa las jurisdicciones y supera los alineamientos partidarios. A esto lo entendemos fácilmente, pero no siempre fue así. De todos modos, entre la organización y coordinación de los gobiernos nacional, provincial y municipal, además del voluntariado representado por entidades privadas, se está haciendo frente a una situación crítica que sólo demanda solidaridad y unidad de acción.

Las inundaciones parecen inevitables. Se producen en todo el mundo con diferentes características, integrando el rubro de las peripecias que suelen afectar al ser humano. Sin embargo, hay formas de contrarrestarlas o neutralizarlas o aliviarlas, según los casos y las posibilidades.

Al cabo de la experiencia estremecedora de 1959 (sin represa) y sus réplicas de 1983 (con represa) y alguna más, el padre Andrés Servín -el célebre cura tercermundista que convivía con la gente pobre del barrio Lourdes- impulsó la construcción de la Defensa Sur de Concordia. A su insistencia y participación, además del trabajo del ingeniero José Bourrén, se debe la obra, concluida hace una década. Debido a esa contención están a salvo no menos de 10.000 personas. Cada tanto Servín controlaba que no hubiera filtraciones. Si estas se producían, las denunciaba y reclamaba el mantenimiento del muro.

Hace seis años, en diciembre de 2009, el entonces gobernador Urribarri anunció la ampliación de la Defensa Sur para proteger a mayor cantidad de barrios y la construcción de 400 nuevas viviendas en la zona. Ni lo uno ni lo otro. Una vez más los globos de colores. Y ya no hay quien reclame con la fuerza del cura Servín, fallecido el 3 de noviembre de 2014".
Fuente: El Entre Ríos

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