Sudan vive con dos hembras que también son las últimas de su misma subespecie denominada Cerathotherium simum cottoni y que permanecen férreamente vigiladas junto a Sudán en la reserva Ol Pejeta Conservancy, de Kenia.
Los rinocerontes blancos, hoy a punto de extinguirse, existen hace 26 millones de años y hasta mediados del siglo XIX había cerca de un millón de ellos en Africa, siendo los territorios de República Centroafricana, Chad, República Democrática del Congo y Sudán del Sur su hábitat tradicional donde fueron diezmados por la caza furtiva. En la última década, los únicos ejemplares que podían encontrarse estaban en cautiverio o en áreas protegidas.
Paralelamente a la disposición de la guardia militar se lanzó una campaña para recaudar fondos con el objeto de proteger a una especie cuyo peligro de extinción se atribuye fundamentalmente al hombre.
Los cazadores furtivos durante años se ocuparon de cazar ejemplares de esta subespecie para venderlos enteros o por partes. Los científicos creen que los conflictos bélicos que golpearon a la zona en los últimos años contribuyeron también a poner en jaque a los rinocerontes blancos y no son optimistas respecto a su destino.
Esperanza en la ciencia
Su mayor esperanza pasa por poder volver a traer al mundo algún día a la subespecie conservando material genético y generando a través de fecundaciones in vitro bebés rinocerontes de probeta.
Los rinocerontes blancos son el caso más visible de este problema, pero todas las subespecies de rinoceronte están hoy amenazadas. Una de las razones es que sus colmillos se venden por más de 55.000 euros por kilo en Asia, sobre todo en China y Vietnam, donde se les atribuyen propiedades medicinales. Esto no es más que un mito, ya que la única sustancia valiosa que tienen es keratina, que también está presente en las uñas humanas.