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Tras un año educativo planteado desde la virtualidad, a partir de que se decretara la cuarentena obligatoria en Argentina por la pandemia de coronavirus, a mediados de marzo, el Gobierno prometió que en el ciclo lectivo 2021 se volvería a la presencialidad en las escuelas entrerrianas. Sin embargo, los gremios docentes pusieron reparos a esta posibilidad, ya que no consideran que estén dadas las condiciones para que esto suceda, en el marco de los protocolos que se pretenden instrumentar.

Varias voces se posicionaron en uno u otro sentido. Ahora, es el diputado provincial, Nicolás Mattiauda (Pro-Cambiemos), quien dio su opinión al respecto. Consideró “fundamental y necesario” que los alumnos de todos los niveles vuelvan a las aulas este año en Entre Ríos “con todos los protocolos necesarios. No se puede perder otro año en la virtualidad", remarcó.

Según el legislador, la gestión de Gustavo Bordet tendrá “un importante desafío” por delante, que se sumará a la paritaria docente en un momento de salarios congelados por la Ley de Emergencia: “implementar y asegurar los protocolos para el retorno a las aulas en todas las escuelas, en un contexto de magro presupuesto para el mantenimiento de las mismas y de condiciones edilicias poco acordes para el requerimiento sanitario”.

“Es fundamental y necesario que los alumnos vuelvan a tener clases presenciales, porque es la única manera de que no se sigan profundizando las
brechas de aprendizaje”, señaló Mattiauda, aunque puso en duda que la Provincia pueda garantizar la presencialidad.

“¿El gobierno equipará a todos los directivos y docentes con los insumos y herramientas necesarias, o lo deberán pagar de su bolsillo los trabajadores,
como ha ocurrido en muchos casos con el sector salud y seguridad? ¿El gobierno entregará a los alumnos máscaras protectoras y otras medidas de
seguridad sanitaria, o deberá cada familia sumarlo como otro gasto de la canasta escolar?”, cuestionó el diputado.

Agregó que “la virtualidad permitió al Estado ahorrar dinero en costos de funcionamiento de las escuelas, pero parte de ese gasto lo tuvieron que
afrontar los docentes y los propios alumnos para asegurar la conectividad”.

Para el legislador del Pro integrante del interbloque Cambiemos, “no hay certezas” de que la presencialidad en las escuelas entrerrianas esté
asegurada en el comienzo del ciclo lectivo 2021, y pidió que el gobierno “no especule con anuncios que después no estará en condiciones de cumplir”.

“Los niños y jóvenes tuvieron dificultades para cursar durante el año pasado, los contenidos debieron adaptarse a la virtualidad y los problemas de
conectividad, sumados a la falta del contacto necesario en el aula, generaron deserción y una brecha educativa importante”, remarcó.
Objetivo prioritario
A través de un comunicado, la Federación de Asociaciones Rurales de Entre Ríos (FARER) también se sumó al debate sobre la vuelta a las escuelas en tiempos de pandemia. Según entendieron desde la entidad, "resulta imperioso que se realicen todos los esfuerzos tendientes a recuperar la presencialidad en las escuelas de la provincia".

A continuación, El Entre Ríos reproduce el texto que la entidad le compartió en el que expresa su posición con respecto a este tema:

En tiempos donde muchas veces se baja un discurso florido sobre reivindicaciones, derechos, inclusión y tantos otros términos que abonan un relato, hechos concretos de la realidad se dan de bruces con dicho entramado lingüístico – político y lo transforman en muchos casos, sencillamente en cartón pintado.

Se puede gobernar de diversas formas: hablando y excusándose en el pasado, buscando soluciones sin importar la historia reciente, mirando al futuro, pero siempre se debe tener los pies sobre la tierra. Decía el genial Inodoro Pereyra, invención gráfica de Roberto Fontanarrosa que era “difícil hablar del futuro cuando el presente está tan presente”.

Justamente vivimos el hoy y la pandemia nos pegó un cachetazo en 2020 que en algunos aspectos fue demoledor. Independientemente del sanitario, que es el ítem que marca la cancha, las asimetrías que dejó el ciclo escolar debieran hacernos reflexionar y buscar mecanismos que dejen de ensanchar la brecha entre nuestros niños y jóvenes.

Ha quedado claro, más allá de los silencios y los maquillajes, que muchos alumnos del sistema educativo entrerriano perdieron el año escolar. Zonas rurales, islas y barrios pobres fueron los más perjudicados. En ese marco, urge que gremios y gobierno provincial se reúnan para delinear las clases que se avecinan.

Sin obviar la cuestión sanitaria, resulta imprescindible que los chicos vuelvan a la presencialidad. De manera normal o bajo los mecanismos alternativos que puedan surgir, que los alumnos vayan a la escuela debiera ser uno de los temas que más importancia, ideas e interés ocupe en la agenda del Estado entrerriano.

No podemos hacernos los distraídos. Gobierno, legisladores, gremios, dirigentes, docentes, padres, todos, tenemos que hacernos cargo, en mayor o menor medida, de cómo resolvemos esta intrincada coyuntura.

No es aceptable de ninguna manera, que un país y una provincia con enormes desigualdades económico sociales que necesita imperiosamente de la mano de la educación, se den el lujo de planear un calendario escolar para los chicos con mayores ingresos y siga postergando a otros con menores recursos.

Las clases virtuales, que pueden haber llegado para quedarse en algún sentido, fueron una herramienta necesaria, pero en ningún caso puede ser la única. Este formato deja afuera a miles y miles de estudiantes ya que excluye, discrimina, condena y es profundamente injusto. La presencialidad es imprescindible.

Por todo esto, no puede pasar un día más sin que los principales actores comiencen a consensuar estrategias que desemboquen en una vuelta a las aulas. No hay nada más democratizante e igualador que la escuela, pero no en la mirada y la puesta en práctica como la vimos en 2020. Eso fue -tal vez producto de lo inédito de la situación- un ensayo que no podemos repetir. Hoy contamos con más experiencia y cierto tiempo para ser previsores. Sumar un año más sin aulas, para muchos puede ser más de dos años sin clases, puede ser la exclusión definitiva del sistema educativo y una hipoteca grande de su futuro.
Fuente: El Entre Ríos

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