Cuando fue descubierto el cuerpo, Romero presentaba a simple vista evidencia de una fuerte golpiza en el costado derecho del rostro y con la ropa rasgada. Con la autopsia se descubrió que el anciano fue castigado severamente, dejando como secuelas marcados traumatismos de cráneo y tórax en la parte externa e interna del cuerpo. Por otro lado, no se encontraron signos de una defensa, por lo cual se refuerza la hipótesis de que la víctima conocía a –por lo menos – uno de sus asesinos. También se certificó que el crimen pudo haberse cometido en la madrugada, entre 8 y 12 horas antes de que fuera encontrado muerto.
Otro dato que trascendió es que Romero fue sorprendido momentos antes de comer, porque en la escena del crimen estaba la comida preparada. Había pastas, papas fritas y hasta un sándwich de miga en la mesa de luz de la habitación.
Los investigadores apuntaron a la posibilidad de que este anciano de 84 años fue torturado para decir el lugar donde guardaba el dinero. Según varios testigos, Romero era de contar sobre sus proyectos y decía abiertamente el alto ingreso jubilatorio que percibía por haberse retirado con la jerarquía más alta del Ejército, además de lo que recibía por rentas de inmuebles.
En un primer momento se creyó que su muerte habría sido un factor imprevisto en el robo, pero esto quedó desestimado cuando se comprobaron las lesiones que presentaba el cuerpo. Romero murió a causa de un paro cardiorrespiratorio originado por los politraumatismos en cráneo y tórax, pero el stress vivido también pudo ser la causal del paro cardiorrespiratorio. Por lo pronto, se remitieron a Paraná órganos y tejidos para estudios anatomopatológicos.