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*Por Delfina Quiroga, psicóloga

La Organización Mundial de la Salud (WHO) define la salud no solo como la ausencia de enfermedad, sino como un estado de completo bienestar físico, mental y social. En otras palabras, la salud incluye todas las dimensiones humanas y no simplemente la ausencia de una patología.

Una de las grandes enseñanzas que nos ha dejado el COVID-19 es prestarle especial atención a la salud en todo sentido. Una enfermedad que comenzó siendo una patología exclusivamente física nos ha hecho ahondar la mirada de todas las enfermedades, siendo estas no exclusivamente mentales o físicas. Del mismo modo desde hace ya varios años que diversos especialistas e instituciones han hecho un esfuerzo enorme por generar conciencia sobre diversas enfermedades a fin de aumentar la prevención, acelerar la consulta y tratamiento así como también disminuir el estigma.

Así, podría pensarse que estamos atravesando un momento de cambio, donde la información nos empodera pero al mismo tiempo nos vuelve responsables.

El día 12 de junio se ha celebrado el Global Wellness Day (Día Mundial del Bienestar). El motivo de dedicarle un día específico al bienestar, no es ni más ni menos que generar conciencia sobre el mismo. Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de bienestar?

Bienestar es una palabra que hemos escuchado durante el último tiempo en infinidad de oportunidades. En la literatura científica, según nos explican Pinto y sus colaboradores, es un concepto que se suele asociar a felicidad, experiencias o ideas positivas, satisfacción, placer y prosperidad.

El bienestar es un concepto que incluye cuatro dimensiones: la física, mental, social y ambiental. Así, comprende diferentes temáticas como son la reducción del estrés, la responsabilidad en el autocuidado y la conciencia de nuestra condición física (Pinto, Fumincelli, Mazzo, Caldeira & Martins, 2017).

Diversas son las maneras de velar por nuestro bienestar a fin de brindar un nuevo estilo y forma de vivir nuestra vida, tanto a nivel individual como colectivo. Trabajar por el bienestar es indispensable, ya que no sólo trae beneficios a corto plazo sino que también es conocido su valor como factor protector frente a diversas patologías mentales y físicas.

La psicología positiva, fundada por el doctor Martin Seligman, es aquella que estudia tanto las emociones positivas, el carácter positivo y las instituciones positivas. Es decir, que la misma tiene como objeto de estudio el bienestar a fin de completar los estudios psicológicos orientados a la patología mental. De esta manera el doctor Seligman fue el pionero en brindarnos herramientas para potenciar nuestro bienestar y trabajar por nuestra felicidad. Este autor entiende que esta última incluye tanto una vida placentera como una vida comprometida y llena de sentido (Seligman, Steen, Park & Peterson, 2005). Parece este un desafío imposible en el tiempo de pandemia actual.

Sin embargo, todo comienza con un paso, con una sola acción. Tal como describe el lema propuesto por el Global Wellness Day: “Un día puede cambiar toda tu vida”. Si bien podría sonar utópico a primera vista, dicho lema no es sino una propuesta para ocuparnos hoy de nuestro bienestar.

Conocidas son las recomendaciones o hábitos a seguir a la hora de hablar de nuestro bienestar físico: dormir ocho horas diarias, tomar dos litros de agua por día, no fumar, llevar una alimentación y estilo de vida saludable dentro de tantos otros. ¿Y, cómo ocuparnos de nuestro bienestar psicológico?

Las prácticas validadas científicamente de la psicología positiva comprenden una serie de hábitos que vuelvan más intensas nuestras emociones, pensamientos y comportamientos positivos para poder transitar las inevitables vicisitudes de la vida. En pos de nuestro bienestar, el objetivo principal no estaría en experimentar intensas emociones positivas, sino en experimentarlas frecuentemente. Algunas de las prácticas propuestas desde la psicología positiva para trabajar en nuestro bienestar incluyen el hábito de la gratitud, actos de amabilidad, el saboreo o conciencia plena en las experiencias de placer, midnfulness o atención plena, entre otros.

En el contexto actual es un desafío poner en práctica estas intervenciones de la psicología positiva, pero no imposible. Para esto debemos empezar por destinar un tiempo y espacio específico dentro de nuestra rutina diaria a estos hábitos. Como, por ejemplo, preguntarnos y escribirlo en un papel, siempre en el mismo momento del día: ¿Por qué tres cosas estamos agradecidos hoy?

¿No será esto más constructivo para nuestro bienestar?

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