Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
La calurosa tarde del 29 de junio de 1986 quedará para siempre grabada a fuego en el corazón de todos aquellos hinchas argentinos que aman el fútbol y a la Selección Argentina. Aquella jornada, en el mítico estadio Azteca, mostró al seleccionado de Carlos Salvador Bilardo superior a la poderosa Alemania de Franz Beckenbaur.

Sin embargo, y cuando la algarabía celeste y blanca comenzaba a desatarse en tierras mexicanas, el empate del conjunto germano paralizó la fiesta sudamericana y hasta pareció detener el tiempo por algunos minutos.

Fue allí cuando una vez más, apareció el genio de Diego Maradona para habilitar a Jorge Burruchaga, quien seguramente en la corrida más importante de su vida, trasladó el balón hasta hacerlo besar la red de la portería alemana con una suave definición que se metió entre las piernas del recordado arquero Harald Schumacher.

Esa tarde, el protagonista de esta historia, Burru se ganó un lugar privilegiado dentro de la galería exclusiva de los héroes que supieron defender la camiseta de todos con tanta gloria y honor.

Hoy, 36 años después de aquella epopeya deportiva, el autor de aquél gol eterno acepta repasar, de principio a fin, cada paso que permitió aquella inolvidable conquista deportiva.

-¿Por qué creés que Bilardo, un ícono de Estudiantes, convoca no bien asume en la Selección a tantos jugadores del Independiente con el que rivalizó?

-Porque a Carlos le gustaban los jugadores que jugaban bien, los que tenían buen pie y además eran inteligentes. Todo lo demás que se puede llegar a decir no es cierto. Pensá que en aquella primera convocatoria, en el año 83, de Independiente fuimos citados el Negro Clausen, el Gringo Giusti, Marangoni, Bochini y yo. De esos cinco, cuatro llegamos al Mundial. Sólo Maranga después se quedó afuera y ahí terminó jugando el Checho Batista.

-Ese proceso tiene como primera victoria importante un triunfo frente a Brasil en el Monumental.

-Sí, ese partido se dio dentro de una Copa América muy rara, se jugaba en dos zonas y había tres equipos en cada una. A nosotros nos tocaron Brasil y Ecuador como rivales y, cuando jugamos contra los brasileños en River, se dio la anécdota donde Bilardo lo citó a Roberto Mouzo para marcar a Roberto Dinamita (histórico centrodelantero de la verdeamarela) hombre a hombre por toda la cancha y le avisó que ésa iba a ser su única convocatoria al seleccionado y solamente para cumplir ese día con esa función. Así fue nomás: ganamos 1-0 con gol del Flaco Gareca y Mouzo no pisó más el predio de Ezeiza. Sin dudas, esa fue una victoria muy importante para todos nosotros y una posibilidad también para empezar a conocer lo que era Bilardo.

-¿De entrada lo entendías a Bilardo, podías interpretar lo que él te empezaba a pedir?

-Nooo, ¡qué lo voy a entender! Al principio los únicos que lo entendían eran los muchachos que estaban con él en Estudiantes. Además, vos imagínate que nosotros estábamos en Independiente, con Nito Veiga primero y con el Pato Pastoriza después, veníamos de otra ideología no solamente de juego, sino también de métodos de entrenamiento, de vida, de todo. Cuando empezamos con Bilardo, para nosotros las prácticas de fútbol eran muy largas, tuvimos que adaptarnos a un sistema táctico nuevo, por primera vez escuchamos hablar de líbero, stopper y persecuciones individuales. El único lugar de la cancha donde él te daba absoluta libertad era de mitad de cancha para adelante, ahí sí Carlos siempre fue muy flexible, pero ya te digo, en ese momento, para nosotros todo era nuevo y nos costó muchísimo.

-Los más jóvenes probablemente no sepan qué pasaba con Bilardo si en un entrenamiento veía a un jugador con las manos en la cintura...

-Con esas cosas era bravo (risas), él era un obsesivo primero de la táctica defensiva. Después, si agachabas la cabeza por ejemplo, para él era una manera de demostrarle al rival que estabas mal o cansado, tampoco podías ponerte los brazos en jarra, como se decía antes, porque era un síntoma de que no estabas bien. Una vuelta, también mandó a cortar todas las capuchas de los buzos en pleno invierno porque decía que con eso puesto no lo escuchábamos. Él era así: con los volantes también tenía una obsesión, él decía que nosotros teníamos que hablar y entender todo por ser el corazón del equipo. Después, también tenía un tema con los videos, nos hacía ver videos muy pero muy largos a veces hasta la noche. La realidad marca que él creía en eso y de alguna manera, el tiempo, en muchas cuestiones, le dio la razón.

-¿Qué es lo que más valoras de Bilardo?

-Lo convencido que estaba. El fútbol se trata de eso, un entrenador tiene que convencer al jugador. Primero en el punto de vista futbolístico, estratégico y táctico, pero también en lo que yo llamo el dicho y el hecho: lo que el DT hace por encima de lo que dice. Él tenía un convencimiento sobre sus ideas y luchó contra todo para poder imponerlas, eso es lo que más rescato de Carlos hoy con el paso del tiempo.

-¿Cuándo empezaste a pensar que Maradona iba a tener su Mundial?

-Cuando lo vimos entrenar, no bien llegamos a la concentración en México. Nos impresionaba. También influyó Bilardo, cuando desde la primera hora decidió que él iba a ser el capitán. Cuando lo veíamos todo el tiempo intentando contagiar a todos, entrenando como un caballo (textual), arriba de la cinta de una manera que parecía que la iba a romper, nos dimos cuenta de lo que podía llegar a pasar. Yo creo que él llegó a ese Mundial con la bronca de lo que le pasó cuatro años antes en España y lo de México fue su revancha perfecta.

-¿Cómo se hace para ser el acompañante ideal de semejante futbolista y en su mejor momento?

-Tuvo mucho que ver el trabajo de Bilardo. Él supo aprovechar al máximo mis cualidades, yo no era un armador o un enganche clásico, el diez típico de aquella época. Yo era un mediocampista que tenía mucha movilidad, que aportaba también mucha llegada a posición de gol y que ocupaba ese rol de segunda manija. A Carlos le gustaban los jugadores que tenían mucha movilidad, por eso Giusti y yo por ejemplo, jugamos mucho con él. Después, yo a Diego tenía que mirarlo, por ahí yo sabía que si él estaba marcado tenía que aparecer, que si él estaba por un sector yo tenía que darle opciones de pase o descarga, que a veces tenía que arrastrarle las marcas y así, siempre de alguna manera nos íbamos encontrando y acomodando.

-¿Uruguay es el partido en el que entienden que están para algo grande?

-Te cuento una anécdota, el gran Bocha (Bochini), cuando volvimos de ese partido, fue el primero que dijo que estábamos para campeones. Esa tarde además, nosotros jugamos 75 minutos fenomenales y Diego la rompió. Yo sé que quedan los goles contra Inglaterra como lo mejor de Maradona en ese Mundial pero contra los uruguayos, lo de Diego fue fenomenal. Ahí aparece otra vez la inteligencia de Carlos, esto te lo digo porque yo estoy convencido que durante un Mundial vos tenés que tener como mínimo dos maneras de jugar.

-¿Cómo fue acompañar a Maradona en aquella corrida que termina con el segundo gol a Inglaterra?

-Yo te digo que cuando Diego hace esa doble pisadita para arrancar y cruzar la mitad de la cancha, yo estoy paralelo a él, un poco sobre su izquierda y la verdad, siempre digo que fui un espectador de lujo de lo que fue sin lugar a dudas, el mejor gol de la historia de los Mundiales. No sólo por lo que fue el gol y cómo lo hizo, yo remarco también el estado del campo de juego, que estaba muy mal. La pelota era difícil de dominar y él la llevaba pegada al piso, era impresionante ver lo que Diego hacía. Yo pensé en un momento que por ahí me la daba porque me miró, pero ahí finalmente volvió a enganchar e hizo ese golazo increíble.

-¿Qué siente un futbolista ya en la previa de una final del mundo?

-Mirá, lo importante para nosotros era que llegamos a la final enteros. Los momentos previos los vivimos con esa seguridad que nos venían dando nuestras actuaciones. Ganarles a Uruguay y a Inglaterra, que eran rivales súper complicados, pasar sin demasiados sobresaltos a Bélgica y llegar a esa final... A esa altura ya nos sentíamos imbatibles. La noche previa, se pudo ver después en algunas imágenes, el Vasco (Olarticoechea) nos hacía reportajes en broma y todos estábamos de muy buen humor, muy confiados. La mayor demostración de esa seguridad fuer que nos empatan al final y pudimos reponernos y ganar el partido

-¿Cómo es que aparecés solo para iniciar esa corrida inolvidable del 3-2?

-Yo arranco la jugada desde el costado izquierdo de nuestra área, cuando la pelota viene rebotando yo voy llegando casi a la línea del Checho Batista. Cuando la pelota va rechazada y gana el rebote el Negro Enrique y se la da a Diego, meto una diagonal, porque yo iba mirando la secuencia de la jugada y cómo ellos se adelantaban para poder picar al vacío. Después Diego en eso era como el Bocha (Bochini), tenía la capacidad de poner esas pelotas estando de espaldas y dejarte mano a mano con el arquero rival. Me la dio justo en el momento y al lugar que yo necesitaba.

-Ser campeón del Mundo es…

-Seguramente lo máximo para todo futbolista. Cuando uno empieza en esto, sueña con llegar a jugar en Primera con lo difícil que es. Después, obviamente, el sueño pasa a ser jugar en la Selección, y si encima lográs todo eso y llegás a ser campeón del mundo, es lo máximo. Además, con todo lo que nosotros habíamos sufrido, habíamos trabajado, habíamos dejado de lado para conseguir esto, lo pudimos disfrutar muchísimo y todavía podemos hacerlo hasta el día de hoy, porque como nos decía Carlos, la gente aún nos reconoce y agradece por ese título.

-¿Argentina llega como candidato a Qatar?

-Creo que llega en el lote de los candidatos. Tenés en un primer lote a Argentina, Brasil y Francia. Y después otras selecciones de muchísimo cuidado que también tienen historia y que llegan muy bien.Este grupo pudo realizar ese recambio que se esperaba y después de ganar la Copa América, llega con la tranquilidad que sobre todo Leo (Messi) necesitaba. Además llega invicto, con un muy buen plantel para mí ya afianzado donde el Director Técnico puede encontrar todas las características que necesita más allá de las lamentables bajas de último momento.

-¿Qué significa defender la camiseta argentina en un Mundial?

-Jugar un Mundial defendiendo la camiseta de tu país es el objetivo más difícil en la carrera de un futbolista y a la vez es el mayor orgullo que uno puede sentir. Cuando defendés esta camiseta, tus hinchas son todos: los de Boca, River, Racing, Independiente, los de todos los equipos. En la Selección no importa la plata, con esta camiseta lo único que importa es la gloria. Ganar un Mundial y que te lo agradezcan después de 36 años, es todo lo que pude haber soñado y mucho más.
Fuente: TyC Sports

Enviá tu comentario