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Una madre entrerriana acudió a El Entre Ríos, a través de una carta de lectores, con el propósito de sacar a la luz las dificultades, verdaderas piedras que la burocracia pone en el camino de quienes se han animado a dar un paso tan amoroso como relevante: adoptar a un niño necesitado de un hogar.

Por obvias razones, la mamá firmante solicitó reserva de su identidad, preocupada por no victimizar a su hijo. Queda claro desde las primeras líneas que la anima la esperanza de que su carta ayude a que quienes tienen poder de decisión se decida a derribar esta verdadera carrera de obstáculos que atenta contra la adopción:
Aquí, la carta completa:
Tenemos el agrado de dirigirnos a usted a fin de narrar algunas de las peripecias burocráticas que transitamos como padres que hemos formado una familia por adopción, con la esperanza de que sirva para concientizar a quienes tienen en sus manos mejorar estas cuestiones, y así allanar el camino de aquellos que se inscriben para adoptar, que en definitiva es allanar el camino para que muchos más niños entrerrianos puedan vivir y crecer en una familia.

Las dificultades burocráticas son múltiples. Una de ellas es la dificultad para obtener licencias laborales para sostener el período de vinculación con los niños. El período de vinculación es el que transcurre desde que, por orden de un Juzgado, los padres concurren a la residencia en la que viven sus hijos y los conocen, hasta el momento en que se dicta la sentencia de guarda preadoptiva. Es un período que puede prolongarse varios meses y se encuentra monitoreado y acompañado por profesionales del COPNAF y del RUAER. En nuestro caso (y en el de muchos padres que forman una familia por adopción), debimos afrontar una licencia sin goce de sueldo dado que no se encuentra prevista una licencia que contemple este período tan importante, y nuestros jefes fueron inflexibles para autorizar un adelantamiento de la licencia por vacaciones o de la licencia por maternidad, prevista para el momento de otorgamiento de la guarda judicial, que es un momento muy posterior, en la mayoría de los casos, al de la vinculación, pese a que nuestros jefes conocían desde hace años nuestro proyecto adoptivo.

Otra dificultad que afrontamos es la desafiliación de nuestros hijos de IOSPER, pese a haber notificado a la obra social el dictado de la sentencia de adopción al día siguiente de recibir esta hermosa noticia por parte del juzgado.

En vano presentamos varias notas en IOSPER explicando que sólo era necesario rectificar el apellido de los niños, ya que sus nombres y números de DNI no cambian. Al día de hoy continúan en situación de “inactivos” en IOSPER.

Por último mencionamos que pese al tiempo transcurrido desde el dictado de la sentencia de adopción, tampoco contamos al día de la fecha con los DNI de los niños que reflejen su identidad actual, es decir, con el apellido de nuestra familia. Y por consiguiente tampoco hemos podido cobrar la asignación prevista, equivalente a la de nacimiento, más allá de que lo más grave es la incomodidad que causa a nuestros hijos verse obligados -en la escuela, por ejemplo- a continuar utilizando un apellido con el que no se identifican. Sirva esta breve narración como botón de muestra de otras tantas trabas burocráticas que afrontamos.

Si bien la inmensa felicidad de haber formado una familia nos da fuerzas para sobrellevar todo y continuar luchando por los derechos de nuestros hijos, hacemos pública la situación para que otras familias no tengan que padecerla. Agradeciendo desde ya el espacio que nos brinda, le enviamos nuestro saludo.
Fuente: El Entre Ríos

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