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Con mucha mayor timidez que la que exhibe el rimbombante título del “Régimen de Fomento de Inversión para las Exportaciones”, el Gobierno anunció un plan para permitir que las empresas exportadoras puedan disponer del 20% de sus ingresos por exportaciones para invertir.

La timidez del anuncio se entiende. Es que estos tibios intentos de algunos sectores del Gobierno (los ministros Kulfas y Guzmán, a veces el diputado Massa) por evitar que los sectores empresarios terminen de tirar la toalla se encuentran con otros avances, mucho más decididos, de los sectores del Gobierno alineados en el Instituto Patria, atentos a bombardear cualquier atisbo de sensatez en materia económica.

El anuncio fracasó antes de ser anunciado. ¿Es o no es un incentivo a la inversión? Sí, pero es un incentivo que empalidece contra el desaliento que, en la misma semana, provocan las discusiones en torno al aumento de la alícuota del impuesto a las ganancias, el comienzo de un nuevo período de restricciones a la movilidad y la entrevista que el Subsecretario de Energía, Federico Basualdo, otorgó al portal EconoJournal.

De la reunión en Economía durante la cual se anunció el “Régimen” participaron representantes de varias empresas, principalmente de los rubros petrolero y automotriz. Todas grandes empresas, que como cabe suponer, son grandes exportadoras y podrían beneficiarse con el anuncio. Pero la pregunta pertinente es: ¿el anuncio las va a motiva a invertir?

Casi en concordancia con el anuncio del “Régimen”, el oficialismo hizo público su proyecto de aumento de las alícuotas del impuesto a las ganancias de empresas. De mínima, la ganancia neta de una gran empresa (sí, las que estuvieron en Economía para el anuncio) caería 7% por el salto en la alícuota del impuesto. La excusa: “75% de las empresas pagará menos”. ¿Quiénes pagan más? Las empresas grandes, cuyas inversiones el “Régimen” intenta incentivar. Coherencia, por favor.

Además, según el INDEC la utilización de la capacidad instalada en la industria manufacturera estaba en 57% en enero de 2021. Las nuevas restricciones a la movilidad promete bajar este ya de por sí débil guarismo y, además, promete empujar a las empresas a la cautela, con la lección de 2020 dolorosamente aprendida. Habiendo tanta capacidad ociosa y con el Gobierno tomando medidas restrictivas, ¿hace sentido anunciar un incentivo a la inversión? Coherencia, por favor.

Si más impuestos y más restricciones no hubieran sido suficientes para disuadir a alguna empresa de invertir, el subsecretario de Energía, Federico Basualdo, se encargó de despejar toda duda. En diálogo con el portal EconoJournal, Basualdo niega la necesidad de aumentar tarifas de electricidad, critica los altos precios de la generación y desmerece las inversiones de la era Macri. Todo muy propicio para coincidir con el anuncio del “Régimen”.

Llama menos la atención la ignorancia de Basualdo que su convivencia en el gobierno con Guzmán, un ministro en caída que ve su Presupuesto (aprobado por el Congreso) ninguneado por un subsecretario en un medio masivo. ¿Qué empresa invertiría contra un contrato, o una promesa, del estado, mientras quien promete rompe, a la vez, otro contrato del estado? Coherencia, por favor.

Una invitación a invertir hecha por un gobierno que se desdice casi a diario, por un estado que ha dado sobradas muestras de ser un incumplidor serial de sus contratos, en un contexto en el cual el incentivo ofrecido convive con tantos factores de desánimo. No sólo los mencionados, sino todos los vinculados con las normas cambiarias que restringen el acceso al financiamiento, que se desentienden del costo de la deuda, que fuerzan a las empresas a reestructurar sus pasivos y que aplican un torniquete a las importaciones. Coherencia, por favor.

Convivimos con una casta política a la que le encanta decirnos qué hacer en cada cuestión de nuestra vida. Que confunde un contrato del estado con un contrato de un gobierno –pese a las sobradas muestras de cuánto nos ha costado esta fantasía. Que se siente mucho más importante y poderosa de lo que en realidad es. Y que cada vez que habla desnuda una cualidad inocultable: la falta de coherencia.

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