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“La colilla de cigarrillo es el residuo más frecuente en la limpieza de playas y mares, representa entre el 30 y el 40% de los desechos recogidos año a año en la limpieza urbana y costera, termina en un 40% en los océanos y es el primer residuo arrojado en la vía pública a nivel mundial”.

Así empieza un texto de Fernando Catelotti, un colonense que pone sobre la mesa un tema pendiente: la contaminación producida por las colillas de cigarrillo en las playas, un elemento que puede parece inofensivo, pero que genera más daño del imaginado.

Una breve recorrida por los balnearios de su ciudad, incluso luego de la habitual limpieza matutina, lo llevó a concluir en “la imperiosidad de medidas efectivas al respecto”. Puso manos a la obra y decidió compartir su producción con algunos concejales locales, el Centro de Atención al Vecino de la Municipalidad de Colón y El Entre Ríos.
“Más del 70% de los fumadores encuestados lanza automáticamente la colilla al suelo. Es difícilmente reciclable, no es biodegradable y resulta muy contaminante”.

“El acetato de celulosa, plástico con que está fabricada la mayoría de las colillas, tarda entre 7 y 12 años en descomponerse, tiempo en que continúa la emisión de sustancias tóxicas al aire, al agua y al suelo”, aporta entre otros datos extraídos del informe “Ojo con la colilla”, elaborado por la organización de voluntarios Eco House Global.

“La colilla emite químicos en estado gaseoso a la atmósfera, máxime nicotina, piridina y benceno”.

“Las casi 70 sustancias cancerígenas presentes en el humo de tabaco —arsénico, benceno, berilio, 1,3-butadieno, cadmio, cloruro de vinilo, cromo, níquel, óxido de etileno, entre otras— son absorbidas por el filtro y permanecen en la colilla”.

Los números alarman: “Una sola colilla puede contaminar 1.000 litros de agua estancada y 500 litros de agua en los cursos en que acaba, perjudicando la flora y la fauna y la potabilización; otros estudios revelan una contaminación mínima de 60 litros. En la tierra, la colilla reduce la permeabilidad, la fertilidad y la actividad biológica del suelo. Además, expone a animales y seres humanos, particularmente a niños pequeños, al riesgo de ingesta”.

“La mayoría de los tóxicos liberados por la colilla son bioacumulables, permanecen y se transmiten en la cadena trófica, provocando biomagnificación y cuando permanece sin apagar, puede ser causante frecuente de incendios de exteriores”, agrega.

En las playas, la colilla contamina particularmente la arena y el agua, daña las especies acuáticas por ingesta o por intoxicación con agua contaminada, compromete las áreas recreativas y su atractivo visual, eleva el riesgo de ingesta por parte de los niños y adiciona un costo económico relacionado con su limpieza y gestión y con la realización de campañas de comunicación y prevención”.

A su vez, “requiere manejo especial y gestión diferenciada como residuo peligroso, de forma que no perjudique ni el ambiente ni la salud humana. Su peligrosidad demanda educación ambiental y acciones tanto individuales como colectivas”.

“La industria tabacalera aún no tiene un rol específico en la gestión de la colilla. Algunas alternativas son el tratamiento en rellenos sanitarios, la recolección diferenciada para reciclaje, la reutilización, la biorremediación y la termodestrucción; en todos los casos, es preciso estudiar los recursos y el impacto relacionados con cada sistema de gestión en el medio en que se quiera implementar”, indica el escrito.

“Varios países y ciudades regulan su gestión aplicando sanciones por arrojarlas en la vía pública, estipulando que los comercios deben recogerlas en su área de trabajo y almacenarlas en recipientes adecuados, estableciendo impuestos a los cigarrillos que incluyen el costo de la limpieza y de la educación antitabaco, etc.”.
Normativa en otras ciudades
El vecino colonense suma al informe datos sobre la legislación vigente en otras localidades:

“En Pinamar, la Ordenanza 5576/2019 crea el programa Playa Libre de Humo y prohíbe fumar en las playas. En la ciudad de Corrientes, la Ordenanza 6966/2020 regula la colocación de colilleros, sectores para fumadores en las playas y sanciones disciplinarias por incumplimiento. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la Ley 6403 (también de 2020), prohíbe arrojar colillas de cigarrillos o cigarros o filtros en la vía pública y establece multas económicas, trabajo comunitario y cursos de educación y capacitación ambiental por inobservancia”.

Otra ciudad que decidió encarar el problema es Mar del Plata, donde estará prohibido fumar en los balnearios privados. De esta forma, deja al municipio la potestad de extender su aplicación también en playas públicas. Así lo dispuso el concejo deliberante local en diciembre de 2022, al ampliar el alcance de la Ordenanza 20.104 que explicita la prohibición de fumar en establecimientos sanitarios, oficinas públicas, shoppings, teatros, cines y áreas de entretenimientos con público infantil. La medida recién entrará en vigor dentro de un año, cuando se ponga en marcha la próxima temporada.
En Colón, “sin consideraciones específicas”
“En la ciudad de Colón, la Ordenanza 95/2014, de gestión de los residuos sólidos urbanos, no contiene consideraciones específicas. La Ordenanza 19/2012, de gestión de residuos peligrosos y biopatogénicos, tampoco, más allá de adherir a la ley provincial 8880 y esta a la nacional 24051, que norma sobre ‘todo residuo que pueda causar daño, directa o indirectamente, a seres vivos o contaminar el suelo, el agua, la atmósfera o el ambiente en general’”, dice Catelotti luego de consultar la página web de la municipalidad.

A su vez, en un plan de turismo sustentable hecho para Colón encontró que “hacia 2016, en la ciudad se registran concursos de precios con presentación de propuestas en los que los concesionarios deben asegurar la prohibición de arrojar colillas de cigarrillos en la arena y los alrededores de los paradores, con mínimamente dos recorridas diarias de limpieza. Sin embargo, no se identifican acciones sistemáticas de sensibilización ni orientación de los consumidores para la disposición diferenciada”.

“A inicios de 2020, junto con voluntarios particulares y entidades varias, una empresa de transporte nacional originada en esta localidad organizó una campaña de recolección de colillas en las playas de una jornada. Al cabo de la cual, según sus publicaciones, evitó la contaminación de un millón de litros de agua”.
Fuente: El Entre Ríos

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