En su homilía, Collazuol apeló a la metáfora del grano de trigo que muere hundido en la tierra y del que brota nueva vida en abundancia para resumir el testimonio del Padre Lorenzo Cot, a quien Colón recuerda en el sesquicentenario de su martirio.
"La Pascua se ha prolongado en esta semilla de trigo sembrada en tierra y que tenemos aquí delante, resucitada para su Gloria" dijo Monseñor Collazuol, señalando la urna con las cenizas del Padre Lorenzo Cot, que estaba ubicada a un costado del altar.
El Obispo diocesano resaltó una fuerte paradoja: los asesinos de Cot creyeron que habían terminado con sus sueños y sin embargo ocurrió todo lo contrario. "En la muerte de Jesús hubo un aparente triunfo del poder del mundo. En la muerte del Padre Lorenzo también hubo un alarde de poder, de quienes creyeron que cuando aquel curita quedó tirado en tierra en este mismo lugar se habían terminado sus aventuras, sus sueños", explicó.
"No sabemos a ciencia cierta quiénes le dieron muerte. Hay muchas conjeturas, pero no importa. Ellos no han pasado a la historia", agregó Collazuol. "Sabemos que quien vive es aquel que entregó su vida y hoy se está convirtiendo, a 150 años, en una espiga que brota generosa y que se manifiesta en todos nosotros", resaltó.
El prelado volvió a poner énfasis en el gran misterio de la redención: "En Jesús, la muerte engendra vida, misterio que sólo se realiza desde Dios, que es capaz de transformar el pecado más grave en una fuente fecunda de vida para los demás". Según cuenta la historia, el Padre Lorenzo Cot, al momento de ser asesinado, había salido en plena noche a suministrar los sacramentos a una persona moribunda, desatendiendo los consejos de allegados que le recomendaron no ir, porque sospechaban que se trataba de una trampa.
"Llegó hasta el derramamiento de sangre en el ejercicio de su ministerio sacerdotal", resumió Collazuol. "Es un testimonio que nos alienta a que también nosotros seamos capaces de darnos. Dios no nos pedirá seguramente derramar nuestra sangre, pero seamos capaces de derramar un poquito de vida pasando haciendo el bien entre los hermanos", insistió el obispo diocesano.
Trazando un breve perfil de Cot, Collazuol mencionó su "sólida formación", el "apasionado ejercicio del ministerio sacerdotal", su "espíritu misionero que lo llevó a dejar los valles alpinos para llegar con un mensaje evangelizador y misericordioso a estas nuestras tierras entrerrianas".
"Hemos evocado, como lo decía una y otra vez el Padre Néstor Toler, la preocupación del Padre Cot por el desarrollo de estas tierras, adonde trajo a los primeros colonos, rechazados por algunos sectores ideológicos que los despreciaban porque esperaban otro tipo de colonización. Pero aquellos primeros colonos que trajo Cot están aquí en la familias presentes que llevan los apellidos de aquellos primeros que llegaron", explicó el prelado.
"¡De qué manera el Padre Lorenzo se jugó por ellos!", remarcó. "Especialmente cuando no se cumplían las promesas que les habían hecho y esos inmigrantes tenían que vivir la lucha contra una tierra casi virgen, las condiciones duras, las miserias porque no se les respetaban derechos, allí estaba el Padre Cot, como la voz que se levantaba, ganándose nuevos enemigos pero sin callarse".
"Podemos recordar en el Padre Lorenzo también la bienaventuranza "felices los que son perseguidos por practicar la justicia", podemos evocar su fidelidad a Dios, al pueblo que le fue confiado", agregó.
Collazuol bregó porque "el testimonio del Padre Lorenzo nos anime", porque nuestro mundo de hoy "necesita de vidas entregadas generosamente a la gloria de Dios y al servicio de los hermanos".
Cerrando su prédica, el Obispo de Concordia recordó a un santo del siglo II, "cerquita de los tiempos de los apóstoles, cuando comenzaban las persecuciones y el martirio de los primeros cristianos", quien decía que la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos. "¡Que la sangre del Padre Lorenzo sea fecunda hoy en nuevos cristianos generosos y jugados por su fe!", concluyó.