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"Cobrás 100 pesos por mes, gil", dijo al policía.
"Cobrás 100 pesos por mes, gil", dijo al policía.
"Cobrás 100 pesos por mes, gil", dijo al policía.
Dada la intensidad con que se vive el fútbol y sus polifacéticos problemas y vicisitudes, no se hace necesario entrar en detalles acerca de un suceso que tuvo a Jorge Sampaoli como protagonista principal.

Es que el técnico de la selección nacional de fútbol, vio como el automóvil en el que volvía del casamiento de su hija, y en el que él iba como pasajero y no como conductor, fue detenido al llegar a un control policial.

Donde se vio que transitaba en infracción, ya que el vehículo llevaba ocho personas, es decir más de las permitidas.

Fue allí donde Sampaoli se bajó del auto, junto con los otros siete que con él viajaban, a requerimiento de un agente policial y vivió ese minuto fatal del que es difícil volver, cuando dirigiéndose a quien le había efectuado el pedido lo insultó diciéndole: "Me hacés caminar dos cuadras, boludo. Cobrás 100 pesos por mes, gil".

Ignoro si Sampaoli es un mal educado, pero de no serlo lo disimula muy bien. Pero no se trata tan solo de mala educación. Porque al manifestarse de esa manera cometió una falta más reprobable, cual es la de mostrar que menosprecia a los que no tienen su suerte de ganar dinero a paladas, y a los que como consecuencia de ello considera como inferiores a él.

La pregunta que me hago es si comportamientos como ese deben seguirse soportando sin que merezcan sanción. Ya que a la mala educación traducida en un insulto de inmensurable gravedad, se agrega el mal ejemplo que da a todos, alguien al que muchos tienen colocado en ese mismo pedestal en el que él también se creyó que estaba. Una sanción que habría que analizar si no puede llegar a la cancelación de su contrato como técnico de la selección.

Ya que bastante tenemos con Diego Maradona, de quien recibimos durante décadas la enseñanza de que casi siempre tenemos que comportarnos de una manera distinta a la que él lo hace, sin dejar de alabar sus dotes incalificables de crack.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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