Como todas las personalidades que recorren sus pasillos, Jorge Bergoglio estampó de puño y letra unas líneas sobre la conducta del hombre durante la Segunda Guerra Mundial.
¡Nunca más!
"Con la vergüenza de lo que el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, fue capaz de hacer. Con la vergüenza de que el hombre se haya hecho dueño del mal. Con la vergüenza de que el hombre, creyéndose Dios, haya sacrificado, así, a sus hermanos. '¡Nunca más! ¡Nunca más!'", escribió en el libro de visitas.
Pronunció, además, una oración tras saludar con calidez a siete sobrevivientes de aquel genocidio, encender el fuego de la memoria y rezar ante una corona de flores que le presentaron una niña católica y un niño judío.