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La Cooperativa Tambera de Gualeguaychú, que fue una cooperativa modelo con más de 60 empleados y productos que se comercializaban en Entre Ríos y en provincias vecinas, pasa por su momento más dramático. Endeudada y con poca materia prima, trabaja tres veces a la semana y abastece únicamente a la ciudad. Solo quedan tres puntos de venta.

En las últimas semanas, y pese a que los empleados han resignado buena parte de su sueldo para que la cooperativa no baje las persianas, Cotagú llegó a un punto límite. Bajó la recepción de leche fluida a solo 12 mil litros diarios. La empresa, para ser viable, requiere no menos de 50 mil litros.

Los operarios trabajaron ayer, pero hoy y mañana no lo harán, fundamentalmente porque no tienen materia prima.
Pasó por varias crisis
“Pero severa como esta, ninguna”, destacaron Ricardo Martínez, Mauricio Llorens y Germán Molina, operarios con varios años trabajando en la tambera.

Martínez, que trabaja hace 37 años en la empresa, no pudo hablar demasiado. La voz se le quebraba por la angustia que lo invadía. Dijo que el “sentido de pertenencia es grande” y que no “puede entender cómo se llegó a esta situación”. Contó que salió de cumplir con el “servicio militar y entré a la cooperativa, que es como mi segunda casa”. Recordó que se “vivieron tiempos muy buenos hasta el año 1995 aproximadamente, pero desde fines del 2017 a la fecha el trabajo se ha reducido considerablemente, y nuestra fuente laboral se encuentra en serio riesgo”.

Al ser “una cooperativa chica, no se nos presta demasiada atención. Ahora si levantan la voz los pesos pesados de la industria láctea, otra es la historia”, destacó. Indicó que tiempo atrás, con el sueldo pudo “hacer mi casa y proyectar a futuro”, mientras que hoy tiene que “pelear el día a día”.

Mauricio Llorens hace 19 años que trabaja en la cooperativa. Dijo que viven una situación apremiante con un “cuello de botella del cual no podemos salir. Estamos recibiendo entre 12 y 14 mil litros diarios, escasa cantidad teniendo en cuenta que necesitamos unos 60 mil para ser rentables”. Ante la baja en el ingreso de leche fluida, los trabajadores decidieron “abastecer únicamente a Gualeguaychú”, quedando “la costa del Uruguay sin atender, porque los litros que recibimos son muy pocos”.

Adelantó que están realizando una serie de trámites para “constituir una cooperativa de trabajo y de esa manera abaratar el costo laboral de la empresa”.

Llorens comentó que las pequeñas y medianas usinas lácteas a duras penas subsisten y puso el ejemplo de Cremigal, que tiene su planta en General Galarza, empresa que había “parado un turno porque no contaba con la cantidad de litros necesarios para trabajar a pleno”.

Germán Molina con 20 años en la tambera, cumple las funciones de encargado de fábrica, pero lo del “cargo es lo menos porque tenemos poca gente, muchos se han jubilado y nos debemos multiplicar para realizar diferentes tareas”, detalló.

Molina, junto a Llorens, trabajaron en la administración, pero como en “fábrica hacía falta gente nos sumamos a la producción quedando en las oficinas 3 personas, cuando supo haber no menos de 8 administrativos”.

Agregó que la economía del país no ayuda, y los proveedores de “distintos insumos nos piden que abonemos antes de recibir la mercadería, cuando lo normal era pagar a 7 días”.

Dijo que en la planta se “trabaja en la medida de la cantidad de litros que recibimos”, además de una serie de deudas que pasan por lo “impositivo, el gremio –Atilra– y otros”.

Señaló que “aunque parezca mentira, a un lechero le ofrecen 10 centavos más y se van con ese oferente, porque en el volumen esa cifra ínfima cotiza”.
“Se hace más cuesta arriba seguir”
En cuanto a lo que perciben de salario, expresó que en su momento resignamos “parte de nuestro sueldo en beneficio de la cooperativa, después cobrábamos en cuotas y ahora cobramos lo poco que se recauda”. Indicó que el “sábado último cobramos $1.500 y el anterior $2000, por lo que debemos hacer malabares para seguir adelante”.

“Cada vez se hace más cuesta arriba seguir”, destaca y agrega que “todo sube, hay que mandar los chicos a la escuela y tenemos compañeros que tienen chicos estudiando afuera”.

Sobre los puestos que se abrieron en distintos puntos de la ciudad, indicó que fue con la “intención de salir adelante, pero como ahora no tenemos leche, hubo que cerrar tres lamentablemente”.

En la actualidad, Cotagú tiene 28 empleados en planta permanente, algunos con muchos años encima como el caso de Martínez, a tres años de jubilarse, y otros que promedian unos 20 años. Gente que está preocupada por su futuro. “Pasamos la barrera de los 40 y si nos quedamos sin empleo, ¿cómo nos reinsertamos laboralmente?”, preguntaron Llorens y Molina.
Fuente: El Día de Gualeguaychú

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