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La fábrica de Brasil que recibe las cáscaras de ER
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De 55 años, veterinario de profesión, dos décadas en Cargill y una larga estadía en Argentina a cargo de su negocio de nutrición animal, a Laerte Moraes le tocó hace muy poco asumir otra aventura dentro de ese coloso en alimentos.

Este director de la división de almidones y endulzantes para América del Sur estuvo a punto de optar por Argentina para una planta que elabora pectina, esa fibra soluble que es un insumo clave en la industria de alimentos y que se obtiene de la cáscara de naranjas.

Pero la falta de escala, más que otras consideraciones, lo llevaron a su natal Brasil. Desembolsaron US$ 150 millones. Emplearán a 120 personas, revela un informe publicado por Clarín.
La estrategia del gigante
“Cargill es estratégica, estamos en Argentina desde hace 73 años con inversiones constantes, y seguimos apostando por el país y la región aunque los mercados les den la espalda”, sostuvo en un diálogo por Zoom.

Argentina fue el primer país en el que desembarcó Cargill después de EE.UU. en el siglo pasado. Y últimamente invirtió en Chile en producción de alimentos para salmón, en procesamiento de maíz y granos en la pampa húmeda y en cacao y tomates en Brasil.

El directivo no ve como problemático que las cáscaras de naranjas vayan desde Argentina hasta Bebedouro, en el interior de San Pablo, para alimentar a la que es la planta de pectinas más grande y moderna del mundo.

Pero en Brasil tiene más proveedores de ese insumo que debe estar fresco para lograr altas calidades. Así las cosas, las cáscaras de naranja viajan a la planta de Bebedouro y regresan convertidas en pectinas a la Argentina y de esta manera se reemplaza la importación desde Europa. Este trayecto también confirma una realidad: Argentina sigue siendo la granja y Brasil, el taller.

La localización que eligió Cargill se explica porque Bebedouro tiene una historia de casi 100 años de producción de naranja en esa región.

El auge citrícola fue entre 1970 y 1980 y a la ciudad la llaman la “California brasileña”. Cargill producía jugos de naranja y derivados, un negocio que vendió en 2004.
La importancia de la pectina
La de Bebedouro es la cuarta planta de pectina de Cargill. “Hace algún tiempo, no se justificaría una inversión tan alta para entregar una unidad de última generación con foco en pectina. Hoy, ese es nuestro mayor logro y estamos colocando a Brasil y a la región como referencia para los otros países”, dice Moraes.

La localización geográfica facilita el acceso de las materias primas, pues las naranjas son cultivadas a pocos kilómetros de la fábrica.

La demanda por pectina ubica a Cargill como proveedor en un sector que crece influenciado por el consumo de bebidas lácteas ácidas, yogurt, mermeladas, dulces y caramelos, que son algunos de los principales destinos de la pectina.

“Nuestra nueva fábrica suministra también a un nuevo tipo de consumidor, más exigente con el origen de los productos y más atento a los diferentes contenidos de azúcar en los productos”, completa Laerte Moraes.

La pectina funciona, incluso, como sustituto de la gelatina en dietas libres de proteína animal.

Cargill con 155 años de vida y su corazón en Minneapolis, Estados Unidos, sigue en manos de los primos Cargill y Mac Millan con sus pies en 125 países y en todos los peldaños de la cadena agroindustrial. En la Argentina cuenta con 3.200 empleados distribuidos en 65 centros operativos que exportan a 70 países.

Cuando se le pregunta a Moraes por la toma de decisiones en un escenario global de tanta incertidumbre, confiesa: “No somos flexibles pero tenemos una enorme capacidad de ejecución y esa es nuestra gran ventaja”.
Fuente: Clarín

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