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Tres generaciones distintas, consultadas desde El Entre Ríos, coinciden en que no encuentran diferencias radicales entre el antes y el transcurso del confinamiento, al menos en lo laboral. Sin embargo, registran cambios de hábitos a la hora de salir y añoran concurrir a eventos los fines de semana. Testimonios de ruralidad, trabajo y disciplina, que toman valor como ejemplos de un “semi aislamiento social” cotidiano.
Testimonios
Sonia tiene 50 años, está casada y es madre de tres hijos. “Nosotros al trabajo lo tenemos que hacer igual, porque la crianza de animales y la trilla no pueden esperar, así que acá seguimos viviendo normalmente pero un poco limitados para salir a la ciudad”, cuenta desde Colonia Vázquez donde vive, en el Departamento Colón.

El caso de Yanina, de 36 años de edad y madre de un chiquito de 3, es diferente. Oriunda de Colonia San José, reflexiona: “Acá seguimos prácticamente como siempre, aunque tratando de salir lo menos posible. Como mi marido no trabaja en el campo, tal vez él pueda notarlo un poco más que yo en el día a día”.

Fernando, el más joven de los tres encuestados, soltero, con 25 años aporta una visión particular. “Solo que se está más encerrado y no se puede salir los fines de semana, pero sigo trabajando igual y no noto cambios como sí puede pasar en otros rubros, aunque creo que es una cuestión bien personal”, reporta desde Colonia Villa Elisa.
Salidas restringidas
“¿Cómo te organizás para salir a hacer compras/trámites/pagos?”, fue una de las preguntas que respondieron estas tres generaciones de entrerrianos, revelando algunos cambios de hábitos que debieron asumir en tiempos de cuarentena.

“Casi todos los días se precisa algo para seguir trabajando, algo que se rompe o las compras para la casa, entonces mi marido es el que tiene el certificado en la familia y, cuando sale, trata de hacerlo todo de una vez”, refiere Sonia. “Lo que más se extraña es la salida a los bailes, los fines de semana, donde nos divertíamos y compartíamos con amigos”, agrega.

En tanto, Yanina describe: “Con mi familia vivimos en tres casas separadas pero muy cerca, entonces cuando alguno tiene que salir, pregunta al resto si puede traerle algo. Y cuando se sale, se trata de comprar muchas cosas para evitar hacerlo tan seguido, no más de una vez por semana”. Respecto al contacto con los vecinos, “que siempre paraban a saludar o comentar algo, ahora siguen de largo y levantan la mano de lejos”.

Más amigado con la tecnología e internet que otras generaciones, por su parte, Fernando dice que “se sale cada tanto a comprar lo esencial, por lo menos una vez por semana, pero después tratamos de hacer trámites por la PC y nos manejamos con débito”.
Tránsito fuera de las ciudades
Una de las personas encuestadas habita sobre una ruta provincial, la segunda sobre un camino vecinal y la otra sobre una ruta nacional. “¿Disminuyó la circulación en días de aislamiento social?”, otra consulta que arroja respuestas bien distintas, pese a su hábitat casi común.

“Mermó un poco”, reconoce Sonia. “Pero igual hay gente que tiene que viajar, de hecho conozco algunos casos de familias que viven en la ciudad pero trabajan en el campo, entonces siguen su rutina”, comenta.

¿Qué dice Yanina? “Disminuyó mucho, sobre todo los primeros días. Ahora ya se ve a mucha gente en moto o en bici, que me parece salen a hacer deportes por el campo”, advierte respecto a su zona rural.

“De primero sí andaban muchos menos vehículos, solo camiones y gente de trabajo, pero después ya empezaron a circular varios, sobre todo por los caminos de tierra”, suma Fernando como dato.
Fuente: El Entre Ríos

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