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El Parlamento de Cuba aprobó ayer un proyecto de nueva Constitución, que reconoce el mercado y la propiedad privada como parte de su economía socialista y que será sometido a referendo nacional.

El nuevo texto constitucional fue aprobado por unanimidad en una sesión ordinaria de la Asamblea Nacional. El proyecto pasará ahora a discusión popular del 13 de agosto al 15 de noviembre. Por último se realizará un referendum antes de su aprobación final.

“Estamos frente a un proyecto que contribuirá, luego de la consulta popular a fortalecer la unidad de los cubanos en torno a la revolución”, dijo el presidente Miguel Díaz-Canel, al clausurar la sesión parlamentaria de dos días.
El discurso del presidente de Cuba
Díaz-Canel también informó ayer sobre un discreto índice de crecimiento económico en la isla. Para los analistas, detrás de la reforma constitucional se encuentra el interés de la nueva generación de gobernantes cubanos por dar mayores incentivos a la actividad económica, sin abandonar el comando político.

“El comportamiento de la economía en el primer semestre de 2017 cierra con un discreto crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de 1,1 por ciento, que no por discreto, deja de ser alentador en medio de tantos factores adversos”, dijo Díaz-Canel.

El Gobierno cubano sostiene que necesita un crecimiento anual de hasta un 7,0 por ciento para recuperarse y desarrollar completamente el impacto total ocasionado tras el colapso de la Unión Soviética, su exbenefactor, y más recientemente la crisis de Venezuela, su aliado socialista.

Si bien mantiene como “irrevocable” el Estado socialista encabezado por el Partido Comunista, único legal en la isla, la nueva Constitución reconoce la propiedad privada y el valor del mercado.
Cambios
Los diputados, entre ellos el jefe del Partido Comunista Raúl Castro, discutieron el fin de semana el proyecto de Constitución de 224 artículos. El texto reafirma “el carácter socialista” del sistema político cubano y el papel rector del gobernante y único Partido Comunista, a la vez que mantiene invariables sus fundamentos económicos: “la propiedad socialista de todo el pueblo y la dirección planificada de la economía”.
Sin embargo, sienta las bases para integrar diferentes actores económicos, al reconocer el papel del mercado en la economía de la isla, la inversión extranjera y nuevas formas de propiedad, entre ellas la privada. También retira de su texto constitucional la parte que alude a la “sociedad comunista” como un fin.

“Esta dinámica abre perspectivas de otros cambios que ahora serían no solo deseables sino lógicos desde una perspectiva de desarrollo”, opinó el analista político cubano Arturo López-Levy, profesor de la Universidad de Texas-Rio Grande Valley.

Asimismo, la nueva Constitución permitirá la generación de riqueza a través de una actividad privada reglamentada por el sistema socialista, un tema que generó amplios debates en el parlamento, según imágenes difundidas por la televisión cubana.

El presidente ya había advertido que “en Cuba no hay ni habrá giros capitalistas”.

La carta magna de Cuba data de 1976 cuando la Unión Soviética era el primer socio comercial y económico de la isla.

La nueva carta magna instituirá la fórmula de presidente de la República (actual presidente del Consejo de Estado y de Ministros), y el vicepresidente. Restablece el cargo de primer ministro.

Además, el proyecto define el matrimonio como la unión concertada entre dos personas, sin precisar sexo, allanando legalmente el camino para el matrimonio homosexual, una importante demanda de la comunidad LGBT.
Década ”Raulista” marca la nueva cuba
Cuba comenzó la remodelación del modelo en 2008, con la asunción de Raúl Castro en el poder. Al darle mayor espacio al trabajo por cuenta propia y abriendo el país a la inversión extranjera, Castro buscó dinamizar la raquítica economía de la isla.

En 2011 elaboró los llamados Lineamientos de la Política Económica y Social del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, bases de la reforma actual.

El raulismo marcó un cambio de paso hacia un mayor pragmatismo con respecto a la línea impuesta durante décadas por Fidel Castro, muy reacio a la apertura al mercado y aferrado hasta su retiro en 2006 a la narrativa marxista-leninista.

El delfín de Raúl, el actual presidente Miguel Díaz-Canel apuesta a acelerar la apertura para tratar de sacar al país de su casi nulo crecimiento.
Fuente: El País

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