Ante lo cual se dirá, que hay muchas más personas buenas de las que se cree. Con lo que viene a darse por hecho que hay también malas personas. Algo que me resisto a creer. Ya que es mi convicción que solo hay personas, cuya única diferencia está en la mayor o menor frecuencia de sus comportamientos merecedores de la mejor nota. Y que todos tenemos hasta el último aliento, la posibilidad de renegar de una vida llena de malas acciones, con un gesto final del signo opuesto. Por más que lo aconsejable resulte no esperar a ese momento para comenzar a realizarlas.
Por más que para confirmarlo, nada mejor que releer la parábola evangélica que explica lo que significa recibir desde lo alto, cada uno un denario.