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Una historia con final feliz. Aunque quizás eso es lo que menos importa. Si la relato como un cuento, debería comenzar por decir que "había una vez. . .". Y en realidad la hubo. En Marcos Juárez, Córdoba. Donde un hombre tenía una camioneta vieja que la usaba para trabajar. Y también una mujer. A la que debía haber mencionado primero. Ya que era su esposa querida. Y sufría por un cáncer. Por lo que, para terminar de juntar los pesos necesarios para operarla, cosa que ocurrió satisfactoriamente, se le ocurrió organizar una rifa, poniendo como premio la camioneta. Se vendieron todos los números y el ganador resultó una persona de una ciudad vecina. Quien, enterado de la historia que había detrás, se negó a quedarse con el premio.

Ante lo cual se dirá, que hay muchas más personas buenas de las que se cree. Con lo que viene a darse por hecho que hay también malas personas. Algo que me resisto a creer. Ya que es mi convicción que solo hay personas, cuya única diferencia está en la mayor o menor frecuencia de sus comportamientos merecedores de la mejor nota. Y que todos tenemos hasta el último aliento, la posibilidad de renegar de una vida llena de malas acciones, con un gesto final del signo opuesto. Por más que lo aconsejable resulte no esperar a ese momento para comenzar a realizarlas.

Por más que para confirmarlo, nada mejor que releer la parábola evangélica que explica lo que significa recibir desde lo alto, cada uno un denario.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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