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Inundadas de mensajes y homenajes a Juan Esteban, las redes sociales permitieron dar con el sentido recuerdo de Leandro Bonnin, cura párroco de San Isidro Labrador, de 1º de Mayo. “Fue uno de los curas de mi infancia y adolescencia, por la cercanía de 1º de Mayo con Villa Elisa y por su acostumbrada presencia en las novenas y fiestas patronales de San Isidro Labrador” recordó, en alusión a la parroquia de la localidad del Departamento Uruguay.
Siendo seminarista, “en vacaciones, cuando no había misa en nuestro pueblo, íbamos a veces a (Villa) Elisa con el padre Ariel Oscar Follonier”, continuó Bonnin para dar dimensión del tiempo que lo conocía.
Tres anécdotas de ese tiempo
A continuación, El Entre Ríos reproduce textualmente parte del obituario que el padre Bonnin compartió, este martes a la mañana, en su fanpage de Facebook:

1. Un día de tormenta, estábamos celebrando y una fuerte ráfaga de viento hizo desprenderse uno de los grandes ventanales superiores del lado oeste. El padre estaba rezando la Plegaria Eucarística, y al escuchar el estrépito del vidrio contra el suelo, lo único que hizo fue un instante de silencio, una mirada discreta... y continuó con la celebración. Me impresionó ese semejante ejercicio de autodominio, máxime en un varón de carácter enérgico como él.

2. Otra vez en sacristía, preparándonos para celebrar, apoyado en el mueble de los ornamentos, se dio vuelta y me dijo: "Mirá, yo te voy a dar un consejo para toda tu vida de sacerdote: Tratá de ser siempre puntual. La impuntualidad es una falta de respeto y de caridad para con la gente". "Chan", diría hoy).

3. Y la tercera es de la misa de sus 50 años de sacerdocio, en diciembre de 2002. Al final de la celebración, compartió recuerdos bellísimas de su infancia y juventud. Según él mismo, era terrible: Peleador, inquieto, indisciplinado, al punto que una monja había profetizado "este dura un mes en el seminario y se vuelve". En ese entonces "nadie pensaba que podía ser sacerdote, pero yo tenía la seguridad". Años más tarde, ya en la teología, convertido en un ejemplar seminarista, tuvo una terrible crisis vocacional. "Todos estaban seguros de que yo podía ser sacerdote, y ahora era yo el que dudaba". Tenía todo preparado para irse a su casa, hasta que su director espiritual le dijo en ese momento: "Bajo mi responsabilidad, siga adelante". Contó entonces que en el momento en que decidió obedecer, la paz y la alegría retornaron a su alma, y nos invitó a vivir según el lema episcopal de Juan XXIII: "Obediencia y paz".
Emocionado recuerdo
“Se nos va uno de los últimos representantes entrerrianos de una camada de curas muy cultos, con una envidiable formación humanística recibida en el preseminario y el seminario menor”, resumió Leandro Bonnin.

“Permaneció siempre vinculado a esa casa de formación. Fue uno de los promotores de la remasterización de las obras del padre Zanninetti -de cuyos coros había participado siendo niño- y del encuentro intergeneracional, asistiendo y animando casi todos los años el encuentro de los ex seminaristas”, agregó luego.

“Que en paz descanses, Juan Esteban, y que en el cielo el Señor te reciba junto con la Virgen Niña” en alusión a la santa patrona de Villa Elisa, parroquia y ciudad natal de Rougier.
Heredero de su gesta
Providencialmente, “me ha tocado pasar por dos destinos pastorales donde él había servido 50 años antes”, dio a conocer el padre Bonnin sobre el presbítero Rougier, que acaba de fallecer.

“Fue vicario de la Parroquia San José de Feliciano y capellán del Hogar Ángeles Custodios, en aquel momento llamado ‘Hogar del niño’” repasó y, enseguida, bromeó: “Algunos mayores de la parroquia de Borja recuerdan los partidos de fútbol que organizaba en el barrio, dando muestras de que en ese ‘envase chico’ había tanto talento como energía...”.
Fuente: El Entre Ríos

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