Fue en inmediaciones de esa intersección de calles donde un muchacho de 16 años y una persona mayor de edad cayeran con heridas de bala en las primeras horas de este domingo.
El chico de 16 años estaba con su novia y los acompañaba el mayor de edad. De repente vieron llegar una moto, con dos ocupantes, que frenó frente a ellos. Imitando a los sicarios colombianos, el acompañante bajó y comenzó a disparar.
No estaban solos, tenían refuerzos en una camioneta que se frenó en Ñandubay y Los Jacarandaes, a menos de 100 metros. Los testigos observaron descender a un hombre que también efectúo algunos disparos.
En total habrían sido 10 detonaciones en pocos segundos. Fueron a matar pero no lo consiguieron.
El mayor de los dos heridos, el amigo del novio de la chica, quedó tendido en el piso. El novio tenía una herida a la altura del abdomen.
En minutos llegó la ambulancia y fueron trasladados al hospital San Martín.
El médico de turno en la Guardia informó que los dos agredidos tenían heridas de arma de fuego con orificio de entrada y salida. Uno, en la cadera y el otro, con orificio de entrada en zona abdominal y salida por la zona lumbar. Los dos están fuera de peligro, a pesar de las heridas.
Fuentes policiales confirmaron que en un primer momento los testigos habían reconocido a los autores de los disparos pero que en la comisaria entregaron otra versión.
El temor y los códigos que rodean al consumo y venta de drogas conspiran una vez más contra la investigación judicial.