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Comenzando por una inventiva

Es la de un venezolano Ibsen Martinez (por lo visto no es solo una manía local la de nombrar a los recién nacidos de una manera tan imaginativa que muchas veces cae en lo estrafalario) a la que brinda espacio un diario europeo y en la que se efectúa una cruda y hasta despiadada crítica del Ejército venezolano.

En sus párrafos más substanciosos después de comenzar diciendo 'que se sepa, el Ejército venezolano no ha ganado una guerra exterior desde, por lo menos, 1824´, prosigue vociferando en de la manera que a continuación se señala.

Es así como parte de la mención de 'que cualquiera de nuestros cleptómanos generales —me refiero no solo a los del ejército chavista, cipayo de los cubanos, sino a todos los milicos dedicados al abigeato que padecimos durante todo el siglo XIX, a los muchos contratistas de obras públicas de buena parte del boom petrolero que fue casi todo nuestro siglo XX, y a los actuales capos del cartel de narco-generales y otros miembros del club PanamáPapers— se siente como si acabara de regresar triunfante de la batalla de Ayacucho(con lo que se hace referencia a la última batalla librada en la Pampa de Quinua o Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824 en tierra peruana contra los españoles, por la independencia sudamericana).

Como en realidad se trata de una embestida contra el chavismo/madurista se dice que no en balde, por salvaguardar su honor mancillado, Diosdao Cabello (esa suerte de mellizo rubio, petiso y con cara de malvado de Maduro), ha sido señalado como narcotraficante y verdadero epítome de arbitrariedad cuartelaria, ha clausurado diarios y hecho juzgar por "difamación", encarcelado y desterrado a numerosos periodistas venezolanos.

Luego de lo cual recuerda que característicamente, desde mucho antes de disolverse en 1830 la Gran Colombia (esa "ilusión ilustrada", como llamó el historiador de las ideas, el venezolano Luis Castro Leiva, a uno de los desatinos geopolíticos que Simón Bolívar era tan propenso a imaginar y disponer), los militares venezolanos 'no han hecho otra cosa que robar y oportunistamente inmiscuirse a la brava en política para robar mejor.

Viene luego, una remanida referencia al principio del ser nacional, una expresión más que una verdadera idea, laque no sirve para otra cosa que para fantasiosos engolamientos, cuando no para justificar atropellos de fundamentalistas de colores variopintos. Principio el del ser nacional que según los dichos de nuestro venezolano hacia que prevaleciera en el país la noción de que solo quien hubiese combatido en alguna sonada batalla disfrutaba de fueros que, ante la justicia, lo colocaban por encima de cualquier civil y estaba dotado, además, de la ciencia infusa necesaria para gobernar. Todo lo cual viene de perillas para rematar que Chávez reivindicó esos fueros en la Constitución de 1999.

De allí que afirme que si algo singulariza la actual crisis venezolana es la pervivencia, entre la población civil opositora, de una no siempre soterrada esperanza de que sea justamente uno de estos cavernícalos de uniforme, asesinos de estudiantes inermes, saqueadores del erario y estrellas del narcotráfico, quien ponga fin, por la vía de los hechos, a la dictadura madurista. Aunque quizá todo esto sea muy natural en la patria del culto a Bolívar; nuestra variante civil de militarismo latinoamericano.

Costa Rica: la otra cara de la moneda

Si la actual Venezuela chavo-madurista y pseudo-bolivariana, es la continuación de gobiernos civiles que se habían tornado corruptos, en un autoritarismo militar de masas ms corrupto todavía, Costa Rica ha mostrado en concreto la posibilidad de transitar por el camino opuesto.

En 1948, en ese país se llevaron a cabo elecciones presidenciales en las que Ulate Blacon triunfó con 54.931 votos por sobre el partido del expresidente Calderón de la Guardia que obtuvo 44.438 votos. Fue entonces cuando este último solicitó la declaración de nulidad de las elecciones al Congreso de la Republica, que así lo resolvió. Como consecuencia de lo cual se produjo un levantamiento civil liderado por José Pepe Figueres que llevó a que se desencadenara una guerra civil, en la que el movimiento que aquel encabezaba resulto vencedor. Luego de lo cual asumió el poder al frente de la Junta Fundadora de la Segunda República, durante cuyo gobierno se sancionó en noviembre de 1949, una vez reorganizado el país una nueva Constitución, todavía vigente.

De la que me interesa destacar que en su artículo 12, indica se proscribe el Ejército como institución permanente. Para la vigilancia y conservación del orden público, habrá las fuerzas de policía necesarias. Sólo por convenio continental o para la defensa nacional podrán organizarse fuerzas militares; una y otras estarán siempre subordinadas al poder civil: no podrán deliberar, ni hacer manifestaciones o declaraciones en forma individual o colectiva."

Una decisión que por lo demás estaba preanunciada por decisiones adoptadas por el movimiento revolucionario triunfante. Es así como se debe aquí aludir a una declaración por la cual el Ejército Regular de Costa Rica, digno sucesor del Ejército de Liberación Nacional, entrega hoy la llave de este Cuartel a las escuelas, para que sea convertido en un centro cultural. La Junta Fundadora de la Segunda República declara oficialmente disuelto el Ejército Nacional, por considerar suficiente para la seguridad de nuestro país la existencia de un buen cuerpo de policía. Para terminarse señalando que somos sostenedores definidos del ideal de un nuevo mundo en América".

La disolución de las Fuerzas Armadas de nuestro país como tema de debate

No es mi intención aquí, ni efectuar un análisis histórico, ni una valoración crítica acerca del rol protagónico que indiscutiblemente tuvieron las fuerzas armadas en la formación y vida posterior de nuestra sociedad. Ello así por cuanto significaría adentrarnos en un terreno que más allá de su importancia intrínseca resulta completamente ajeno a este planteo.

El cual viene a girar acerca de una cuestión notoria y evidente por su claridad meridiana, cual es la situación actual en la que las mismas se encuentran, que se traduce en un creciente deterioro tanto en la moral de nuestros compatriotas que las integran, como en la infraestructura y los medios técnicos que están a su disposición.

Y volviendo a lo indicado al principio de este capítulo no se trata de inquirir aquí sobre las causas de ese estado de cosas, y más concretamente del destrato que a la misma se les dio en los últimos años por haberse adueñado en su momento del poder gubernamental.

Pero el hecho real es que, comenzado por lo pintorescamente anecdótico no puede pasarse por alto que nuestros submarinos sirven esencialmente para que se efectúen almuerzos sociales en su plataforma de cubierta; se da el caso de barcos que se hunden mientras permanecen amarrados en los puertos por su falta de mantenimiento; que prácticamente nos hemos quedado sin aviones de combate que estén en condiciones de volar, mientras 'que los demás han sido en menor o mayor medida desguazados para utilizar sus piezas como repuestos para atender a los 'que todavía pueden hacerlo; 'que se sabe de asaltos exitosos a las guaridas de los cuarteles por parte de delincuentes interesados de equiparse con armamento allí existente, a la vez que resulta un hecho escandaloso que todo lleva a pensar que existen canales subrepticios de venta ilegal de armas y municiones. Todo lo cual ha llevado a que se convierta poco menos 'que en una leyenda urbana la 'afirmación de 'que en caso de una invasión por parte de fuerzas extranjeras, las nuestras no estarían en condiciones de resistir siquiera un par de horas?

A lo que se suma el hecho que estando nuestras fronteras rodeadas de naciones amigas al parecer esas fuerzas armadas nuestras se han quedado sin hipótesis de conflicto. Todo ello sin dejar de tener en cuenta que la restitución de las Islas Malvinas, que es nuestro legítimo reclamo permanente, solo podrá concretarse en el momento en que seamos no solo un país próspero de economía pujante y socialmente equitativo, sino por sobre toda las cosas que nos hayamos vuelto en un país confiable tanto por la racionalidad de nuestras decisiones como por el respeto a la palabra empeñada, algo que en la actualidad no somos. Y que si llega ese día, hablar de armas o de invasiones resultaría no solo superfluo sino constituiría una ofensa gratuita, ya que se daría'' una recomposición de nuestras relaciones con los isleños, tal como si en nuestras manos cayera una pera madura.

A ello se agrega otra circunstancia a computar, cual es el hecho que como se ha establecido por una ley en forma razonable y adecuada las fuerzas armadas les está vedada su intervención en conflictos internos. Todo ello sin olvidar 'que dentro de ese mismo contexto las principales agresiones que en la actualidad lastiman de una manera casi endémica a nuestra sociedad, son el trasiego de drogas o narcóticos a través de nuestra frontera, y la amenaza que significa para nuestra población una delincuencia que se vuelve cada vez más extendida y audaz, y que se recicla en nuevos formas a cuál de ellas más perversa de agredirnos en nuestra vida y propiedades.

Tampoco se puede dejar de pasar por alto el hecho que como resultas de una más que demorada, siempre en estado de postergación de estas fuerzas armadas, se ha llegado a una situación que gráficamente puede describirse como viéndolas conformadas por más caciques que indios, ya que con más de cien oficiales superiores entre los en actividad y en retiro y una dotación cada vez más menguada de soldados, se presenta una situación que guarda un no lejano parecido a la de una pirámide invertida.

Dado lo cual lo que queda planteado es que en esta situación no se puede seguir, lo que viene a significar es que se lleva a cabo una reestructuración radical y profunda de nuestras fuerzas armadas (o sea una reorganización en serio) o se las disuelve, ya que como acabamos de ver ella es una alternativa posible, si se atiende al precedente costarriqueño.

Salvo que sigamos dispuestos a mantener lo que no es poco más que un conjunto de cuadros que resultan poco menos de utilería, dado que los asociamos a la presencia de alguna banda militar de música en una celebración, a la presencia de los granaderos a caballo como guardia formal del presidente, y a los cadetes navales que vuelven a terminar su formación en un viaje tripulando la fragata Libertad (aunque no quiero ser injusto con tantos otros que viven con sacrificada dureza su vida profesional, como es el caso de quienes son destinados a nuestras bases antárticas).

Con lo que queda claro que no opto por ninguna alternativa, sino que me limito a desnudar la situación actual, y poner sobre la mesa las que supongo como alternativas posible, junto a mis dudas de que haya otras.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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