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Javier Varisco tenía un sueño: ser campeón nacional de ciclismo. A los 8 años empezó a pedalear, pero el título recién lo logró a los 40 con una bicicleta a la que debió construirle el manubrio y una rueda porque los costos de esas piezas le eran inalcanzables.

Sacrificios

Además, tenía que practicar en la pista más cercana a Paraná, en Esperanza, a 80 kilómetros. Recicló con sus manos un aparato fijo para entrenar en su casa. "No tengo condiciones naturales como velocista", dijo con humildad. Tanto que, semanas atrás, vendió todo para dedicarse de lleno a la fabricación de vehículos a pedal destinados a personas con discapacidad.

El costo de una sola rueda de la bicicleta del deportista que salió segundo, en el mismo campeonato nacional que ganó Javier Varisco, es más cara que todo su equipo junto. Pero a este paranaense ese detalle no lo detuvo. Desde hace una década dobla caños, pone tuercas, coloca rayos y todo lo que sea necesario para construir máquinas a pedal que hacen felices a personas con discapacidad.

Oficio particular

El hombre es un especialista, como los hay pocos en todo el país. Vivió en el barrio San Agustín de Paraná, luego se fue con su familia a Rosario y volvió a la capital provincial en la época de su adolescencia. Toda la vida estuvo relacionado a los rodados y en su casa actual, a pocas cuadras del nuevo hospital (cerca de Avenida Ejército) habló de desafíos y caminos por pedalear.

Sus perros se llaman Fiona, Teo y Reina y andan por ahí, debajo de la mesa del taller de Varisco. A un costado hay fierros doblados, ruedas, cuadros, horquillas, sus materiales de trabajo. Desde hace un tiempo labura en el armado de un triciclo con motor.

"Muchos me dicen bicicletero. En realidad no lo soy. No tengo negocio ni nada. Lo que hago es un mantenimiento de bicicletas fijas en algún gimnasio y todo lo relacionado con rodados. La construcción de los aparatos especiales se dieron solos, un poco por las ganas de hacer cosas raras y otro porque fui así toda mi vida", dijo Varisco, que desarrolló un oficio algo extraño y poco conocido: construye rodados que se adaptan a cualquier necesidad de una persona.

Fabrica andadores, bicicletas, tricicletas, aparatos adaptados a sillas de ruedas y hasta handbikes que son una especie de triciclo que se 'pedalean' con las manos. Cuando se corrió la voz, construyó hasta aparatos para traumatólogos y kinesiólogos como pedaleras y rotadores. Desde hace una década lleva por lo menos 400 equipos realizados. "Lo hago por una cuestión social y personal, por ver que el laburo que hago sirve. Todo se fue dando así", contó.

Experiencia de familia

Alguna vez, alguien llegó a una bicicletería en Paraná con la inquietud de comprar un rodado para una persona discapacitada. El costo en dólares, los trámites y el precio elevado no le dieron oportunidad a ese cliente. Pero un empleado nombró a un tal Javier, un muchacho que trabajaba ahí y que quizás se daba alguna maña. "Me empezaron a llamar. Veía fotos, sacaba medidas y salían andando", aseguró.

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La bicicleta especial hecha por Varisco. Agrandar imagen
La bicicleta especial hecha por Varisco.
Jacqui tiene 27 años. Es su prima, y para ella construyó una bicicleta que le permite realizar movimientos en sus piernas. "Si no, se movía solo con el kinesiólogo. Mi tío tenía que empezar a hacer alguna actividad. Entonces ahora él la lleva en bicicleta con una silla de ruedas y una aplicación que le permite a mi prima un pedaleo pasivo: sus pies se mueven al ritmo en que se marche", contó Varisco. Muchos vieron el trabajo terminado, y nuevos requerimientos comenzaron a llegar.

Bajo presupuesto, mucha perseverancia

Pero este hombre pasó gran parte del año pasado en pleno entrenamiento. "Estaba muy metido con el deporte. Era mi sueño y ahora que lo cumplí, tengo la idea de dedicarme a todas estas cosas". Por comparar, el mismo aparato que fabricó para su prima, en el mercado cuesta más de 25.000 pesos. Entre el material recuperado, el ingenio y sus manos, abarató el costo por debajo de los 10.000.

Cintia es la pareja de Varisco y el velocímetro de su moto llegó a los 80 kilómetros por hora en la ruta. Atrás pedaleaba él, la seguía siempre a la misma distancia. El hombre empezó de chico y fue el mejor de su barrio. Después pedaleó en la ruta y más tarde se dedicó a la pista, pero vive desde hace décadas en una Paraná que no la tiene para entrenar. Igual fue el ganador de su categoría.

Pero además, de familia trabajadora y bolsillos flacos, el deportista contó con muy pocos recursos para llegar a lo más alto del podio.

Para entrenar modificó una bicicleta fija, fabricó la rueda y el manubrio con el que se consagró campeón en la prueba Velocidad Pura en Master B1 del Campeonato Argentino de Pista, que se desarrolló en el velódromo de Mar del Plata. Fue en noviembre de 2016.

Vendió todo por un nuevo desafío

"Todavía estoy con la euforia del momento", dijo, pero luego, semanas atrás, tuvo que vender todo. Con ese dinero compró los repuestos para arreglar su camioneta, que lleva seis meses parada y la necesita para poder realizar su labor.

"Vendí la bicicleta de ruta, el cuadro de pista y una rueda que tenía. Me quedé sin nada. No puedo volver a correr, pero lo veo distinto", sostuvo, y agregó con emoción: "me sirve para seguir trabajando. Es una sensación encontrada, pero está bueno. Tengo que crecer en esto. Ahora no tengo bicicleta, pero esto revolucionó todo; muchos me piden las cosas que fabrico".

El año pasado Varisco entrenó cinco horas por día. Hoy llega a su taller y empieza a doblar caños, a restaurar, a sacar medidas precisas. ¿Por qué lo hace? Quizás porque sabe hacer algo que muy pocos o casi nadie en todo el país y desarrolla un oficio muy particular.
Fuente: Diario Uno.

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