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Hace 100 años, entre el 28 de julio de 1914 y el 11 de noviembre de 1918, Europa vivió una terrible tragedia, que se conoce como "La Gran Guerra", que enfrentó a millones de soldados de 32 naciones de los 5 continentes. Seraphin Degeneve fue uno de ellos.

Nació en Vailly (Alta Saboya, Francia) el 10 de junio de 1884 y a los pocos meses emigró a Argentina con su madre, Adela Morel Chevillet, junto a sus tres hermanos, debido a que su padre había fallecido a pocos días de su nacimiento.

Adela conoció en Colón a Julián Chatelain (también de Vailly), con quien se casó, se instaló en un campo frente a la actual Escuela Agrotécnica y tuvo otros ocho hijos. Así, la familia Chatelain Degeneve progresó a través de la actividad agropecuaria.
Defender la tierra que lo vio nacer
En 1914 estalló la guerra en Europa y Seraphin, por entonces con 30 años, decidió viajar a Francia para defender la tierra que lo vio nacer.

Permaneció allí los cuatro años. Sobrevivió a Verdún, la más larga y sangrienta batalla. Fue herido en dos oportunidades y continuó en el frente. Mantuvo contacto con su familia a través de cartas, que un día dejaron de llegar y todos pensaron que había muerto.

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En el frente fue herido gravemente: una esquirla de granada hizo que perdiera el hueso frontal que cubre el cerebro. Milagrosamente se salvó y, cuando salió del hospital, fue a visitar su pueblo natal, Vailly.
Vuelta a casa
Una tarde, la familia Chatelain Degeneve se encontraba en su casa, que aún se conserva frente a la escuela granja. La edificación está construida sobre una lomada y desde allí puede verse con claridad la tranquera.

Fue así que mateando, observaron a un hombre con un bolso. “Si el Seraphin viviera, yo diría que el que viene caminando es él”, dijo Adela, recordando la figura de su hijo.

Pero cuando el extraño se acercó, todos explotaron en llanto y alegría, ya que "el Seraphin" había vuelto de la guerra.

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Por su coraje, recibió seis medallas y una pensión por parte del gobierno francés, pero a su regreso siguió trabajando con su familia.

Su vida se extinguió a los 55 años de edad, a pocos meses que la humanidad empezara a vivir otra tragedia: la Segunda Guerra Mundial. Él no estuvo para presenciarla, seguramente no hubiese entendido cómo el ser humano y el sistema volvían a cometer el mismo error.
Legado
La actual calle que pasa frente a la Escuela Agrotécnica, desde 2003, lleva su nombre. Además, un monolito que se ubica al lado de la tranquera de su vivienda lo recuerda como el colonense que luchó en la Primera Guerra Mundial.
Fuente: Municipalidad de Colón

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