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A lo largo de la novena que comenzó el 31 de julio, el Prof. Alejandro González Pavón revivió la historia de algunos objetos o particularidades relacionados a la parroquia colonense y sus Santos Patronos: Justo y Pastor.

En este 9 de agosto, día en que la comunidad católica de Colón recuerda a los niños mártires, compartimos una reseña de los datos aportados por el escritor sobre estos recuerdos.
El himno a Justo y Pastor

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El autor de la letra fue el Pbro. Narciso Goiburu, quien además de sacerdote era músico. Su preparación la recibió en un seminario en Europa, mucho tiempo antes de emigrar a América.

Fue compuesta desde el pensamiento de la construcción histórica, para afianzar la identidad en una parroquia que al momento de su llegada (década de 1920) estaba en pleno desarrollo.

Según el conocimiento popular de nuestros mayores, la melodía corresponde a una marcha francesa (aún sin descifrar).

La letra dice lo siguiente:

(ESTRIBILLO)
SANTOS NIÑOS, OÍD PATRONOS
IMPLORAD CON FERVOR
VUESTRA ALTA PROTECCIÓN
SANTOS JUSTO Y PASTOR
AL PUEBLO DE COLÓN
LIBRARÉIS SIN CESAR DEL MAL (BIS)
ESCLARECIDOS CAMPEONES
NOBLES ATLETAS DE LA CRUZ;
VUESTRO VALOR DEJÓ A SALLONES
TRONCHAR EL CUELLO POR JESÚS.
LOS DOS HERMANOS EN BANQUILLO
FUERTES AZOTES SUFRIRÁN;
Y SUS CABEZAS AL CRUEL CUCHILLO
A DIOS SIN MIEDO SE ENTREGARÁN


Una particularidad señalada por el historiador es que la cuarta estrofa (que dice: “LOS DOS HERMANOS EN BANQUILLO…”) después de la década de 1970 fue suprimida durante varios años por considerarse muy fuerte e impactante, sobre todo para los niños que asistían a la catequesis.

En 1975, con motivo de acercarse el centenario de la parroquia (1976), el Teniente Primero de Banda –Delio Vicente Colosero- hace una adaptación para tocar en piano y se la envía al Pbro. Cipriano Manuel Berín, cura párroco de entonces.
Altar móvil

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Altar móvil Agrandar imagen
Altar móvil
Fue utilizado por el Pbro. Pablo Esteban Lantelme y por los sacerdotes que lo sucedieron. Se utilizaba en las misas que se realizaban fueras del templo, de ahí la derivación de nombre: de campaña/de campo de salida.

Si nos remontamos a muchos años antes del Pbro. Lantelme, este tipo de altares móviles eran llevados por los ejércitos para poder recibir los sacramentos (sobre todo el de la sagrada comisión), considerando que en muchas de las campañas militares, eran acompañadas por el auxilio espiritual de un sacerdote.

Se trata de un elemento que tiene forma rectangular, con una profundidad pronunciada y con un cuadrado en su tapa superior. Ese cuadrado estaba realizado a propósito para colocar allí el ara, pieza de mármol en el cual se le pegaba la reliquia de algún santo debidamente certificada por las autoridades eclesiásticas. Sobre él se apoyaba el cáliz y la patena para su consagración en la santa misa.

El ara era una regla básica que todo altar donde se celebrase misa. En los templos parroquiales y capillas aún hoy se los puede ver (no en todos, ya que el Concilio Vaticano II no lo exigió luego de su celebración en la década de 1960, cuando las misas comenzaron a celebrar en el idioma del lugar de origen y ya no en latín).

Dentro del altar de campaña venía acompañado de cuadros con los evangelios principales (llamadas sacras) los cuales eran leídos en la misa tridentina, que eran en latín.
El cuadro del martirio

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Este cuadro fue realizado a principio de la segunda mitad del siglo XIX. No tiene firma de autor (al menos en la actualidad no se visualiza), pero se presume quién o quiénes pueden llegar a serlo.

Es de carácter histórico para la ciudad de Colón, en primer lugar, porque fue la primera imagen que los colonenses vieron de los niños mártires, considerando que la imagen en yeso que corona el retablo principal de la parroquia data de los primeros años de siglo XX.

Además, fue el objeto de culto al que los colonenses en 1867/68 afianzaron su fe para pedir a Dios su protección en tiempos en que azotó a Villa Colón la peste del Cólera.

Por otra parte, el cuadro estuvo en la antigua estancia del Dr. Estevan María Moreno, el cual había accedido a prestar parte de su vivienda familiar para que el Pbro. Lorenzo Cot llevase a cabo los primeros oficios religiosos.

Actualmente se encuentra en sede parroquial.
El cáliz con el nombre de un sacerdote

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Este cáliz (elemento consagrado y utilizado para la celebración de la misa) perteneció al Pbro. José María Tavella (1915 + 1939).

Fue adquirido en Francia por el Pbro. Narciso Goiburu en uno de los viajes a su tierra natal, y en consideración de que Tavella había sido discípulo suyo e iba a ser ordenado sacerdote en esta iglesia parroquial, en marzo de 1939. Por eso, tanto con la colaboración de la familia del joven sacerdote como de familias amigas, adquiere en Europa este cáliz con un diseño particular y moderno para ese momento.

En la parte de abajo tiene grabado el nombre del sacerdote, José María Tavella, como así también sus iniciales.

Cabe recordar que el joven colonense, una vez ordenado sacerdote, fue enviado a su primer destino como cura vicario en la Parroquia de Lucas González. A los tres meses de su ordenación, fallece trágicamente en un accidente ferroviario ocurrido en la mañana del 17 de junio de 1939.

Al poco tiempo, su familia decide donar a la parroquia el cáliz y la patena.
La custodia

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Se trata del elemento que se utiliza para colocar en su interior la hostia consagrada y poder realizar así la Adoración del Santísimo.

Esta custodia fue adquirida por el Pbro. Narciso Goiburu en Francia, cuando fue en busca del reloj público, las campanas y otros elementos. Su compra se pudo ejecutar gracias al aporte desinteresado de toda la comunidad.
El candelabro de los cuatro evangelistas

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Cada uno de estos símbolos, representan al cristianismo primitivo. Aquella corriente cristiana que surgió directamente de la figura central de Cristo, luego de su muerte.

Las visiones bíblicas que atestigua haber tenido Ezequiel (como otros profetas), hacen alusión a estas figuras, representativas de cada uno de los evangelistas: HOMBRE CON ALAS/ HOMBRE ALADO (Mateo), LEÓN (Marcos), TORO O BUEY (Lucas) y ÁGUILA (Juan).

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En algunas iglesias europeas, estos cuatro símbolos se ven en vitraux.
Dos libros incunables

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Considerados como “las joyitas” de los elementos que guarda en su acervo la Parroquia de los Santos Justo y Pastor, encontramos estos dos tomos de Historia Santa, escritos en francés alrededor de 1649 por Nicolás Talon.

Llegaron en la década de 1970 en el devenir de la organización del centenario (1976), oportunidad en que se realizó una muestra de elementos históricos en el salón parroquial, donados por la familia De Fazy, radicada en Colonia San Luis (Hugues).

Este material había sido una reliquia familiar que se venía pasando de generación en generación, hasta llegar el momento en que fueron embarcados en esa travesía ultramarina de la gran inmigración en nuestra zona.

La referencia histórica específica de los mismos dice así:

Impreso en París el 15 de noviembre de 1649.Fueron editados en el siglo VXII y por lo tanto considerados incunables. Más de 300 años (en ese entonces) y un sabor especial de lo antiguo.
Sellos

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El primero de ellos data de 1876 (año en que pasa de ser Capilla a Parroquia). El Padre Lantelme, como primer cura párroco, fue quien lo diseñó y solicitó hacer. La persona encargada de materializarlo fue Don Jaime Ganguillet, joyero y platero de larga trayectoria.
Lleva la inscripción Parroquia de Colón Entre Ríos y en su centro se representa una cruz de tipo latina con tres escalones, que simbolizan las virtudes teologales: Fe, Esperanza Y Caridad.
En 1923 el Pbro. Narciso Goiburu, a poco tiempo de su llegada a Colón como cura párroco, cambia este sello, dándole un toque más personalizado. Decide sacar la cruz del centro como los escalones y en su lugar coloca la imagen del templo parroquial, tomando como referencia una imagen del fotógrafo Sr. José Maxit del año 1908.

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La antigua inscripción fue sustituida por la siguiente: Parroquia de los Santos Justo y Pastor.- Colón (E. Ríos). No solo cambia su contenido sino también su forma, que pasó de circular a ovalada.
Armonio móvil

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Data de fines del siglo XIX. Cuando estuvo al frente de la parroquia el Pbro. Agustín Derú, también había adquirido en el mismo tiempo (principio del siglo XX) la imagen en yeso de los Santos Justo y Pastor.

La mayoría de los sacerdotes, al momento de ordenarse como presbíteros (14 años de estudio y preparación), también aprendían música y en algunos casos se especializaban en composición de música sacra.

En el caso de Derú, antes de venir a Colón había desempeñado por varios años su ministerio sacerdotal en la iglesia de Luján (Buenos Aires) y allí, además de caracterizarse por ser un gran orador y diplomático, también lo fue por su gusto a la música.

Los testimonios de los parroquianos de su época lo recuerdan –luego de su partida de Colón a su nuevo destino en Corrientes- como “el cura de la carreta”, porque a las capillas más lejanas –que para ese entonces dependían de la atención espiritual de la Parroquia de los Santos Justo y Pastor–se dirigía en su carro y con él llevaba este armonio para amenizar sus misas.

Décadas más tarde, este objeto fue utilizado por el Pbro. Goiburu y más adelante por el Pbro. Cipriano Berín, quien fue el último de los sacerdotes en tocarlo.
Fuente: El Entre Ríos

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