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Lauria ahora juega en Club Parque.
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El basquetbolista rastreó a Zachary Cooper, quien había jugado en Peñarol de Mar del Plata, y lo conoció cara a cara.

"No creo que vaya a cambiarme el apellido porque tengo muchísimo arraigo a mi abuelo, que falleció el año pasado e hizo muchísimo por mí. Pero podría agregarlo", asegura Lauría.

Entre viajes, partidos, entrenamientos y vida social, todos tienen algún momento para recordar. Para viajar al pasado a recuperar horas de felicidad, instantes que perduran en fotos, videos o simplemente en las retinas y en el corazón.
Sin recuerdos
Nicolás Lauría, el pivot que hizo sus primeras armas como profesional con Estudiantes Concordia en la ex Liga Nacional B, quería hacerlo, pero le resultaba imposible cuando se trataba de su papá, que lo había tenido en brazos cuando era demasiado chiquito, sin que su memoria pudiera registrarlo. Hasta que se decidió a torcer el destino.

"Quizás inconscientemente lo había bloqueado de mi cabeza. Por eso tal vez no tenía recuerdos. Pero es lo que creo, porque en realidad mi mamá me ha contado que yo siempre lo tenía presente", piensa Nico en voz alta. De hecho, ella (Cristina, quien lo tuvo a los 20 años) le contó la gran esperanza que se adueñaba de su pequeñita humanidad: "Esperaba que el cartero trajera alguna carta escrita por él desde Estados Unidos".

La mamá nunca le ocultó la historia ni a su padre, cuya ausencia se debía al mero hecho de que era un estadounidense que había pasado por Argentina a jugar al básquetbol y se había tenido que ir. Zachary Cooper había dejado huella en Peñarol y un hijo en Mar del Plata que, sin haberlo visto jugar, ya de chico tenía movimientos idénticos a los suyos.

La falta de su papá se sintió en momentos puntuales. "Me hubiera gustado tenerlo cuando me empezaron a pasar cosas lindas en el básquetbol", se sinceró el exjugador de Rocamora de Concepción del Uruguay, cuyo apellido alguna vez se coreó en las tribunas del Polideportivo Islas Malvinas. Pero lejos de sufrir esa ausencia, al jugador le sirvió para entender la clase de familia que tenía: "Mi mamá, mi tía y mi tío Horacio hicieron un trabajo tan bueno y fuimos tan unidos que nunca me pesó el no tener a mi papá".
El primer contacto, difícil
Hace casi siete años, de todos modos, Lauría encontró los datos de su papá con la ayuda de su compañero Kyle Lamonte, que le recomendó buscarlo por Internet. Y logró comunicarse con él. Protagonista en la Liga Nacional, el aspecto profesional y el sentimental le sonreían a la par. Sin embargo, Zachary volvió a desaparecer sin dejar rastro.

"Nunca pensé que fuera un hijo de p... Ni nada por el estilo. Sólo pensé que a cada uno le pasan cosas distintas por la cabeza. Capaz él no estaba en una buena situación económica. Tampoco lo odié: sólo dejé de buscar el contacto después de llamar un par de veces y no obtener respuesta", recuerda Nicolás.
La segunda vez, gracias a mamá
Las madres tienen una lectura muy especial de lo que les ocurre a los hijos, especialmente a los varones. Sin siquiera hablar, son capaces de comprender todo lo que pasa por la cabeza y el alma de esos que siempre serán sus nenes. Cristina, claro, no es la excepción. Por eso, hace no mucho le preguntó a su hijo por qué no lo intentaba una vez más.

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El ex jugador de Rocamora de Concepción del Uruguay con la foto junto a su papá. Agrandar imagen
El ex jugador de Rocamora de Concepción del Uruguay con la foto junto a su papá.
"No le dije que sí de inmediato”, confesó el jugador. “Tardé como un mes, pero una noche decidí intentarlo como para que ella viera que lo hacía y listo". Así, casi sin querer, encontró a una de sus primas: Destiny. Y así volvió a encontrar a su papá.

"Cuando hablé con él y me contó la historia de su vida, entendí que por ahí el momento para conocernos era ese", recordó el ala pivote. Entonces, tomó la decisión y viajó a conocerlo personalmente.
Ahora “soy un hijo más para ellos”
Encaró por primera vez un viaje tan largo, solo, y se subió a un Uber para conocer algo de ese que, de alguna manera, también es un poco su país. "Me hice entender, la gente me facilitó mucho las cosas y realmente sentí que realmente era parte de eso", expresa con emoción mientras sus pensamientos viajan a mediados de 2017, cuando se dio el gustazo.

Una vez que estuvieron cara a cara, Zachary le dio todas las explicaciones habidas y por haber. "Nació de él. Fueron varias charlas en varios días en las que me contó que volvió a Estados Unidos sólo sabiendo jugar al básquetbol, pero sin poder hacerlo por una lesión. Entonces tomó algunas decisiones erróneas y a mí me fue cerrando todo. Pero no me interesaba revolver el pasado; sólo quería vivir ese presente".

Hoy siguen en contacto. Hablan al menos una vez por semana por el chat de Facebook. Su abuela estadounidense ahora tiene WhatsApp, aplicación que no se usa mucho por allá. "Después de irme, me mandó un mensaje diciéndome que me extrañaban muchísimo, que no pasaba un día sin que hablaran de mí. Eso me hizo ver que no fui de paso, que soy un hijo más para ellos", se emocionó.
Fuente: Diario Clarín.

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