Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Marcelo Acosta, condenado a 6 años de cárcel.
Marcelo Acosta, condenado a 6 años de cárcel.
Marcelo Acosta, condenado a 6 años de cárcel.
"En todas las grandes causas aparecen fuerzas de seguridad conectadas”, dijo en una entrevista con diario “La Nación”. Su hombre es Hilda Knaeblein que recientemente logró la absolución del principal acusado de matar a Claudio “Pájaro” Cantero, líder de la banda de “Los Monos” de Rosario.

Los clientes de Hilda Knaeblein (abogada penalista instalada en Santa Fe desde hace 20 años) saben de antemano tres cosas: que no van a firmar ningún abreviado beneficioso, que van a enfrentar un, quizá, prolongado juicio oral y que el proceso tendrá mucha, mucha publicidad. Las condiciones las impone el tipo de delito que la Justicia les imputa, porque Knaeblein se especializa en defender a narcos y sicarios. Y le va muy bien.
La defensa de Milton Damario
El último "triunfo" resonante, casi un "batacazo", lo consiguió con la absolución de Milton Damario, que llegó a juicio acusado de acribillar a Claudio "Pájaro" Cantero, el líder de Los Monos, la organización narco que decidía la vida y la muerte en Rosario y alrededores.

"Sabíamos que era una causa en la que iban a estar puestos los ojos de todo el país, pero no había pruebas para condenarlo. Ni siquiera lo tendrían que haber procesado. En esta causa, como en las otras en las que se lo involucró, Milton fue el gran chivo expiatorio de las fiscalías y de la policía", sostuvo.
Defendió a “Yiyo”, el que arrojó un cesto al fiscal
Su última presencia rutilante en los medios se produjo en diciembre pasado. Esa vez fue un "gol en contra", aunque totalmente ajeno a su voluntad. Fue en los tribunales de Rafaela, cuando Elvio "Yiyo" Ramallo, su cliente, por quien acababa de empezar a alegar en la audiencia en la que se definiría su situación procesal en una causa que lo tiene acusado por instigación de un homicidio, se levantó intempestivamente de su silla y le arrojó un cesto metálico al fiscal Guillermo Loyola, a quien le causó una herida en la frente.

Esa reacción derrumbó cualquier estrategia que hubiese podido desplegar Knaeblein en su defensa, y ya no hubo caso: el juez Alejandro Mognaschi dictó la prisión preventiva de Ramallo, quien ya purga en la cárcel de Coronda una condena que lo tendrá tras las rejas hasta 2032.

La abogada no habló de ese episodio, aunque sí de su ejercicio de la profesión y de las circunstancias que la colocan al frente de la defensa letrada de presuntos narcos, supuestos sicarios e, incluso, barras bravas santafesinos.

"No se puede sindicar a alguien ante la Justicia como un asesino si no se tienen pruebas. Creo que conceptualizar o ponerles motes a determinadas personas porque son de clase baja o porque viven en lugares marginales es peligroso. Pero el principal problema es otro: estuve en las causas más emblemáticas de la provincia y en todas la policía investigó en contra", sostiene.
Defensora del chofer de Urribarri
Knaeblein es también defensora de Marcelo Acosta, el exchofer oficial de la gobernación de Entre Ríos, en tiempos que Sergio Daniel Urribarri estaba al frente del Ejecutivo provincial, detenido en 2014 cuando transportaba 20 kilos de cocaína por la autopista Santa Fe-Rosario. En mayo del año pasado, el juez Omar Digerónimo, del Tribunal Oral Federal Número 2 de Rosario, condenó a Marcelo Alejandro Acosta, el narcochofer, a seis años de prisión y una multa de 5.000 pesos por delitos de narcotráfico, en su caso, en el rol de transportista. Antes había sido cesanteado de la administración pública.
Más casos
Otro de sus clientes fue Daniel "Tuerto" Mendoza, el narco "protegido" por el exjefe de la Policía de Santa Fe Hugo Tognoli, condenados en el mismo juicio, en 2015. El Tuerto se profugó durante una salida transitoria en 2017 y fue recapturado el mes pasado en Córdoba.

"En todas las grandes causas -reflexiona Knaeblein- aparecen fuerzas de seguridad conectadas con grupos delictivos. Creo que la violencia que la provincia sufrió en los últimos tiempos está directamente relacionada con una cuestión de seguridad. Si las fuerzas policiales hubiesen actuado de la forma debida, esto no hubiera ocurrido".

"El límite es la violencia machista. La mayoría de los abogados son hombres. Las mujeres somos muy poquitas y en las causas en las que trabajo casi no figuran. Pero eso no me condiciona, al contrario, me da una ventaja porque las mujeres tenemos un sexto sentido", dice Knaeblein.
“Mi trabajo vale”
¿Cómo se gana la confianza de un narco?
-Yo no les miento a mis clientes. Les informo cómo marcha la causa y cuáles son los resultados posibles. Por eso nada los sorprende. Dejo todo en los expedientes, con mi equipo estudiamos la causa hasta el último detalle. El 99% de los detenidos cuando se van de la sala, aun sin saber la sentencia, me reconocen que estuve impecable y eso me hace sentir muy tranquila, no tiene precio.

Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imágen

Agrandar imagen
¿Es una abogada cara?
-No me considero una abogada cara, pero mi trabajo vale. Algunos piensan que no tomo ciertas causas porque no tienen magnitud mediática, pero para mí son todas iguales, aún sabiendo que a la sociedad le puede importar más o menos. El precio tiene que ver con mi trabajo y es alto porque somos varios abogados trabajando. De todas formas, una sabe que más allá de lo que pueda encontrar dentro del expediente, hay otros factores que pueden influir en la decisión de la Justicia, y que tienen que ver con una cuestión política o social.

¿Saca provecho de eso?
-El poder político no me influye para nada. Soy una abogada independiente, a mí no me van a marcar qué hacer o no.

¿Hay casos que no acepta?
-No tomo causas de delitos sexuales ni de violencia de género. Por más dinero que haya. Y no por ser mujer, sino porque puedo elegir a mis clientes.

"La mala fama no prueba nada en un tribunal"

El 12 de mayo de 2012, a la salida del partido entre Newell's y Unión de Santa Fe, en Rosario, Sergio Fernández, de 31 años, fue asesinado a tiros. Los testigos señalaron que las balas homicidas habían partido del ómnibus que trasladaba hacia el “Coloso del Parque Independencia” a una facción de la barra brava del “Tatengue”, conocida como “La Bomba”. Hilda Knaeblein asumió la defensa de los 90 hinchas que viajaban en ese micro atestado de barras.

Como en otras causas, la abogada consideró que "la mala fama no prueba nada en un tribunal". Y ganó: "Pude demostrar que no tenían ninguna vinculación con aquel hecho. Todavía hoy sigo siendo la abogada de esa facción de la hinchada de Unión e incluso algunos de ellos me llaman por causas relacionadas con divorcios o provisión de alimentos para la manutención de hijos", cuenta orgullosa la abogada.
Fuente: Diario La Nación.

Enviá tu comentario