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“Siempre seguí la misma dirección
La difícil la que usa el salmón
Siento llegar al vacío total
De tu mano me voy a soltar…”
(El Salmón – Andrés Calamaro – 2000)


El salmón es el pez que hubiera querido ser si no fuese persona con uso de razón. Eso habrá pensado Calamaro cuando escribió la canción que antecede. Es un ser vivo con una muestra de superación total, de esfuerzo y disciplina envidiable.

El salmón tiene la particularidad de deja el mar o el lago en los que coexisten y remontan por sus ríos nativos para desovar en primavera y verano. El desove tiene lugar entre septiembre y noviembre en agua con poca profundidad y puede continuar por hasta dos semanas allí.

Así como estos peces, la selección argentina esperó paciente su momento. Exasperó por momentos, no lo vamos a negar. Pero encantó cuando por fin la pelota golpeó la red, Messi celebró tras ese zurdazo rasante (como el que había ejecutado en la recordada final de la Champions de 2009 en el mítico Wembley) y el árbitro lo convalidó sin desacuerdo ni observación contraria desde el VAR.

Fue alivio que llegó en noviembre, como el desove de nuestro pez protagonista. Y Messi fue el líder, como tantísimas veces más, de ese “Juego del Salmón” que protagonizó el seleccionado nacional. Destrabó sus propios fantasmas, superó la parsimonia del sólo jugar a no equivocarse y poco más para empezar a mirar al arco rival con ánimo de ir por todo. Y lo fue, pudo y claro que puede con sus ases (MESSI, mayúsculo, Di María siempre encaró y asistió, Lisando Martínez jugó como si fuera un experto, Dibu atajó cuando lo debió hacer y los que ingresaron se comieron la cancha).

No ganó nada. Y ganó todo. Fue un solo partido, apenas 2 goles, 3 puntos, 1 ganado y 1 perdido dirá la estadística de Argentina en Qatar 2022 tras la jornada 2. La diferencia está en los intangibles: la confianza recuperada, que mueve más piernas y da más aire que un tubo de oxígeno; el espíritu colectivo fortalecido y el ánimo restablecido en millones de corazones a punto de explotar durante un partido y medio.

Argentina reencontró el camino, ese mismo que tras la derrota inicial decíamos que había que buscar en los 36 partidos invictos, en lugar de lamentarse por 1 perdido. Renovamos el deseo de que pronto llegue el próximo partido, pero también que bajemos ansiedades, que disfrutemos el camino y seamos pacientes como el salmón.
Fuente: 3200 El Código del Deporte

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