La viralización, en especial a través de la red social Facebook, sirve de termómetro para registrar la creciente preocupación de la población ante los fenómenos naturales, que por lo general son asociados al llamado "cambio climático".
Dos emoticones de tristeza y la frase "me dan miedo estas cosas" escrita por una joven que posteó la noticia en su muro de Facebook tal vez sea una síntesis perfecta del temor que se adueña de muchos ante el comportamiento de la naturaleza.
Lo que catapultó las visitas a la noticia fue la decisión de compartirla con sus contactos que adoptaron cientos de usuarios de las redes. A su vez, las personas que vieron esos posteos también la replicaron y compartieron en sus muros y así, gracias a la magia de la viralización, la nota fue compartida en las últimas 48 horas unas 18.200 veces, haciendo que medio millón de personas la leyeran, un número que sigue creciendo minuto a minuto.
En qué consiste el "pasillo de los tornados"
La noticia del 2016, que recuperó vigencia por obra y arte de la lógica de los buscadores, las redes sociales y la globalización, explicaba que "parte de Argentina, todo Uruguay y parte del sur de Brasil conforman el 'pasillo de los tornados'", que es una extensa área donde se producen tornados y tormentas severas con mucha frecuencia.
El dato emerge de un estudio realizado por la NASA en 2006. Con la ayuda de los satélites, la agencia pudo identificar las áreas en el mundo donde se producen las tormentas más intensas y encontró que una de esas zonas se localiza al este de la Cordillera de los Andes. La región está considerada como la segunda en frecuencia de tornados en todo el mundo.
Al no tener la suficiente cobertura de radar y poca densidad de población, no se puede saber con precisión la cantidad de tornados que se producen por año en esta zona. Los tornados registrados son solamente los que han sido avistados por las personas, y casi siempre este avistamiento ocurre cuando un tornado se forma cerca de un área poblada.
Pero se calcula que en Uruguay se producen aproximadamente 65 por año, en Argentina unos 150, en Paraguay alrededor de 35 y Brasil registraría unos 95 casos, sumando las llamadas Nubes Embudo, Tornados y Trombas Marinas. En toda el área del "Pasillo de los Tornados" son aproximadamente 345 los casos anuales.
Causas
Una de las razones que vuelven a esta región del sur del mundo propensa a sufrir fuertes tormentas es la gran extensión de la Llanura Pampeana, donde el aire frío proveniente de la Patagonia y la Antártida choca con el aire caliente y húmedo proveniente de zonas de Brasil, región del Norte de Argentina y Paraguay. A ello se le suma el aire seco procedente de la Cordillera de los Andes, todo lo cual produce tormentas intensas que logran alcanzar con mucha frecuencia el estado de supercelda y muchas generan intenso granizo y tornados de distintas intensidades, en su mayoría EF0, EF1 Y EF2.
Generalmente se producen entre los meses de octubre y abril, aunque con mayor frecuencia en diciembre y enero. Si bien se emiten las alertas meteorológicas, no hay medición o estadísticas que indiquen la cantidad de tornados que se generan cada año en el Pasillo de los Tornados, pero se sabe que el número es inferior al de Estados Unidos. Son de menor intensidad, ya que la mayoría son tornados de escala EF0, EF1 y EF2, mientras que el que asoló la ciudad de Dolores fue calificado por los técnicos como F3.
Políticas de Estado y desafíos a los estilos de vida
Mientras el común de los mortales reacciona con el lógico temor ante fenómenos de semejante magnitud, cabe esperar que otra sea la actitud de quienes en esta región del Mercosur tienen en sus manos dirigir los destinos de ciudades, provincias y países.
Encontrar caminos alternativos de progreso económico que no sigan hiriendo a la naturaleza por un lado, y planificar obras y políticas demográficas que pongan a las comunidades a resguardo de tornados y crecientes por el otro, parecen dos vías que urge explorar, gobernando no ya para las próximas elecciones sino para las próximas generaciones.
Todo ello sin dejar de admitir que tal vez la humanidad toda se enfrente ante el desafío de revisar hábitos de consumo y su matriz energética y productiva, lo que obligará seguramente a reconvertir estilos de vida inconciliables con el ambiente, esto último mucho más complejo aún de lograr que las más costosas obras de infraestructura.
Como sea, estamos todos llamados a no dejarnos dominar por el miedo paralizante que se viraliza y a traducir la lógica preocupación que nos invade en gestos concretos que contribuyan a un cambio positivo de la realidad.
