Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Guadalupe es docente en nivel inicial. Y utiliza los Mundiales de fútbol para trabajar con las banderas de los países, las reglas del juego, y las tablas de los grupos para ver los números. Claudia da clases de Política y Ciudadanía en un secundario. El Mundial 78 le sirve no solo para abordar a la dictadura y sus crímenes, sino también para plantear el dilema (que cruzó a la militancia de la época) sobre si había que boicotearlo o no.

El Mundial 82 le sirve a Claudia para hablar de Malvinas con los alumnos. Pero hace unos días, en el aula surgió una pregunta: si los bombardeos en Siria podrían hacer que se suspenda Rusia 2018. El Mundial se mete en las escuelas. Por todos los rincones. Claudia lo aprovechará para hablar sobre la Revolución Bolchevique, con la pelota rodando en esa tierra cien años después.
En todos los rincones
Cada cuatro años, escribió el periodista Alejandro Wall, se plantea un dilema: qué hacer si los partidos de la selección argentina caen en horario escolar. En Rusia 2018 habrá, al menos, dos ocasiones. El debut será el sábado a las 10 con Islandia, por lo que no será un problema. Pero contra Croacia, el segundo partido, la Argentina jugará el jueves 21 a las 15. Y contra Nigeria, cuando cierre su participación en el Grupo D, lo hará el martes 26 también a las 15. Los alumnos del turno tarde ya se están organizando sobre cómo ver esos partidos. Esa es la agenda segura, lo que pase después de eso dependerá de cómo le va a Lionel Messi y compañía.

Durante el Mundial de Brasil, tanto el Gobierno nacional como el de varias provincias determinaron que los partidos que jugará la selección argentina podían verse en las aulas sin que se suspendieran las clases. Lo más probable es que ocurra algo similar durante los días de Rusia, el mes en el que el fútbol se lo come todo. Pero que también sirve para abordar distintas temáticas en las aulas.

“Lo que hice fue trabajar transversalmente prácticas del lenguaje con convivencia. En prácticas del lenguaje había que escribir normas de juego, cómo se jugaba al fútbol. Y aprovechamos el marco del Mundial, el álbum de figuritas, para poder trabajar, y se enganchan todos, los chicos y las chicas”, dice Natalia, docente de quinto grado de una escuela pública de la Ciudad de Buenos Aires.

“El fair play, el juego limpio, la normas de convivencia, en los recreos, y también en el aula, donde dibujamos una cancha. Y escribimos normas a partir del juego y cómo se pueden vincular con el comportamiento y los valores en el aula, el juego en equipo, el compañerismo, actuar en grupo y ayudar al otro”, agrega Natalia.

“El episodio actúa como disparador de otros eventos sucedidos. Permite un temario amplio, desde la investigación de países y naciones intervinientes, hasta hechos migratorios y representatividad de las naciones. Hay líneas de tiempo, comparaciones, ídolos actuales y antiguos héroes deportivos, como Diego (Maradona). Abordamos desde la música hasta la geografía, en una feria de las naciones con cada país y su cultura originaria”, cuenta Gastón, docente de escuela primaria. “Es increíble cómo podemos ampliar la mirada y atravesar esta competencia deportiva que nos da infinidad de recursos áulicos para articular millones de cosas desde lo más efímero hasta lo más profundo”, agrega.

Las editoriales también juegan el Mundial en las escuelas. Este año, tanto Norma como Loqueleo, de Santillana, entregaron proyectos para que se pueda abordar la cuestión desde la literatura. Norma tiene títulos como “Quiero ser referí”, de Fernando Sánchez, “Lo que aprendí de novias y equipos”, de Fernando Ivanier, o “El equipo de los sueños”, de Sergio Olguín. Loqueleo publicó “La Superliga”, antología de cuentos de fútbol escritos por distintos autores. Se trata de proyectos de lectura que tienen que ver con el trabajo en equipo.

“Cuando se juega el Mundial, y sobre todo en horarios de clase, es inevitable que se ponga una tele y se vean los partidos. Y siempre hay alguna actividad para aprovechar la cuestión”, dice Sandra Bianchi, jefa del área de Prácticas de Lenguaje.

“Para eso se trata de hacer alguna actividad relacionada con conocer la estructura del país organizador, la cultura, la historia, y, desde ya, la participación argentina. Además de material impreso, de guías de trabajo, también hay actividades virtuales, online, que se van actualizando, todo para ayudar a los docentes en el abordaje de la cuestión”, agrega Bianchi.

En 2014, el Ministerio de Educación de la Nación repartió desde Conectar Igualdad material de texto, pero también audiovisual, como “Futbolerías”, con narraciones de Eduardo Galeano, o “Entornos invisibles de la ciencia y la tecnología”, una serie que conducía el cineasta Juan José Campanella, programas que se emitían por el canal Encuentro. También se podía leer a Roberto Fontanarrosa, Osvaldo Soriano y al mexicano Juan Villoro. Una de las actividades era “Matemática y el Mundial de fútbol”, con fichas para realizar operaciones de comparación de datos, equivalencias de monedas y estadísticas de los países que compiten.

Hay quienes dicen que en los Mundiales se aprende de geografía. El Mundial de Rusia también puede servir para concientizar sobre cuestiones de género. En ese sentido, Economía Femini(s)ta acaba de lanzar el Mundial de la Igualdad. “Es una iniciativa que busca que los medios tradicionales y alternativos, organizaciones, clubes deportivos y marcas interesadas en el fútbol difundan, desarrollen y promuevan contenidos con una agenda social y de género más responsable”, explican.

“Queremos aprovechar este campeonato para hablar de las brechas salariales entre jugadores y jugadoras, del acceso al deporte para las mujeres, de la violencia machista. Queremos saber cuántas periodistas deportivas estarán cubriendo los partidos y si tendrán voz en los relatos”, ampliaron.

Dicen que les “gustaría generar conversaciones sobre estos temas con la misma pasión que se debate una jugada polémica o se festeja la victoria de tu equipo favorito. Nuestro objetivo es convertir los 48 partidos del mundial en oportunidades para informar, aprender, reflexionar y generar acciones que transformen estas desigualdades”, agregan.

El primer hackaton se realizó en San Lorenzo. Ahí estuvieron las entrenadoras y ex jugadoras Evelina Cabrera y Mónica Santino, además del presidente del club, Matías Lammens. El proyecto continuará en Bogotá, Colombia, pero también habrá encuentros en Chile y Ecuador. Se trata de pensar el Mundial más allá de los goles de Lionel Messi, otra forma de educar.

Incluso, mientras se ponía en marcha el Mundial de la Igualdad (se puede seguir desde su cuenta de Twitter, @igualdata), la selección argentina de fútbol femenino daba una lección en la Copa América de Chile. Sin apoyo de la AFA, apenas con unos viáticos, dejadas de lado en la presentación de la ropa, con una preparación precaria, consiguieron algo más que un tercer puesto y la chance de repechaje para el Mundial de Francia 2019.

Así visibilizaron un fenómeno que no es nuevo, pero que muchos no quieren ver, lo que mostró los niveles de desigualdad entre las mujeres que juegan al fútbol y los hombres. Los medios que al principio le dieron la espalda, cedieron espacio en sus páginas. Llegaron, al fin, a ser transmitidas por una de las señales que tiene los derechos de la Superliga. Aunque los partidos se podían ver por Facebook o Twitter.

Si la Copa América en Chile sirvió para exponer la desigualdad de género, y no solo en el fútbol, con el Mundial se puede tener un enfoque pedagógico. No hace falta tener la tele en el aula, como pasará con el debut de Argentina en Rusia. Un día antes, el viernes, una maestra puede pararse frente al grupo de chicos y hacer una pregunta: “¿Qué conocen de Islandia?”. Porque se sabe que un Mundial no sólo se trata de fútbol.
Fuente: Tercer Cordón.

Enviá tu comentario