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Al cumplirse el 24 de enero un aniversario de la llegada del Pbro. Jorge María Salvaire a Colón, el Prof. Alejandro González Pavón compartió un artículo en el que cuenta parte de su vida.

En el relato aparecen hechos relevantes como su importancia en la edificación de la Basílica de Luján –obra que no llegó a ver concluida- y su misión en el Falansterio de Durandó.

También algunas curiosidades como la construcción en Colón de un monolito en su homenaje, que luego fue derribado para construir los vestuarios de una cancha de fútbol; y la posibilidad de que la Iglesia avance sobre su beatificación.
Su impronta en el templo de Luján
En su escrito, González Pavón habla de la importante misión que cumplió Salvaire en Buenos Aires:

Salvaire es un apellido poco conocido entre nosotros y poco se ha hablado de él en los relatos históricos hasta el momento. Lo cierto es que valioso hacer mención de su nombre y sobre todo de la misión evangelizadora que predicó tanto en Colón, como Villa San Luis (Hugues) y zona del puerto Almirón (Colonia San Anselmo).

Jorge María Salvaire fue un sacerdote nacido en Francia en el año 1847 (6 de enero). Hijo de Felix Salvaire y Doña María Modesta Vázquez (española). A temprana edad, Jorge ingresó al Seminario de la orden de los Lazaristas (en París, Francia) del cual fue ordenado sacerdote en el año 1871. El mismo año, por requerimiento mismo de la Orden clerical a la cual pertenecía, lo envían hacia América, más precisamente a Buenos Aires con el objetivo de realizar pequeñas misiones que propagaran no sólo la fe católica sino también, buscar adeptos para conformar la orden. El P. Salvaire siempre se destacó por sus dotes intelectuales y, sobre todo, por el don de la palabra a la hora de expresar sus conocimientos. Su carisma sacerdotal lo hizo destacar de inmediato entre los suyos, lo cual le fue de gran apremio entre sus superiores para las mayores consideraciones.

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Su presencia en Argentina, más precisamente en la zona de Villa Luján lo llevaron a estar en permanente contacto (y a veces en una relación poca amistosa) con las comunidades de nativos que rodeaban la zona en aquella época. Luego de permanecer un tiempo acotado en Luján, sus superiores lo envían a Azul, lugar en el que permanecerá poco tiempo hasta que vuelve a Lujan donde va a desarrollar gran parte de su vida sacerdotal y misionera.

Su padre desde joven tenía una inclinación muy directa hacia la arquitectura lo cual, sin lugar a dudas, transmitió en algún momento ese mismo gusto a su hijo. Esto llevó a que Salvaire una vez radicado definitivamente en Luján, decida poner en práctica un proyecto bastante ambicioso que llevaría a concretar un templo – basílica que nada tiene que envidiar a las construcción de las centenares iglesias europeas.

Su intelectualidad, le permitió investigar, indagar y escribir la historia misma de la Virgen de Lujan.
Misión evangelizadora en la granja de Durandó
Luego, el docente describe la misión llevada adelante por el sacerdote en Colón, San Anselmo y Colonia Hugues, allá por 1890, cuando debió lidiar con las creencias de quienes habitaban el Falansterio de Durandó:

Años más tarde, por orden de sus superiores, es enviado a misionar (por poco tiempo) a la República Oriental del Uruguay) junto a los hermanos de la Congregación de San Vicente de Paúl los cuales (alguno de ellos) a su regreso a la Argentina, lo acompañarán a realizar la GRAN MISIÓN que llevó a cabo en Colón, Hugues y San Anselmo más precisamente en la década de 1890.

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Jorge María Salvaire había nacido en Francia. Agrandar imagen
Jorge María Salvaire había nacido en Francia.
Es menester relacionar con este hecho, lo que después va a desencadenar en una relación amistosa y comercial entre nuestra zona y la provincia de Buenos Aires, más precisamente con la zona que hoy se conoce como “Luján”. Existe suficiente documentación que atestigua el hecho de la comercialización de piedras de canteras de la zona que fueron vendidas exclusivamente para la construcción de la hoy Basílica de Nuestra Señora de Lujan (Provincia de Buenos Aires).

Por entonces el Falansterio de Don Juan José Durandó (conocido en ese contexto como la Granja /Establecimiento Durandó) estaba en pleno apogeo. Su dinamismo y organización interna atrajo un número importante de familias que se radicaron en ese lugar, próximo a lo que se denomina Colonia Hugues. Su funcionamiento y sus leyes organizacionales (internas) llevaron a considerarlo como un punto enemigo para la Iglesia y su conceptualización social (comprendido, claro está, el contexto en el que se desarrolló). Esto motivó a que se considere oportuno realizar en cercanías al lugar una Misión evangelizadora que trate de trabajar el sentido espiritual de los colonos de entonces a través de una imagen sacerdotal externa a la que estaban acostumbrados a ver. Es por eso que la presencia de Salvaire y sus hermanos sacerdotes hizo que la misión que predicó en esta zona se produzca con gran éxito. Sin embargo, el establecimiento Durandó siguió funcionando puertas adentro con total normalidad.

Quien se desempeñó un tiempo antes como sacerdotes en Colón había sido el Pbro. Pablo Esteban Lantelme (quien tuvo que afrontar innumerables situaciones de tensión entre católicos y protestantes dentro de su comunidad parroquial). Cabe aclarar un dato que es muy importante, en la década de 1870, se había hecho presente en la zona un pastor protestante llamado Julián María Trioche el cual desde el primer momento ocasionó una convulsión social entre los colonenses y habitantes de la Colonia San José, predicando sus sermones en lugares públicos, fomentando la unión civil entre protestantes y católicos, entre otras acciones. Y por otro lado, los hermanos sacerdotes José y Esteban Monnard. Estos últimos fueron los que establecieron la relación directa de amistad y comercial entre Salvaire y nuestra zona. Puesto que al recorrer Salvaire la zona de Puerto Almirón (San Anselmo) vislumbró una fuerte actividad de canteras próximas al lugar, valorando la calidad de las piedras y el trabajo mismo del oficio del picapedrero, considerándolas como una posibilidad de que formen parte de los materiales para la culminación de la construcción del Santuario de Nuestra Señora de Luján. Sin embargo, la negociación no se produzco de forma inmediata, sino que el Pbro. Esteban Monnard tiempo después de que su misión cesase en la zona, le envió muestras de las piedras de estas canteras para que sean evaluadas por el arquitecto que en ese momento tenía a cargo la obra del Santuario. Y efectivamente éste último aprobó el envió y se realizó un encargue importante de piedras de estas canteras las cuales fueron trasladadas en forma directa a Buenos Aires para la construcción del Santuario mariano.
Un monumento destruido en Colón
Como homenaje, al Padre Jorge María Salvaire le habían levantado un monolito de tres metros en la ciudad de Colón. Sin embargo, fue derribado. Así relata el escritor aquel episodio:

Como recuerdo y prueba de la Gran Misión de Salvaire en Colón y la zona se construyó un monolito de gran altura (aproximadamente 3 metros de alto con forma de una columna y coronaba ese monumento una cruz latina). Este monumento conmemorativo e histórico permaneció en donde hoy se emplaza la cancha de futbol de la Parroquia de los Santos Justo y Pastor, más precisamente próximo a lo que es calle Vieytes y Avenida Gral. Urquiza. El mismo fue destruido en la década del 2000 para dar lugar a la construcción de los baños y vestidores.

El monumento contaba en su base con una placa de mármol que decía más o menos lo siguiente: EN RECUERDO DE LA GRAN MISIÓN LLEVADA A CABO POR EL RVDO. PADRE GEORGES SALVAIRE y llevaba escrito una fecha que posiblemente sería década de 1890). Lamentablemente al día de hoy no ha quedado registro documental ni fotográfico del monumento, pero sí el recuerdo de quienes lo pudieron ver.
Envío en barco de dos obsequios para Colón
En agradecimiento a Colón, el cura envió desde Buenos Aires dos importantes elementos a la Parroquia Santos Justo y Pastor:

Al poco tiempo, producto de esta relación de amistad que se había gestado entre Salvaire y Colón, el mismo envía como agradecimiento dos elementos que hoy bien podrían ser considerados, además de históricos por supuesto, como patrimonio histórico nacional. Ellos son: una pila bautismal de mármol de carrara (que es la que se utiliza actualmente para la realización de los bautismos y que vino a sustituir una de lata que había sido donada por el padrino del templo de la Iglesia de los Santos Justo y Pastor, el Dr. Estevan María Moreno) y un armónium (después modernizado con motor eléctrico que lo convirtió en órgano) que perteneció al Santuario de Nuestra Señora de Luján (Buenos Aire). Ambos elementos llegaron a Colón en barco, en la década de 1890 según inventario parroquial.
En proceso de beatificación
El Prof. Alejandro González Pavón escribe que el Padre Salvaire “fallece en Luján (Buenos Aires) el 4 de febrero de 1899 a los 52 años”.

“El proceso de beatificación de Salvaire dio inicio en 2016 y había sido anunciado por Mons. Pioli a través de distintos medios nacionales. Pero en 2019, al tomar impulso el proceso, Salvaire ya es considerado desde entonces como Siervo de Dios”, finaliza diciendo.
Fuente: Alejandro González Pavón – El Entre Ríos.

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