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Hace tres décadas se convirtió en uno de los mayores atractivos de Colón, y pese a las diferencias entre aquella infancia y la actual, la ilusión que despierta en los más pequeños se mantiene intacta. A tal punto parece nada haber cambiado, que los padres de hoy son los niños del ayer.

En sus autos, avioncitos y caballos suben chicos de todos los barrios y clases sociales. Entre vuelta y vuelta, además de la música que acompaña, lo que más se escucha es “una vuelta más” y a veces el llanto de quien no se quiere bajar.

Si bien la consecuencia más dolorosa del temporal del lunes último tiene que ver con las familias que necesitaron refugio en otra vivienda o tuvieron importantes pérdidas materiales, lo que ocurrió en la calesita de Plaza Artigas es para los colonenses un trago muy amargo.

“Hay que armar de nuevo la calesita que hicimos hace tres meses, cuando se rompió el palo mayor. Invertimos una fortuna”, dice con la voz entrecortada Daniel Torres a El Entre Ríos.

“Estamos angustiados. Se rompió media calesita, varios juegos, los parantes que sostienen el techo y el andamiaje para que gire. También quedó dañada la casilla desde la que trabajamos”.

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Mirando hacia adelante
La calesita es herencia familiar y lejos de tener fines comerciales, es un sentimiento que no piensan abandonar.

“No vivimos de la calesita. Para nosotros es nuestro cable a tierra. Cobramos 250 pesos las tres vueltas. A la gente de Colón cuando no tiene un peso o vienen con varios chicos, les cobro por uno solo”. Además, desde hace 27 años, reciben sin cargo a los nenes de jardines de la ciudad.

No es la pérdida material lo que más le afecta a Daniel y su familia, sino imaginar las posibles secuelas si esto mismo hubiese pasado en otro horario, cuando el lugar está lleno de gente.

“Yo había advertido que la palmera era viejísima. Se estaba secando la base y se estaba por caer. Se lo dijimos a los encargados de remodelar la plaza”, dice durante la entrevista.

Sin embargo, pese a sentir que lo ocurrido se podría haber evitado, hoy elige mirar hacia adelante.

“Hay muchísima gente que quiere ayudar y hay calesiteros de Buenos Aires que me donaron juegos”.

“Los chicos lloran delante de la calesita y dejan carteles preguntando cuándo va a volver a girar”, dice también él entre lágrimas.

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Lo que quedó tras quitar la palmera Agrandar imagen
Lo que quedó tras quitar la palmera
En medio de la conversación, se hace un tiempo para recordar a quienes prestaron asistencia y a quienes ahora están dispuestos a aportar su granito de arena.

“Agradezco a los bomberos porque me ayudaron a sacar los parlantes nuevos que habían quedado en medio de la calesita”.

También destaca la actitud del intendente, que se puso a disposición, y luego de intercambiar mensajes acordaron reunirse la semana próxima. “Entiendo que hay prioridades antes que la calesita y no tengo nada que reprochar”, reflexiona.

“Le agradezco a la gente por estar y les digo que la volveré a poner en pie me cueste lo que cueste. La calesita es de los chicos de Colón. Lo único que quiero es que vuelva a girar”.

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Hace tres meses, cuando la habían reparado Agrandar imagen
Hace tres meses, cuando la habían reparado
Fuente: El Entre Ríos

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