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El humo, terco, una columna quieta que se levanta hacia el cielo en días calmos, diáfanos, asoma desde el bajo, allá, cerca de los anegadizos, el patio de atrás de la ciudad adonde van a parar las mugres de tantos: el Volcadero.

Otras veces, esas veces en las que la presión atmosférica es baja, asfixiante, se extiende como un fantasma y recorre la ciudad: entonces el aire se vuelve irrespirable. Hay, en esos días, un tufo ardiente.

En febrero, el gobernador Sergio Urribarri se montó a un helicóptero y sobrevoló el Volcadero, y desde allá arriba dijo, oh, tenemos que hacer algo, y lo hizo: lanzó camiones de tierra encima de la basura, y así, dijo, se terminó con todo.

La Solución Histórica del Humo del Volcadero. Así se anunció, así se hizo.

De este modo: se descargaron 2.500 camionadas de tierra sobre lo que antes eran grandes extensiones de basura.

Y las montañas de residuos, el campo sembrado de basura, de ese modo, fue convertido en una planicie cubierta de tierra extraída, de modo prepotente, del Nuevo Parque, que es un área natural protegida.

Se extranjeron 70.000 m3 de tierra. “Y lo más importante, casi no hay humo”, anunció el Gobierno.

“Hace tres semanas la intendenta de Paraná me dijo que las grandes lluvias habían tornado insostenible la situación de El Volcadero, que la cantidad del humo era algo ya intolerable. Hice lo que tenía que hacer: la salud pública no puede esperar las soluciones estructurales, así dispuse los trabajos de movimiento y enterramiento de la basura que han terminado con el humo en El Volcadero, un hecho histórico. En veinte días nuestro gobierno provincial acabó con un problema de Paraná de 40 años”, dijo entonces el Gobernador, restregándose las manos, satisfecho del deber cumplido.

El encandilamiento duró poco, poquísimo tiempo. Al poco tiempo, el humo volvió como siempre, porque la solución no fue de fondo, el problema de la basura no tuvo una respuesta estructural adecuada, sino que se echó mano al camino más cómodo: se tapó toda la basura que había, pero la basura siguió llegando al Volcadero, y el humo, producto de la combustión, no cesó jamás.

Los vecinos lo advierten, lo denuncian.

“Quería avisar que el Volcadero está en este momento a pleno encendido.

Sería bueno que les interese, ya que el humo con químicos lo respiramos todos”, contó hoy una vecina.

Pero los testimonios son recurrentes.

Ya en febrero, cuando el Gobierno anunció la solución mágica para el Volcadero, el Foro Ecologista de Paraná había advertido que era un camino errado el de echar tierra para tapar la basura de forma momentánea.

“No podemos celebrar la opción realizada respecto a los humos en el Volcadero Municipal días pasados. Por el contrario, rechazamos la solución alfombra presentada como histórica a expensas del saqueo y destrucción de suelos del Parque Nuevo. Consideramos que esta acción constituye una nueva derrota ambiental para la ciudad, que se disimula como triunfo”, dijo la entidad.

Nunca es triste la verdad: lo que no tiene es remedio. Y la verdad es que se ve y se huele en la ciudad toda vez que arde el Volcadero: el humo que sigue, tozudamente, sobre las cabezas de los paranaenses, y metiéndose, de modo indolente, en los pulmones de muchos.
Fuente: Entre Ríos Ahora

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