La primera aplicación de la ley fue en abril de 1912, en Santa Fe y Buenos Aires y la imagen corresponde a uno de dichos comicios.
Haciendo abstracción de vestimentas y formalidades, la imagen, en su esencia, repite la escena de la que fuimos protagonistas los argentinos el pasado domingo. La mesa y las autoridades de la elección sentados alrededor de la misma, la presencia de las fuerzas de seguridad y el momento en que un votante introduce su boleta en la urna, colocada en el centro de la mesa.
Una imagen que se ha repetido a través de toda nuestra vida institucional por más de un siglo. Sería demasiado larga y quedaría siempre incompleta la enumeración de cuanto han cambiado y se han simplificado incontables actos de nuestra vida cotidiana. Sin embargo el voto, uno de nuestros más preciados derechos y deber a la vez fue realizado de la misma manera y el subsiguiente escrutinio, a pesar del apoyo de la tecnología, siguió los consabidos pasos del proceso. El primer recuento de votos en cada mesa, el acta subsiguiente, el telegrama que confirma el resultado y luego el traslado de cada urna. Para que se confirmen cada uno de los pasos y, en el caso de las recientes elecciones, tener acceso a los primeros resultados cuando el día se acababa. Seis horas después del cierre de los comicios.
Antes de un mes volveremos a sufragar. ¿Será la última vez que usaremos el mismo método reemplazado ya en algunos distritos del país y en casi todo el mundo?