Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
María Cristina Muñoz es de Concepción del Uruguay
María Cristina Muñoz es de Concepción del Uruguay
María Cristina Muñoz es de Concepción del Uruguay
Miriñaque, el caballo entrenado por María Cristina Muñoz, ganó el Gran Premio Nacional de Turf y así ella se convirtió en la primera mujer cuidadora en obtener ese galardón en los 135 años de historia de la competición. De esta forma rompió una tradición masculina que venía dándose en el mundo hípico nacional desde el siglo XIX. Ella dice que sabía que iba a ganar, que tenía un pálpito especial. Era, increíblemente, la primera vez que competía. Y cambió la historia para siempre.

María Cristina (45) lleva los caballos en la sangre. Es una apasionada. Para ella entrenarlos no es un trabajo. Asegura que puede hacerlo "hasta el último de sus días". Su devoción no proviene de un repollo. Su abuelo y su padre eran entrenadores en Concepción de Uruguay, Entre Ríos, de donde ella es oriunda. Su madre, jockey en carreras cortas. "Me crié en un stud", cuenta.

Nunca quiso otra cosa para su vida. Cuando creció y decidió venirse a la Capital, ingresó a la universidad para estudiar Veterinaria para "así entrar en el mundo de los caballos". Durante un año trabajó y estudió pero, rápidamente, logró comprarse su primer caballo. Ese fue su boleto de entrada al mundo hípico, donde conoció a grandes leyendas del turf que le enseñaron todo lo que sabe. "En San Isidro conocí a Esteban Bianchi, que es una leyenda viviente del turf argentino. Ganó todo y de él aprendí mucho. Es mi maestro en el inicio de esta profesión", contó Cristina.

Así fue abriéndose paso en un mundo muy difícil para las mujeres, con talento y mucho trabajo. En 1997 tuvo su licencia de entrenadora y pasó a atender caballos en el Hipódromo de Palermo. Ese fue el comienzo de una carrera que llegó a su punto máximo con varios triunfos en las principales carreras argentinas.

Este año, Miriñaque ganó el Gran Premio Nacional, la tercera gema de la Triple Corona argentina. Previamente se había quedado con la Polla de Potrillos.

Muñoz explica que "dedicarse todo el tiempo al caballo es un arte". "Cada caballo es distinto", dice. Y suma que para prepararlo "hace falta un equipo de ocho personas". El trabajo es mucho. "Ves al caballo a la mañana, lo revisás, te fijás si comió bien. Después viene el cuidador y le hace masajes. El caballo es como un atleta: tenés que tomarle la temperatura, darle vacunas y un antiparasitario".

Después, como un futbolista de elite, "sale todos los días a entrenar". "Empieza tranquilo, hasta que ves que empieza hacer trote y puede galopar. Como no habla, se hace entender de esta forma", explica.

El no conocedor puede pensar que un triunfo en el turf depende más de la potencia y la velocidad del caballo que de otra cosa. Pero María Cristina explica que en realidad es un conjunto de cosas. "Depende de cómo lo entrenás, del jockey y de la pista", ensaña.

También aclara que ella es muy puntillosa a la hora de elegir un nuevo ejemplar. "Cuando miro un potrillo, me fijo que sea correcto, es decir que no sea chueco ni tenga la rodilla desviada. Que sea un caballo lindo y armonioso, que tenga un buen caminar y buena expresión. El pedigrí —la historia del padre, la madre y los hermanos— obviamente es muy importante. El hijo de un campeón tiene más chances de ganar una carrera", analiza.

El día de la carrera que cambió la historia de Turf argentino ella se tenía fe. Sentada en un lugar "específico" de la tribuna del hipódromo de Palermo, vio cómo un caballo, en una carrera de 2500 metros y que dura poco más de dos minutos, iba ganando posiciones rápidamente. "En los últimos 300 metros iba segundo y empecé a gritar como loca porque sabía que iba ganar".

Y así fue. Con ese triunfo, Muñoz se convirtió en la primera mujer de la historia en quedarse con el Gran Premio Nacional de Turf.
Fuente: Clarín

Enviá tu comentario