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Por pura casualidad cayó en mis manos un folleto que decía ser editado por la Fifa. Sí, por la Fifa de Blatter, Grondona y compañía. Con una ristra impresionante de nombres y apellidos detrás.

Impreso en el que se hacía referencia al juego limpio. Y en el que se indicaba que juego limpio (en inglés, fairplay), es una expresión utilizada para denominar el comportamiento leal, sincero y correcto en el deporte, fraterno hacia el contrincante, respetuoso ante el árbitro y correcto con los asistentes.

Hasta allí todo muy bien. Pero lo que me cayó como una maravillosa sorpresa es que allí también se advertía que eso del "fairplay" no solo hace referencia a los jugadores, sino que también engloba a los dirigentes, patrocinadores, padres y familiares, árbitros, entrenadores y público.

Lo que me llevó a preguntarme si eso del juego limpio o del fairplay no es algo de lo que en realidad tiene que ver con todos. Y si la vida en sociedad cabe asimilarla a un juego, ¿qué pasa si juego limpio pero veo jugar sucio a los demás? Una pregunta que para contestarla, debiéramos a lo mejor hacerlo partiendo de otra: ¿quién fue el que le dio una mano a Maradona en una ocasión que ha hecho historia? ¿Habrá sido Dios, o habrá sido el Diablo? O también, ¿se lo imaginan a Dios, séame perdonado si blasfemo, jugando sucio?
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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