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El Fondo de las Naciones Unidas (ONU) para la Infancia calculó en un informe presentado este miércoles en base a datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec y procesados por su oficina en el país, que la pobreza multidimensional entre los chicos y adolescentes de entre 0 y 17 años era de 28,4% en el primer semestre.

Para Unicef, los niños y adolescentes pobres por ingresos y que mostraban vulnerabilidades de derechos fundamentales -por lo menos uno, como el acceso a la educación, la vivienda o a cloacas- eran 3,8 millones a mediados de 2021 en el país.

Al sumar una mirada integral del fenómeno de la pobreza, ingresos y dimensiones (en las que pueden existir privaciones), el universo de pobreza se achica. Por caso, el Indec estimaba en el primer semestre de este año, que los chicos pobres sólo por ingresos eran 7,2 millones (un 54,6%). Aquellos que estaban en la indigencia eran 2,2 millones (16,9%).

El documento de Unicef se titula “Pobreza monetaria y privaciones no monetarias en Argentina” y fue un estudio dirigido por Sebastián Waisgrais, especialista en Inclusión Social y Monitoreo de Unicef. Contó con la colaboración de Jorge Paz (Instituto de Estudios Laborales y del Desarrollo Económico), de Luis Alberto Beccaria y Ana Laura Fernández (Universidad Nacional General Sarmiento) y de Alberto Minujin (director ejecutivo de Equidad para la Infancia).

De acuerdo a la cronología de Unicef, el 28,4% de niños y adolescentes pobres multidimensionales del primer semestre de este año es una baja con relación al primer semestre de 2020, pleno auge de la pandemia, cuando esa marca era de 33%. No obstante, la cifra actual está por debajo del último año de gobierno de Mauricio Macri (31,8%).

Las dimensiones que utiliza Unicef para calcular este indicador multidimensional son educación, protección social, vivienda adecuada, saneamiento básico, acceso al agua segura, y hábitat seguro.
Los perfiles de la pobreza
“Las niñas y niños significativamente menos pobres que el promedio residen en hogares cuya PR [persona de referencia del hogar]tiene 60 años o más, que ha completado doce años de educación formal (primaria completa) y que se desempeña como trabajador/a independiente profesional o como asalariado/a formal. En suma, el nivel educativo y la condición laboral de la PR son las variables que revelan mayor heterogeneidad interna”, indicó el documento.

“Veníamos de niveles elevados [de pobreza infantil]y la pandemia terminó ampliando la brecha y la desigualdad entre hogares con y sin niños”, explicó Waisgrais, que agregó que, pese a la mejora de este año en el dato, la reducción de los ingresos en los hogares sigue siendo significativa debido a la persistencia de la elevada inflación en la Argentina. El especialista puso también el foco en la creciente precarización del mercado laboral en el último año.

Paz remarcó la trascendencia de los programas sociales oficiales, que sirvieron como “amortiguadores” en medio de las cuarentenas obligatorias de 2020, y que siguen teniendo un importante impacto en el tiempo para contener la pobreza extrema. Sin estas políticas (AUH e IFE, particularmente), los niveles de pobreza hubieran sido 3,9 puntos mayores en el segundo trimestre de 2020 en hogares con niños y niñas.

“La tenencia de empleo por parte de la PR [persona de referencia del hogar]no es una condición suficiente para que el hogar escape de la pobreza”, indicó el documento de Unicef. “Una niña o un niño cuya PR se desempeña como asalariada informal, o como trabajador por cuenta propia en ocupaciones de baja cualificación, tiene una probabilidad de estar en la pobreza dos veces más alta que la de quienes residen hogares cuya PR es un trabajador formal (solamente un poco menor a la de aquellos cuya PR está desocupada)”, completaron.

“Es claro que la calidad de la inserción laboral importa y que una inserción precaria en el mercado laboral genera una situación análoga en términos de bienestar que la provocada por la falta de empleo”, definieron.

El impacto de la pandemia profundizó la desigualdad en la pobreza. “En el momento de mayor impacto de la pandemia sobre la actividad (segundo trimestre 2020), se produjo un nuevo salto de más de 8,7 puntos en la pobreza y de más de 3,7 en la pobreza extrema con respecto al último trimestre de 2019. Como resultado, la tasa de pobreza fue del 47% y la tasa de pobreza extrema afectó al 12,3% de la población”, recordaron. En el último trimestre de 2020 bajó a 45,4%.

“Si se consideran de manera diferenciada los hogares con niñas, niños y adolescentes entre sus miembros, se observa que la tasa de pobreza oscila entre 10 puntos y 14 puntos por encima del total. En contraposición, los hogares sin niñas, niños y adolescentes presentan tasas entre 16 y 26 puntos por debajo de las generales”, graficaron y agregaron: “La reducción de la tasa de pobreza en el cuarto trimestre de 2020 se explica únicamente por la mejora en la situación de los hogares sin niñas, niños y adolescentes entre sus miembros, dado que para el grupo que sí los tiene como miembros la pobreza siguió incrementándose, aunque en forma leve”.

El género también importa. En todo el período bajo análisis las personas que conforman hogares con jefas mujeres muestran tasas de pobreza mayores que las de aquellos cuyo jefe es varón (la diferencia pasó de 4 puntos en la primera mitad de 2018 a cinco puntos este año). Allí también se extendió la brecha de desigualdad.
Fuente: Por Francisco Jueguen para La Nación

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