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Marcelo Ramat
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El Dr. Marcelo Ramat (M.N. 99789 – M.P. 1004) es médico de familia. Luego de finalizar la carrera en la Universidad de La Plata y cursar su especialidad en el Hospital Francés de CABA, regresó a la ciudad de San José, donde se desempeña en el hospital local y en su consultorio privado. Además, hasta diciembre de 2019 ejerció el cargo de Director de Salud de la Municipalidad de San José.

Entrevistado por El Entre Ríos, habló sobre el sistema de salud departamental, la falta de consciencia en parte de la población y el cansancio, luego de casi siete meses de aislamiento.

-¿Cuál es la evaluación sanitaria de cómo se ha llevado adelante esta pandemia en nuestra región?

-Hubo mucha preparación en los hospitales. Desde el San Benjamín se fue armando todo para cuando llegaran los casos de Covid. Los profesionales hicimos cursos, se fue preparando la parte edilicia. En el hospital San José la Sala de Hombres se clausuró y es Sala Covid. El personal tiene todo el equipo de protección personal (EPP) que se preparó durante ese tiempo: barbijos, máscaras. No podemos decir que nos vayamos a contagiar por falta de protección; sí puede ocurrir al sacarse el EPP, pero en San José siempre hay una persona que nos está ayudando y mirando.

En estos siete meses también hemos logrado informar a la población, que no significa concientizar. Hemos logrado que la gente sepa qué es el Covid y cuáles son las medidas para no contagiarse, pero no pudimos concientizar que se tienen que cuidar, no porque esas medidas son una obligación, un Decreto de Necesidad y Urgencia, sino porque son una forma de protección. Ahí es donde uno hoy ve los errores, que es por donde entra el virus. El virus se mete cuando hay una reunión social, cuando el barbijo no está bien usado, no se guarda distancia en la entrada de los negocios o se abrazan con los conocidos.

También hay que pensar que la gente está cansada, está necesitando las reuniones, ver a los abuelos o a los nietos. Hoy en el consultorio tres personas adultas se me pusieron a llorar, a una le pregunté qué le pasaba que estaba tan nerviosa y me dijo “hace siete meses que no veo a mis nietos”.

Hay un cierto cansancio, pero sabemos que es el momento en que menos tenemos que aflojar, porque estamos rodeados de departamentos que tienen muchos más casos que nosotros.

-¿Fallamos en algo a la hora de concientizar a la población o el error fue comenzar el aislamiento obligatorio tan temprano?

-Al principio veíamos que otros países habían hecho el aislamiento más tarde y no habían tenido resultado. Con el diario del día después, vemos que quizá en las vacaciones de julio era el momento para comenzar el aislamiento tan estricto.

Respecto a si tuvimos algún error a la hora de enseñar y no concientizar, creo que la gente tiene que hacer un proceso de internalizar la importancia que tiene este virus y no lo está haciendo.

Algunos dicen “cuando se muera alguien vamos a ser conscientes”, pero lo estamos viendo en Buenos Aires, en Paraná ¿Cuántos años hace que tenemos HIV en el mundo? 40 ¿y cuántos chicos no se cuidan? Muchísimos. La vacuna de la gripe, ¿cuántos no se la ponen? Porque dicen “el año pasado me la puse y tuve gripe igual”, cuando seguramente lo que tuvo fue un catarro. La gente hoy no tiene consciencia social de que debe cuidarse para cuidar al otro, porque cuando uno se enferma se abre un árbol, se ramifica hacia con quienes estuvo.

La información se transmitió como se debía, pero la gente no la pudo hacer propia, pensando “me tengo que cuidar porque en casa tengo a mi abuelo de 90 años, puedo contagiarlo y si lo hago tiene altas chances de morir”.

-¿Qué se le dice a esas personas que se pusieron a llorar en el consultorio? Porque hay posibilidad de que uno se contagie e incluso de que alguno pierda la vida por ese contagio; pero también está la otra realidad después de tanto tiempo, que deriva a veces en grandes depresiones y problemas de salud.

-Totalmente. Mucha gente a la que no veo hace tiempo, tiene grandes problemas de salud. Uno trata de charlar con estas personas, diciéndoles que está el teléfono, que pueden acercarse con distancia, no abrazarse ni tomar mate, no estar juntos tres o cuatro familias, y todas las medidas que ya conocemos. Y los adultos mayores son los que más saben, los que más se guardan y los que más sufren.

Uno sabe que no hay otra respuesta. No hay otra cosa. Seguimos en lo mismo que el 19 de marzo.

-¿Hasta cuándo deberíamos seguir en lo mismo? La vacuna va a llevar un buen tiempo más. Mientras, ¿deberíamos seguir hisopando y contando casos?

-El proceso de hacer una vacuna lleva años, así que esa no será la respuesta. Sí lo será respetar las conductas sociales.

Hay colegas que dicen “basta, ya no hisopemos más”, pero vamos a tener más víctimas fatales, porque ahora estamos cortando los contactos. Colón tuvo un caso la semana pasada y tuvo su réplica en San José, donde tenemos familias aisladas por ese caso. Y si esas familias no estarían aisladas, quizá contagian a otros.

Los números de muertes por neumonía y gripe, quizá son similares a los del Covid, pero cambia la edad y la virulencia. Neumonías o gripes con personas obesas, es raro; personas jóvenes que mueran de neumonía sin tener otra enfermedad, es raro; generalmente son adultos mayores, que son los que más tenemos que proteger.

La respuesta de “hasta cuándo”, no creo que alguien se arriesgue a decirte una fecha. Cuando el gobierno puso 14 días allá por marzo, ya sabía que no eran 14 días.

Es fácil hablarlo desde afuera. En la zona tenemos la suerte de tener cuatro frigoríficos en los que la gente trabaja, pero también tenemos turismo y quienes se dedican al rubro, en octubre, está sin saber qué va a hacer este verano.

Es un tema difícil y cuando uno mira los países de Europa, al abrir hubo nuevos brotes. En España lo vieron a partir de la entrada de visitantes de los países de alrededor, en los aeropuertos no se testeaba, entraban personas y cuando se iban, el virus quedaba. Por eso ahora volvían a la fase 1.

-Estamos en una disyuntiva ¿Qué hacemos con esta realidad?

-Hablamos de adultos mayores que no pueden ver a sus familiares, chicos que no van a la escuela y tienen varias problemáticas, porque a veces en la familia hay un solo teléfono o no tienen carga. A la problemática escolar se nos agrega la industria sin chimenea, que es el turismo y a toda la zona le trae mucho dinero. Como alternativa, hablan de una apertura interdepartamental, pero con la cantidad de casos que hay en Gualeguaychú, Villaguay… Los que toman decisiones están en una situación muy difícil.

Me parece que en este momento lo más importante es la consciencia social de cumplir con el uso del barbijo y las premisas que ya conocemos.

Veo en Facebook las reuniones sin barbijo y me indigna, porque a esas personas las conozco y las he visto hisopar en el hospital, no tuvieron la enfermedad, pero están reunidos.

La gente de Inspección está cansada en los ingresos, ya no pueden pelear. Toman la temperatura, pero si la persona se tomó un Paracetamol dos horas antes, va a tener la temperatura normal.

-Desde el punto de vista médico, ¿ven alguna posibilidad de que se vuelva a las aulas, aunque sea en marzo de 2021, sin la vacuna?

-Sin vacuna no vamos a tener clases en las aulas en 2021. Si se adecuan determinadas escuelas, podría ser. En San José hay escuelas que antes de las vacaciones de invierno ya se habían preparado con termómetros y tenían un protocolo armado, pero no dan la cantidad de aulas para que no estén amontonados. Y en el Nivel Inicial, imposible decirles que no compartan el juego. Quizá los últimos años del secundario, pero sin vacuna, como médico creo que no se podría.

Los nenes lo van a cursar como una gripe común, excepto que sea obeso, asmático o tenga algún factor de riesgo; pero van a la casa y quizá la mamá o el abuelo que vive con ellos sean de riesgo. Entonces el chico es quien va a transmitir el virus.

Además, si abren las escuelas, ¿qué seguridad me dan de que mi hijo no se contagie? Entonces está el punto de vista de los padres y esa es una respuesta que no se les puede dar.

-Como médico de familia, ¿qué hacemos con la cantidad de enfermedades crónicas que se han agudizado o incluso iniciado a lo largo de estos meses?

-Esto que decís que se han iniciado, es así. Hay pacientes que no sabían que la tenían y cuando llegan a la consulta lo hacen con una enfermedad ya avanzada, como una hipertensión con complicaciones.

Hoy por hoy –en San José, Colón y Villa Elisa- con los protocolos en hospitales, consultorios, bioquímicos, la gente tiene que seguir haciendo sus análisis, chequeos anuales, controles ginecológicos, mamografías, PAP, el niño tiene que darse sus vacunas. Sino las personas se nos van a morir de diabetes, infartos. Hay gente que no va buscar sus remedios por miedo.

En Buenos Aires hay estadísticas de que las consultas disminuyeron un montón. De hecho en los consultorios atendemos dos tercios de los pacientes y casi no atendemos patologías crónicas.

-Particularmente, pienso que fue un error –en principio por parte del Estado y luego de los demás organismos e instituciones- no hacer hincapié durante estos meses, a la par del Covid, en la importancia de continuar con los controles de rutina, la toma de presión arterial, no promover una alimentación sana y la actividad física dentro de casa, no incentivar a la gente a que tome 10’ de sol todos los días en el patio o el balcón. Eso estuvo flojo y ahora ustedes estarán viendo las consecuencias.

-Sí. Nos abocamos al Covid, y cuando nos quisimos acordar, esto fue muy largo. Cuando esto empezó todos pensábamos que estaba bien, se llegó al pico y no se han saturado las camas, no hemos visto lo de Italia. Pero hay que soportar siete meses.

A nivel nacional, desde hace décadas tenemos un estado de salud muy quebrantado. No había camas suficientes para atender una población y en estos meses se pudo organizar eso. El sistema de salud local es muy endeble, pero hubo mucha colaboración de la población. En el Hospital de San José se pusieron más camas, se organizaron más lugares, se hizo un sistema nuevo que pronto va a ser anunciado por el director, pero veníamos de un sistema muy quebrado.

-Sobre los diferentes modelos de encarar la pandemia, algunos hablan del modelo de Suecia, o mucho más cerca de Uruguay, donde prácticamente no tuvieron cuarentena y según parece los casos no han sido tantos ¿Eso hubiese sido factible en la Argentina?

-Los uruguayos tienen una forma de ser, una idiosincrasia, una cultura que no es mejor ni peor, pero es diferente. En nuestro caso, si hubiésemos dejado todo al azar, no sé qué hubiese pasado. Ellos tienen otra forma de cuidarse, quizá más responsable. Nosotros tenemos un modelo más paternalista, necesitamos que nos cuiden, que nos indiquen el camino.
Fuente: El Entre Ríos

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