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Mientras la diputada entrerriana Carolina Gaillard difundió con orgullo la aprobación de su proyecto que declara a Entre Ríos “Capital nacional de los circuitos termales”, desde la asamblea “Más ríos, menos termas”, alertaron acerca de los impactos negativos sobre el ambiente y la salud de este tipo de emprendimientos. “Nosotros vamos a seguir mostrando cómo son las cosas, con la evidencia de que estos 21 años de termalismo en Entre Ríos han tenido su impacto negativo”, afirmó Jésica Musuruana, integrante de la asamblea.

Comúnmente se suele denominar a la actividad turística como “la industria sin chimeneas”, dando a entender que se trata de una industria no contaminante. ¿Pero se puede sostener esta noción cuando se habla de las termas? No todos están de acuerdo, aunque sean el principal estandarte del gobierno provincial en la materia.

Días atrás, la cámara de senadores de la nación dio sanción definitiva al proyecto de Ley de la diputada entrerriana Carolina Gaillard que declara a la provincia como “capital nacional de los circuitos termales”. Gaillard se encargó de difundir la noticia y exhibió con orgullo su autoría.

Efectos negativos

Sin embargo, desde la asamblea ambiental “Más ríos, menos termas” buscan advertir que no todas son bondades, más allá del rédito económico y del efímero placer del que pueden gozar los turistas que visitan las termas. Este domingo se cumplieron dos años del acampe en contra del desmonte y la perforación termal en el Camping Toma Vieja de la capital entrerriana y realizaron una asamblea para recordar aquella resistencia pero también alertar que la fiebre termalista no cesa desde el gobierno provincial.

“La idea principal era que la gente se acuerde de nuestro acampe, de todas las actividades que hicimos y cómo hemos dejado que avance el proyecto parque acuático, cómo se ha modificado la Toma en función de un proyecto al que no sabemos si va a tener acceso toda la ciudadanía”, dijo la integrante de la asamblea Jésica Musuruana, para quien “resulta evidente que el termalismo en Entre Ríos está teniendo un impacto negativo, no solo en el ambiente sino también en la actividad productiva”.

En este sentido hizo referencia diferentes estudios que dan cuenta de la peligrosidad de los proyectos termales: según un trabajo del ente regulador termal de 2010, se han encontrado compuestos radiactivos en aguas termales (radón, uranio 238 y plomo 210). Por otro lado, la Unidad Fiscal en de Investigaciones en Materia Ambiental (Ufima), que depende de la Procuración General de la Nación, ha catalogado al afluente termal como un residuo peligroso. Entre los argumentos también se cuentan estudios científicos de bioquímicos de la UBA sobre los potenciales daños sobre la salud.

“Esto continúa con la misma lógica con que se viene trabajando desde 1994, en lo que es la promoción del termalismo; se trata de que la provincia sea modelo por la cantidad de complejos termales que hay, a nivel nacional”, lamentó Musuruana que dejó en claro que pese a la ley aprobada para promocionar las termas de Entre Ríos seguirán “mostrando cómo son las cosas” y aseguró que hay evidencia de que “estos 21 años de termalismo en Entre Ríos han tenido su impacto negativo”.

Musuruana contrastó que mientras “más del 50 por ciento de la ciudad se queda sin agua en el verano, vamos a tener un parque acuático para que 20 personas que vienen de otro lado tengan acceso cuando hay una necesidad básica que no está siendo satisfecha” y ratificó el compromiso de lucha de la asamblea contra “la privatización del espacio público, los desmontes y todo lo que impacte sobre el ambiente y la salud”.
Fuente: AIM Digital

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