“Con mi esposa, mi nena y mi suegro fuimos a pescar mojarritas y al llegar encontramos que no había agua, porque había bajado el arroyo. Primero encontré una plomada y un anzuelo, entonces empecé a recorrer la orilla y encontré huesos y un diente grande petrificado”, contó a El Entre Ríos. “Me sorprendió porque estaba en un lugar medio remoto, pero fuera del agua. Algunos huesos y una muela las llevé para mi casa por si volvía a crecer el arroyo, y después pasaron a buscarlos. Otros huesos quedaron enterrados y me enteré que ahora sacaron parte de la cabeza, el maxilar y algunos huesos”, agrega Canali, quien dice que inmediatamente llamó a la Municipalidad de Liebig, desde donde pusieron manos a la obra para el rescate.
“Con mi esposa, mi nena y mi suegro fuimos a pescar mojarritas y al llegar encontramos que no había agua, porque había bajado el arroyo. Primero encontré una plomada y un anzuelo, entonces empecé a recorrer la orilla y encontré huesos y un diente grande petrificado”, contó a El Entre Ríos. “Me sorprendió porque estaba en un lugar medio remoto, pero fuera del agua. Algunos huesos y una muela las llevé para mi casa por si volvía a crecer el arroyo, y después pasaron a buscarlos. Otros huesos quedaron enterrados y me enteré que ahora sacaron parte de la cabeza, el maxilar y algunos huesos”, agrega Canali, quien dice que inmediatamente llamó a la Municipalidad de Liebig, desde donde pusieron manos a la obra para el rescate.