Cómo no habían encontrado allí dinero alguno, mientras Duarte hacía de “campana”, los Acuña ingresaron también a la casa de enfrente, de María Bernabela Solís de Dotta, de 78 años, la redujeron por la fuerza y, amenazándola de muerte con un cortaplumas, le exigieron le entregue el dinero de la vecina que ya habían asesinado. Al no encontrar tampoco allí el dinero buscado, se retiraron del lugar llevándose solo un cuchillo chico y 200 pesos.
Tanto los Acuña como Duarte fueron condenados a una pena de 22 años de prisión efectiva a ser cumplida por los varones en la Unidad Penal 9 de Gualeguaychú y por la mujer en la Unidad Penal 6 de Paraná.