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Noelia López tiene 32 años. Por paradójico que parezca, habita en la extrema pobreza pero es al mismo tiempo dueña de un tesoro admirable.

Quien la visite es probable que atraviese por dos momentos. Primero se asombrará de que le falta casi todo lo indispensable para vivir. Superado ese primer impacto, le llamará la atención cómo se las ingenia para cumplir con lo esencial, aquello por lo que ha decidido comprometer su vida entera: transmitirle a su hijo Brian, un chico que padece hidrocefalia y parálisis cerebral, la certeza de que es amado.

Ese es su tesoro, ese corazón de madre dispuesta a cumplir su misión, aunque su entorno en nada le facilite las cosas.

La lista de sus carencias es interminable. Noelia y su niño de 9 años no tienen ventanas, no tienen paredes de material, no tienen agua caliente, no tienen piso, no tienen baño ni cloacas, no tienen calle -para llegar a visitarlos hay que meterse en un sendero arenoso en el que a duras penas puede avanzar un auto, en el Barrio Nueva Esperanza de Concordia-, no tienen veredas, no tienen un jardín verde y florecido, no tienen movilidad propia, no tienen...

Durante el día, el aire y el sol se cuelan entre las maderas que hacen de paredes y también por los agujeros del techo, provocando un original efecto de luces y sombras. En la noche, por esas mismas hendijas ingresa el frío de este crudo invierno de 2018 hasta adueñarse del último rincón. Cuando llueve, el agua corre desde la calle, atraviesa las tablas e inunda todo el piso.

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Noelia me dice que actualmente no tiene trabajo y que sobreviven con la pensión de Brian, unos cinco mil cuatrocientos y monedas. Lo dice con simpleza, sin un asomo de queja, sin un discurso preparado para pedir ayuda. Se nota que no le nace andar llorando miserias, ni ante este periodista ni en los pasillos de las reparticiones públicas.

El amor de Noelia por su hijo se parece a ese aromo con las raíces hundidas en el tajo de una roca que inspiró a Atahualpa Yupanqui: "En ese rajón, el árbol / Nació por su mala estrella / Y en vez de morirse triste / Se hace flores de sus penas".

Aquí el "rajón" se llama extrema pobreza, en medio de la cual brota y florece esta madre concordiense a la que admiran las maestras de la Escuela CEREM, adonde lleva a Brian desde hace ya casi cinco años.

"Cuando supimos dónde vive, valoramos todavía más lo mucho que cuida a su hijo, que llega a la escuela siempre higienizado, cuidado", contó Patricia, una de las autoridades de la escuela, en diálogo con El Entre Ríos.

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En CEREM valoran a Noelia y la acompañan en su esfuerzo por salir adelante Agrandar imagen
En CEREM valoran a Noelia y la acompañan en su esfuerzo por salir adelante
Desde la institución escolar se pusieron en campaña para ayudar. "Conseguimos frazadas, colchón, incluso una estufa, pero -admite Patricia, con impotencia- no podemos darle lo que más necesitan: una casa digna".

¿Quiénes podrían darle una mano con la vivienda?

Antes que armar una lista de autoridades y actores sociales con responsabilidades directas e indirectas, tracemos aquí mismo una línea de puntos sobre la cual se apuren a escribir sus nombres quienes se sientan movidos a hacer algo: .........................................

Noelia no sólo se ocupa de que su niño vaya a la escuela. "Va al PROMAR (Programa de Rehabilitación Municipal), a la pileta, a la kinesióloga, a la terapista ocupacional", cuenta orgullosa.

- ¿Has pedido al IAPV una vivienda?

- No, porque no llego al monto que solicitan. Pregunté una vez...

- ¿Qué necesitas con mayor urgencia?

- Una casa mejor para mi hijo... un baño...

- ¿Recibes alguna clase de ayuda del Estado?

- Vino gente de la municipalidad, de Desarrollo Social, justo ayer. La otra vez también vinieron, creo que por indicación de Hugo Rojas. Sacaron fotos, trajeron una frazada, una bolsa de comestibles. La primera vez que vino, que fue hace como un mes, Hugo Rojas me ayudó con eso.

- ¿No deben ser fáciles los días de lluvia?

- El techo se llueve. La pared de adelante se llueve y el agua entra a la casa. Después, hay un par de goteras por acá (señala) pero...

- Y con el frío...

- Y bueno... ahora, gracias a la gente de CEREM que me consiguió donar una estufa, de noche no paso tanto frío.

Le pregunto si puedo tomar imágenes y, fiel a su estilo, siempre escueto, me responde con una sola palabra: sí. Repregunto: ¿No hay drama? Ella repite: "no hay drama".

Aunque recorrer su pequeña casucha es sumergirse justamente en un "drama", el drama de su sobrevivencia.

Me pongo incómodo cuando atravieso lo que vendría a ser el dormitorio y llego a lo que se supone es el baño, mientras escucho que Brian emite algunos sonidos, como si fuera un llanto, molesto quizá con mi inexplicable presencia.

Miro el inodoro y advierto que no hay botón que apretar, ni cadena que tirar, ni mochila. Es ahí que recién caigo en la cuenta que está puesto sobre la boca de un pozo negro.

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En un rincón, hay una lata delgada que cubre parcialmente las maderas de la pared y, atada a un travesaño, está la salida de agua de la ducha.

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Apoyado contra la pared hay una bañera de plástico para Brian. Imagino a Noelia calentando el agua en la cocina y volcándola allí para que su niño no pase frío.

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Termino de sacar fotos y le pregunto si su calle tiene salida o se corta unos metros más allá. "Va a tener que dar la vuelta porque no hay salida", me explica.

Ella declara como su dirección postal José Larocca 2462, pero encontrar esa calle, cerca de su intersección con Italia, es casi una misión imposible. Ni el GPS consigue ubicarla. En un barrio donde la civilización parece no haber llegado aún, pedir carteles indicadores en las esquinas suena a lujo innecesario.

Mientras maniobro para irme, miro a las demás casitas de cachetes de madera y no puedo evitar preguntarme cuántas otras Noelia habrá en este barrio, carentes de casi todo, necesitadas de urgente ayuda, pero a su vez capaces de un formidable compromiso con la vida, del que haríamos bien en aprender y contagiarnos.

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El barrio y la calle donde vive Noelia Agrandar imagen
El barrio y la calle donde vive Noelia
Cómo colaborar
Las personas o instituciones que deseen colaborar con Noelia y Brian pueden acercarse a CEREM, Robinson 50, esquina Damián P. Garat (frente a Gendarmería Nacional), por esta semana de 11 a 12. El teléfono es 4214147. A partir de la semana próxima de 8 a 16.30.

También pueden comunicarse al 345 4104705 (Patricia)

Lo que quieran donar, todo le hace falta. CEREM insiste con la urgencia de una vivienda digna.
Fuente: El Entre Ríos

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