En Colón, unos 100 alumnos cursan el tercer y último año en alguna de las ESJA (Escuela Secundaria de Jóvenes y Adultos) con que cuenta la ciudad. Aproximadamente 40 de ellos en la N° 43 “José Hernández” (Orientación en Ciencia Sociales y Humanidades); otros 15 en la Normal “República Oriental del Uruguay” (Bachiller en Economía y Administración); y alrededor de 50 en la N° 5 “Ángel Luisi” (dos cursos con orientación en Turismo y uno en Economía).
A la vez, en 2025 se sumó el Programa Oportunidades, un secundario en modalidad híbrida (dos días presencial y tres virtual) de 3 años de duración, que tiene como sede el cuartel de Bomberos Voluntarios.
Las ESJA están dirigidas a personas mayores de 18 años de edad, aunque se contemplan excepciones a partir de los 16. La inscripción para el ciclo lectivo 2026 será en octubre.
Con los alumnos de “Ángel Luisi” compartimos un rato de charla, en los días previos al festejo de la Primavera. Algunos de ellos preparan sus antorchas para participar de la quema del muñeco, el tradicional evento que desde hace décadas reúne a los estudiantes de la promoción de las distintas escuelas colonenses.
Yanina Croci, rectora de la institución, nos recibe junto a alumnos de los tres cursos. Acompañan las docentes Laura Inglese y Alejandra Lima, y la intérprete de lengua de señas Marisabel Vernaz.
“Generalmente vienen de otras instituciones. Por diversos motivos, como adeudar muchas materias o por no poder terminar en una escuela media tradicional, encuentran como mejor opción venir a la escuela nocturna. En estos momentos hay una población joven o adolescente, casi coincidente con la edad de terminalidad, pero hay promociones con muchos adultos –incluso adultos mayores- que conviven con los jóvenes. Todos tienen distintas expectativas y objetivos”, explica Lima.
Los alumnos
“Tenía que terminar, para tener el título y poder trabajar y estudiar”. La primera en hablar es Valentina (19) y cuenta que había quedado libre en otra escuela el año pasado. Aspira a seguir el Profesorado de Nivel Inicial en la Escuela Normal de la ciudad.También Gianfranco tiene como meta seguir estudios superiores. Tiene 24 años y planea comenzar la carrera de Turismo. “Hice el resto de los años en la Escuela Agrotécnica y ahora finalizo acá”.
Para Elena (46), el secundario “era algo que me quedaba en el tintero”. Es –a la vez- una necesidad laboral: “En mi trabajo me están exigiendo el título”. Llegó a la Escuela Ángel Luisi luego de cursar el primer año en Ubajay y el segundo en la ESJA N° 43.
“Dejé la escuela por haragana y retomé después de la pandemia”, dice Verónica, de 32 años de edad y madre de dos chicos a quienes “en estos tres años tuve la posibilidad de demostrarles que sí se puede”.
“Nunca imaginé que iba a llegar a quemar el muñeco. El año pasado hicimos la ronda y fue una experiencia muy linda, igual que preparar la recepción”, agrega, lista para la quema.
Cecilia (38) comenta que dejó el colegio a los 18 años, cuando fue mamá y decidió trabajar “hasta que mis chicos crezcan”.
“Hice una carrera que no está avalada por el Ministerio de Educación y quiero el título para hacer dos años más y adquirir la matrícula en Psicología Social”.
“Es buenísimo volver a la escuela después de tantos años, los profes te ayudan. No conocía sobre turismo y me encantó”.
Hoy tiene como compañera de curso a su hija mayor. “Es difícil, porque somos diferentes, pero es una experiencia única”, asegura.
A continuación de su mamá habla Abril (20). “Me cambié varias veces de escuela y en el último año tenía muchas equivalencias y no las quería rendir”.
La abanderada de la escuela es Mara (45). En lengua de señas resume su historia.
“Finalizó la escuela primaria en una escuela de sordos en CABA”, traduce Marisabel, interesada en que conozcamos este caso de inclusión en una escuela pública de Colón.
“Después estudió en una escuela de oyentes, aunque la comunicación era difícil, no tenía intérprete y terminó abandonando. Pasaron varios años y tuvo varios trabajos, hasta que vino a vivir a Colón y se interesó por seguir sus estudios secundarios, además como una demostración para su hija que también cursa el nivel medio. Luego quiere estudiar Turismo”.
“A veces es difícil la comunicación, porque no tiene intérprete en todas las horas de clase, pero todos se adaptaron bien y está contenta”.