Lleva consigo una durísima historia de vida, pero todos los fines de año recorre los barrios con su carro llevando caramelos y sonrisas a niños y grandes.
Este lunes el hombre recorría las calles de la localidad del departamento Paraná y tenía una sonrisa gigante que lo delataba a lo lejos, según describe el sitio Nueva Zona. "Estoy feliz, mi hija pudo comenzar la Universidad. Le hemos alquilado una casita en Paraná y hace unas semanas pudo empezar a estudiar", contó orgulloso, al dar cuenta de que su hija Soledad acaba de comenzar la carrera de Artes Visuales en la capital entrerriana.
"No tengo palabras para describir lo que siento en este momento", agregó Ceballos. "Yo no pude aprender a leer ni escribir, pese a que lo intenté muchas veces. Pero siento felicidad por haberles dado a mis hijos la posibilidad de un estudio", concluyó.