En razón de la cuarentena que confina a las personas en sus domicilios, sumado al temor de que acercarse a una clínica o a un consultorio puede traer aparejado riesgos de infectarse, se ha potenciado el fenómeno de las consultas médicas “a distancia”.
Se trata de una modalidad poco explorada, por lo cual hay aspectos que se prestan a confusión. Por caso, la cuestión económica.
La organización que nuclea a los profesionales médicos entrerrianos “aclara a los pacientes que realizan consultas y solicitudes de recetas a través de llamados telefónicos, vía WhatsApp u otros medios electrónicos, que estos mecanismos que procuran suplir la visita al consultorio, REPRESENTAN TRABAJO MÉDICO (las mayúsculas son del texto original), el que –como todo trabajo- debe ser retribuido, sea a través de la obra social/prepago del paciente o, en su defecto, abonado por el mismo”.
Es obvio que si la entidad consideró pertinente efectuar tal aclaración, ello obedece a que se suscitaron situaciones en las que pacientes y/o sus obras sociales y prepagas se han mostrado reacios a reconocer el valor de estas consultas y recetas “a distancia”.
Los últimos renglones del comunicado de la FEMER apelan a la relación médico-paciente: “Confiamos en que los pacientes, que a su vez confían en su médico, comprenderán la justicia y necesidad de compensar el esfuerzo que realizan en beneficio de su salud”.
