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Micaela Gallino nació y se crió en Gualeguaychú. Hace dos años, como directora de arte de la agencia de publicidad Ogilvy, fue dueña de la idea de la campaña "Oídnos" que hizo audible la voz de un grupo de chicos hipoacúsicos en las radios argentinas y ganó dos Leones de Oro en el Festival Internacional de Publicidad Cannes Lions.

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Es diseñadora gráfica, pero en cierto punto consideró que su profesión se volvía "algo demasiado estético y no tan conceptual". "Quería hacer algo un poco más conceptual, algo con un poco más de ideas, donde yo pudiera pensar de manera más creativa y hacer cosas que generaran cambios sociales, ya sea para vender un producto o para ayudar a alguna organización sin fines de lucro. Sentía que el diseño no me llevaba a eso, el diseño es como la segunda parte", definió.

- ¿Cómo llegaste a trabajar en Nueva York?
– Estudié creatividad y así comencé la carrera como creativa en publicidad. Me dediqué a la dirección de arte; empecé a hacer trabajos en varias agencias de Argentina y tuve la suerte de ganar un premio. Una agencia de Nueva York vio ese premio y me llamó para ver si podía venir a trabajar con ellos. Tenía una valija, agarré a mi gato Miguel y me subí a un avión. Así terminé en Nueva York.

Micaela está trabajando desde septiembre de 2014 en una agencia de publicidad de esa ciudad y le va muy bien. "Me han tratado increíble; se pueden hacer muchas cosas", confió entusiasmada.

Sobre el impacto que le causó conocer La Gran Manzana, relató: "llegué a Nueva York algo desinformada. Pensaba que iba a llegar a Estados Unidos y no iba a encontrar pobreza, ni gente en la calle; que todo iba a estar limpio. Nada que ver. Me shockeó ver tanta gente en la calle, mucho más que en Argentina".

Tanto la sacudió esa realidad que quiso saber más. "Me puse a investigar y encontré que hay 60.144 personas (sólo en Nueva York) en la calle, en situación de pobreza, sin casa, homeless".

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Micaela contó que distintas situaciones arrojan a la gente a la calle. "Hay muchos veteranos de guerra. Con este proyecto tuve la suerte de poder conocer historias, preguntarles qué les pasaba. Hay mucha violencia familiar; chicos que se van de su casa porque los hermanos les pegan; por la cocaína, por adicción. No conocí gente adicta, pero sé que hay un rango de jóvenes en la calle que más que nada está por causa de la adicción".

Otra de las investigaciones de Micaela fue, ante la situación de los homeless (sin casa y sin comida), la paradoja de la generación de residuos. "Justo estaba investigando para otro proyecto y doy con el dato que Nueva York es la ciudad que tiene más desperdicios de comida en el mundo. Un 40 % desperdicios de comida. Quiere decir que de toda la comida que se compra, casi la mitad se desperdicia. Es increíble", se lamentó, y reconoció que eso le hizo un "click".

"No puede ser que en esta ciudad que se desperdicia la mitad de la comida que se compra haya mucha gente con hambre. La gente que está en la calle no te pide plata, te pide comida, agua, lo que tengas, quieren comer. Pero son ignorados. Los argentinos tenemos eso de ayudar al que vemos en nuestra vereda, tenemos esa calidez de tratar de ayudar", reconoció.

Pasión argentina

- Cuando te llamaron de esa agencia para que fueras a trabajar con ellos, ¿cuál fue la propuesta?
– En el mundo, Argentina está muy bien vista en todo lo que es publicidad porque somos muy conceptuales. Y eso tiene que ver con que nuestra escuela de publicidad es muy exigente, y con que generalmente no tenemos tanto presupuesto para filmar o para producir una idea como puede tener Holanda, Estados Unidos o Inglaterra. Y eso nos hace más creativos. Nos caracterizamos porque las ideas conceptuales son inteligentes y resaltan por encima de lo estético. Si bien estéticamente la publicidad argentina está muy bien y tenemos directores de cine de primer nivel, siempre el argentino se caracteriza por eso de encontrarle la vueltita? Cuando vine, me dijeron: "queremos ideas con la garra y con la sensibilidad argentina. La persona que me trajo me dijo que nosotros somos muy apasionados también. Tenemos mucha garra y somos muy apasionados. Y me hizo una analogía con nuestro fútbol, que tiene la pasión, que tiene que estar superándose todo el tiempo, que tiene lágrimas y garra. Y así estamos entre los mejores, siempre. Eso se transmite en nuestra forma de pensar en la profesión. Nunca te quedas con un no. No tenemos esas limitaciones a las que están acostumbrados acá, con un sistema más burocrático.

Parte del cemento

Nueva York impresionó a Micaela y le brindó los elementos para desarrollar su propio proyecto, el que le colma el alma. "Los creativos generalmente tenemos proyectos personales, podemos decir, para limpiar el karma. Estamos todo el tiempo viendo cosas y poniendo productos en la sociedad, pero también pensamos en ideas que puedan ayudar".

"A mí me pasó que no conocía a nadie y quería empezar a hacer este proyecto. Las primeras personas que tenía que conocer eran homeless y la verdad es que fue muy satisfactorio", destacó y contó que "las reacciones de la gente han sido increíbles, más allá de que esto los ayuda a conseguir comida o a que se les acerque la gente, lo que me dijeron muchos es que sentían que volvían a creer en la gente. Porque los homeless se sienten muy olvidados; se sienten parte del cemento de la ciudad, la gente no los ve".

Sintetizó, al respecto, que "no hay contacto visual. Reciben caras de asco todo el día. No hacen contacto visual porque nadie los quiere ver. Se vuelven parte de la infraestructura de la ciudad. Entonces, cuando alguien se les acerca y quiere escuchar su historia y los quiere ayudar, sienten que les vuelve la esperanza". Tanto sorprendió la actitud de esta gualeguaychuense, que una mujer que vive en la calle quiso pagarle. "Me dijo: 'vos querés conseguir comida para la gente que no tiene, yo tengo plata', y me quiso dar un dólar. No entendía que alguien podía ayudarla sin nada a cambio".

Foodxury

Micaela contó que le gusta realizar cursos de arte, y en Nueva York hizo uno de esculturas en la Asociación de Estudiantes de Arte de Nueva York y después otro en la Liga de Artistas en Polymer Clay (arcilla polimérica), una masa que cuando se cocina en horno se vuelve plástica. Con ese material se hacen miniaturas. "Me pareció muy lindo lo que había aprendido a hacer y pensé 'cómo lo puedo utilizar en arte, en algo que realmente valga la pena'. Tenía ese dato que me había llamado la atención sobre el desperdicio de casi el 50 por ciento de la comida. Y cuando terminé los cursos hice un click".
Página web de Foodxury
"Esta gente no tiene comida cada día. La definición del lujo es algo que se da pocas veces en la vida y que cuando se tiene se disfruta, porque se sabe que quizás no se lo vuelva a tener. Y me pareció una analogía con lo que le pasa a las personas en la calle con la comida. Cuando les das un plato de comida ellos lo disfrutan tanto, porque no saben cuándo lo van a volver tener", lamentó.

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"Me pareció que es algo que hay que mostrarle a la gente para que se dé cuenta que en realidad para estas personas, la comida que todos estamos desperdiciando, es un lujo, es extremadamente valioso y lo estamos tirando. Quiero llamar la atención. Me gustaría que todos reflexionemos un poco sobre lo que realmente significa la comida hoy en el mundo y dónde estamos yendo", opinó Micaela.

El paso siguiente fue aprender a hacer bijouterie. "Aprendí con tutoriales en internet a modelar bijouterie para armar las miniaturas de polymer clay. Preparé exhibidores e hice varias piezas. Quería que juntaran comida suficiente para cinco días. Y salí a la calle con todas las joyitas en los displays armados en cartón impreso. Salí a conocer homeless y contarles del proyecto. Lo único que les pedí a cambio era una foto y la dirección para que la gente se pueda enterar dónde puede ir a intercambiarlo por un plato de comida".

El costo de producción de cada joyita es de 2,50 dólares. Una comida a la que puede acceder un homeless, entre 6 y 10 dólares. "Lo que quiero es que no les den plata. Es una joyita por una comida. Si alguien quiere un anillo de un bol de cereales, que les den un bol de cereales. Si quieren un anillo de un pancho, que les den un pancho, no plata".

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Las joyitas tienen las figuras de distintos alimentos: spaghetti, torta de cumpleaños, bol de cereales, waffles, cupcakes, hot dog, chessecake, torta de limón, budín, macardons, etc.".

- ¿Has logrado el intercambio?
– Por suerte sí. Y he logrado que la gente se acerque a ver qué pasa. Les llama la atención ver a una persona sentada en la calle con piezas de bijouterie. El exhibidor tiene todo explicado y eso también les sirve a los homeless para que conozcan su historia, que los miren, que les den más cosas, más allá de la comida, como ropa, jabón. Hay muchos que buscan trabajo también. Entonces, se ha vuelto como un medio de visibilizarlos. Me gusta el resultado y que esto sea el comienzo de algo que pueda ayudar aún más a estas personas?

El proyecto de Micaela comenzó hace un mes y hace dos semanas que está en la calle, en manos de los sin hogar. "Empecé a producir acá en mi casa, después del trabajo y los fines de semana, porque también tengo mi trabajo y tengo que estar en la agencia pensando otras cosas. Entonces, cuando vuelvo a mi casa me pongo a producir las joyitas", contó llena de ternura.

Actualmente les provee los fines de semana de joyitas a unos quince homeless. Y va por más.

Se trata de un proyecto personal con proyección. Sus compañeros de trabajo "están orgullosísimos" y la apoyan. "Por suerte, cada persona que se entera se copa. Me dicen que me van a ayudar a repartir, o que tienen ganas de ayudarme a conocer gente. Me han escrito personas que no conozco diciendo que cuente con ellos para ayudarme y eso me parece buenísimo".

Contó, finalmente, su mayor deseo: "me encantaría poder llegar a muchos más" y confió que una marca de café conocida en Estados Unidos está interesada en ayudar de manera masiva, para poder dar más comida y generar más cambios. "Eso me encanta también, haber tocado gente que pueda ayudar aún más".
Fuente: Diario El Día de Gualeguacyhú.

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