Para este mes se esperaba un base alta por las subas de la electricidad, el transporte (que comenzó a regir a mediados de agosto), el combustible, las prepagas, los aumentos salariales del servicio doméstico y, fundamentalmente, el traslado de la devaluación a precios, lo que ya venía generando importantes incrementos en los valores de los alimentos.
La inflación núcleo, la observada de cerca por el Banco Central, mostró un alza de 3,4%. La entidad que conduce Luis Caputo mantuvo esta semana su tasa de referencia en 60% y estimó en su reporte monetario que ese será el piso para el precio del dinero por lo menos hasta diciembre, lo que ahoga el financiamiento a las empresas, sobre todo a las pequeñas, pero lo que contiene -creen algunos especialistas- en parte el traslado a precios de las devaluación.
Para fin de año, el mes pasado, se esperaba un alza de por lo menos 35%. Pero el cimbronazo cambiario de las últimas semanas dejó esos pronósticos atrás. Incluso, las previsiones del gobierno ya superan el 42% para este año, según los números del presupuesto.